Capítulo 20

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Despues de lo sucedido con Holofira, Osman Bey, firme como una roca, observa a los presentes y da un paso al frente para romper el pesado silencio.

-Esto será recordado como un ejemplo de que la justicia no se demora ni se doblega. Que todos lo lleven en su corazón mientras nos preparamos para un tiempo de reflexión y unidad. -declara, su voz resonando con autoridad inquebrantable.

Ayca Hatun se retira de la sala en silencio, su furia inicial dando paso a un agotamiento visible. La intensidad de la venganza cumplida parece haberle robado toda la energía, dejándola frágil pero erguida.

Me acerco a mi padre, buscando en su mirada una señal de consuelo, pero sus ojos reflejan la misma mezcla de emociones que siento: alivio, dolor y, quizás, una pizca de miedo.

Osman Bey, entendiendo el peso de lo ocurrido, decide que debemos marcharnos sin demora para dirigirnos a la tribu.

-Ahora debemos centrarnos en lo que es importante. El Ramadán es un tiempo de renovación y fortaleza espiritual. Que esta experiencia nos enseñe el valor de la unidad y el perdón verdadero. -dice, antes de ordenar a los alps que se preparen para el viaje.

El camino de regreso a la tribu se hace en un silencio solemne. Todos reflexionan sobre los eventos recientes y lo que significan para el futuro. Al llegar, las luces del campamento iluminan el cielo oscuro, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía el camino.

Las mujeres de la tribu, lideradas por Bala Hatun y Malhun Hatun, han preparado una cálida bienvenida. Se escuchan cánticos suaves, y el aroma del pan recién horneado y las especias llenan el aire. Las tiendas están adornadas con faroles que simbolizan la esperanza y la fe, y una gran mesa está lista para el iftar, la comida con la que se rompe el ayuno.

En la celebración, los rostros comienzan a relajarse. Los niños ríen mientras juegan entre las tiendas, y los adultos comparten historias y oraciones, buscando consuelo en la comunidad.

Orhan Bey, aunque presente, se mantiene apartado, observando el fuego con una mirada perdida. Me acerco a él, esperando aliviar la carga que parece llevar.

—La tribu hace que todos se sientan renovados, Osman Bey pensó bien en esto.

Él asiente lentamente, sus ojos aún sombríos.

—Sí, nos perdimos esto... bueno, aunque me dijiste que no creciste en un palacio. Ah... ¿gracias a esto, has visto nuestra verdadera naturaleza? —dice Orhan, dejando que una sombra de sonrisa cruce sus labios, pero su voz sigue cargada de una melancolía profunda.

Lo miro, notando que su mirada distante no es solo por la festividad. Hay algo más, algo que no logra compartir.

—En realidad, quería hablar de algo, Orhan Bey. —Mi voz es suave, y aunque trato de mantener la calma, siento que las palabras que vienen no serán fáciles.

Él se gira hacia mí, sus ojos fijos en los míos, con una expresión que cambia sutilmente. Ha captado la seriedad en mi tono, y la invitación para que continúe se hace palpable.

—Adelante, Elçim Hatun —me responde Orhan, esta vez sin la distancia de antes, su mirada más intensa, como si esperara algo más que palabras.

Dudo por un momento, buscando las palabras adecuadas. Sé que esto cambiará algo entre nosotros, pero la verdad es que necesito saber qué más hay detrás de la tormenta en su alma. No solo su obligación con el destino, sino la lucha interna que parece cargar, cada vez más pesada.

—Simplemente no pudimos hablar después de la muerte de Holofira —dije, mi voz suave, casi como una confesión.

—No hay nada que hablar, Elçim Hatun, todo es evidente ahora —respondió, su tono grave, como si quisiera cerrar el tema de una vez por todas.

Entre el deber y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora