Eduardo
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Una vez que llegamos a su casa vi que ya tenía una mesa muy elegante a la par de la piscina con comida servida y dos botellas de vino con sus respectivas copas.
—Este día es para consentirte de la forma en que mereces —me dijo al oído mientras masajeaba mis hombros.
—¿En serio vas a hacer todo eso solo por mí? —Levanté una ceja mientras sonreía.
—¿Por qué no? —Se acercó a la mesa indicándome que también debía acercarme.
Obedecí y me senté en la silla que él de forma amable había movido para que me pudiera sentar. Me acomodé el cuello de la camisa y suspiré.
—¿Qué te parece Posto? Cuéntame, quiero saber todo. —Sonrió de forma coqueta.
—Bueno, si te soy sincero me ha encantado desde el momento en que puse un pie aquí.
—¿De verdad? Bueno, no conozco a nadie que no le haya gustado. —Soltó una pequeña carcajada.
—Es perfecto este lugar.
—Cuando quieras quedarte... Aquí, conmigo.
Me quedé viéndolo un momento y cuando justo iba a responder él habló.
—Hora de servir, ¿no? ¿Qué quieres que te sirva primero?
...
Luego de que tuviéramos una charla sobre Posto y comiéramos un poco, él me ofreció ir a ver algo a su sala, así que no rechacé porque ya me estaba aburriendo un poco. No sabía ni que carajos estaba haciendo ahí, no era lo que quería realmente, aunque, si regresaba al principio de mis vacaciones, eso era lo que quería, divertirme sin compromisos y no enamorarme.
En ese momento no sabía las intenciones reales que Marco tenía conmigo; sin embargo, él me estaba tratando mal y lo que no quería era dañar sus sentimientos y tampoco quería enamorarme. No me gustaba mucho físicamente, aunque yo era consciente de que a veces nos enamoramos no por lo físico sino por los sentimientos y las acciones.
Nos sentamos en el sillón y la tarde ya nos acompañaba. Traté de relajarme un poco y no estar tan tenso como casi siempre lo estaba.
—Cuéntame, ¿qué fue de tu anterior relación? —pregunté mientras sonreía de forma sutil para no incomodar y no presionar.
—Eh, bueno, yo. —Suspiró—. Me dejó —se limitó a decir.
—Ah —dije con un poco de vergüenza.
—No me gusta hablar de mis relaciones anteriores, bueno, casi nunca tengo relaciones.
Volteé a ver el televisor para dejar de sentir incomodidad.
—¿Y tú? Supongo que con esa cara tan linda dejaste a muchos enamorados.
—No realmente, no quiero hablar de eso tampoco. Es un tema que me duele tocar.
—Entiendo, no presionaré, solo quiero disfrutar esto contigo. —Sonrió y parecía un sentimiento real.
Tomó mi mano y la acarició para luego entrelazar mis dedos con los suyos. Era raro volver a sentir afecto, pero al mismo tiempo se sentía bien. Era lindo sentir interés por parte de alguien más, sentir belleza porque le gustaba a alguien. Por lo que yo también apreté su mano.
Su cara de sonrisa me hizo cambiar la perspectiva que tenía de él. Poco a poco, a lo largo de que la película avanzaba, nuestros cuerpos se iban acercando poco a poco hasta que pasó, nos terminamos besando. Él acariciaba mi cuerpo con pasión, marcaba mi piel con sus dedos ejerciendo ligera presión sobre ella, era como el fuego que no sentía desde hacía mucho.
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El Verano De Los Sueños
RomanceEduardo Montalvo un chico mexicano que viene de una familia con poder, optó por un año sabático más largo de lo normal. En una plática con su madre, deciden que un viaje a Posto, Italia es lo mejor para que se relaje de las presiones y encuentre su...