La luz del amanecer se filtró entre las tiendas de la tribu, trayendo consigo la calma de un nuevo día. El aire fresco de la mañana se mezclaba con el eco lejano de los últimos murmullos de la celebración que aún resonaban en mi mente. La danza, las risas, las miradas compartidas... pero también la retirada de Orhan Bey, el silencio que había seguido. Mi corazón aún se debatía entre las emociones contradictorias, pero sabía que era momento de continuar con lo que debía hacer.
Al salir de la tienda, vi a Orhan Bey, Osman Bey y Alaeddin Bey preparándose para partir. Habían decidido ir a cazar, una tradición durante el mes de Ramadán, un momento para reflexionar y descansar mientras cumplían con sus deberes. Los tres hombres estaban listos, sus caballos encillados, y los rostros serios, como si la jornada que los esperaba requiriera concentración y silencio. Orhan, al verme, hizo un leve gesto con la cabeza, como si nos conociéramos de nuevo, como si la noche anterior no hubiera existido.
Por mi parte, me quedé en la tribu. Las mujeres se levantaron temprano para continuar con las tareas del día, y yo, sintiendo el peso de la responsabilidad, decidí unirme a ellas. Me dirigí a la tienda donde las telas y los tejidos estaban siendo preparados. Las manos de las mujeres eran rápidas y hábiles, bordando, cosiendo, y preparando todo para las próximas semanas. El sonido del hilo al pasar por la aguja, el suave murmullo de las conversaciones, y el tintinear de las herramientas se convirtió en una melodía tranquila que me ayudaba a despejar mi mente.
El sol ya estaba en su cenit, bañando la tribu con su luz dorada, cuando sentí la presencia de Malhun Hatun acercándose. A su lado, caminaba Ulgen Hatun, con una sonrisa en el rostro y una sensación de satisfacción que reflejaba su porte. Ambas se acercaron con paso decidido, y detrás de ellas, dos alpes llevaban un baúl grande, cuidadosamente adornado.
—Vamos, ponedlo aquí —ordenó Malhun Hatun, señalando un espacio libre junto a las telas que ya estaban preparadas.
Ulgen Hatun y los alpes colocaron el baúl en el lugar indicado, y Malhun Hatun lo abrió con una mirada llena de determinación.
—Ya han llegado las telas para tu vestido de novia, Elçim Hatun —dijo Malhun con una sonrisa, que aunque suave, llevaba consigo una certeza—. Necesitamos empezar a coserlo rápidamente, no queda mucho tiempo.
Observé cómo Malhun empezó a sacar las telas del baúl, desplegándolas con cuidado. Eran colores vibrantes, desde el rojo intenso hasta el oro brillante, cada una con un brillo único, que parecía captar la luz del sol de manera especial. El peso de esas telas no solo era físico, sino simbólico. Estaba viendo la unión de dos destinos, el mío y el de Orhan Bey, entrelazados en esas fibras.
—Mira, hija mía —dijo Malhun Hatun, fijando su mirada en mí mientras me señalaba las telas—. Si te gusta alguna de estas, dímelo. Queremos que el vestido sea perfecto para ti, para este día tan importante.
Con el corazón latiendo más rápido de lo habitual, me acerqué al baúl. Cada tela parecía estar hecha para contar una historia, para representar algo más grande que solo un vestido.
—Gracias, Malhun Hatun —respondí, tocando una de las telas con delicadeza, sintiendo la suavidad bajo mis dedos—. Estas telas... son hermosas. Cada una parece hablar de algo profundo, algo que va más allá de un simple vestido.
Malhun Hatun sonrió con una expresión que reflejaba orgullo y satisfacción, como si ya supiera lo que mi corazón sentía al ver aquellas telas.
—Eso es lo que queremos, Elçim Hatun —dijo, mientras se acercaba para mostrarme más detalles—. Que cada parte de este vestido te recuerde quién eres, de dónde vienes, y lo que estamos construyendo juntos. Este no es solo un vestido, es un símbolo. Y quiero que sientas su peso y su significado cuando lo lleves.
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Entre el deber y el corazón
FanficHistoria Basada en Elçim Hatun y su historia en Kurulus Osman