Capítulo 20.5: El Alto Concilio

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Makavia, Capital del Imperio Edicaria

La Catedral, la sede del gobierno del Imperio Edicaria, bajo soberanía Savant. Tan grande que podrías perderte en todos sus laberínticos pasillos. No por nada se le considera como la edificación más grande del planeta. Es prácticamente una ciudad en un edificio.

Eso, más la altura a la que se encuentran sobre la superficie parece molestar un poco a Denébola. No es muy diferente a como cuando conduce alguno de aquellos aparatos que pueden surcar los cielos, solo que este tiene el tamaño de una ciudad entera.

Deber ser impresionante ver la capital desde el suelo. Y también la panorámica desde esa altura debe de ser igual de impactante. Pero a Denébola no parece importarle por ahora. Ella camina presurosa por aquellos pasillos intentando contenerse para ahorrar el poco oxígeno con el que cuentan a esa altura.

Entonces siente que alguien jala su bata, su preciada bata de Savant. Y es preciada porque justo los adornos y colores que lleva indican el rango al que pertenece. Una de los cinco miembros del Alto Concilio.

─¿Qué mierda quieres Dáfira? ─escupe aquella mujer hacia su compañero recién llegado, un joven maduro con un rostro sonriente, pero que, a leguas, se nota que esconde otras intenciones a quien la mira.

─No seas así Denébola ─responde jugueteando con los gadgets de la bata de la mujer─. Solo quería saludarte, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos vimos por última vez? ¿tres años?

─Ojalá fueran más.

─Entiendo que no me soportes como a todos ─sonrió─. Solo quería preguntarte si tú sabrás porqué el Generalísimo nos convocó a los cinco después de todo este tiempo.

─Me importa una mierda ─soltó Denébola─. Ya nos enteraremos cuando lleguemos con él.

─¿Entonces no lo sabes?

─¿Entonces tú lo sabes?

─Por supuesto mi querida Denébola.

─Entonces ¿por qué me preguntaste si sabía por qué el Generalísimo nos convocó?

─Quería probar qué tan despierta estabas.

─Púdrete.

─Vamos, no seas así, somos un equipo.

─No somos un equipo, y lo sabes.

─Al menos déjame acompañarte hasta la recepción.

─Solo quédate callado.

Ya desde esa distancia se observa la magnitud de La Catedral. Una verdadera joya arquitectónica, fuertemente influenciada por los Savants, definitivamente desentona con todo lo que hay abajo.

Al ingresar al recinto, son recibidos por una amplia sala donde pueden contemplar hasta el fondo lo que parece ser un trono sobre un pedestal enorme. Ellos ya saben quién se encuentra ahí.

Los otros tres miembros del Alto Concilio también ya están presentes.

─Como de costumbre llegan tarde ─suelta una pequeña adolescente─. El Alto Concilio cada vez cae más en desgracia.

─Cállate enana orejona ─replica Denébola─. A mi nadie me dice a qué hora llegar.

─Deja en paz a Eridani ─se burla Dáfira─. ¿No ves que podría acusarte con su mamá? O te podría acusar de racismo por ser una dríada, ya sabes cómo son de delicadas.

─¡Jódete! ─grita la niña mientras lo señala con el dedo.

─Uy, golpe bajo.

─Muchachos ─entra en escena un anciano─. No es el momento para discutir. Deberían de aprender de Shaula. Fue la primera en venir y no anda presumiéndolo. Ha permanecido callada desde que llegó.

─Eso es porque ella nunca dice ni una sola palabra.

─Hablando enserio Mufrid ─le dice Dáfira─. ¿Has oído alguna vez decir algo a Shaula? Es difícil saberlo, sobre todo con esa mascara toda rara que siempre lleva puesta. Es todo un misterio.

Shaula oye su nombre y voltea hacia el grupo. Aunque no pueden darse cuenta por su mascara, saben que la chica ha hecho un gesto de desaprobación y se aleja del grupo.

─¿Por qué los nuevos son siempre tan raros? ─murmura Dáfira.

Es entonces que oyen una voz potente desde aquel trono lejano. Así que todos se dirigen hacia allá a toda prisa. Los cinco miembros del Alto Concilio toman su lugar y hacen una reverencia hincados ante el hombre que está sentado en aquel trono.

No son capaces de verlo por completo, una penumbra les impide contemplar su rostro, pero saben que se trata de él. El líder de todos los Savant, aquel al que conocen como el Generalísimo.

─¿Qué noticias me traen? ─murmura.

─Hemos completado el dominio de la parte occidental del continente, exceptuando el Territorio Libre de Azuarán ─anuncia Mufrid─. Mis tropas controlan el reino de Droma, las de Dáfira están asentadas en los reinos de Voroni y Habin, Eridani controla el reino de Komarila y Denébola domina el reino de Yezzen. Aún quedan libres los tres reinos neutrales y el reino de Nursa. Los reinos de Haderu, Marám y las Tribus de Himalia han finalizado el muro de Himaderu, se han separado de los territorios controlados por los Savants y el reino de Nursa, por lo que sé, está más interesado en combatir al Rey Demonio que despertará en unos meses.

─¿Y la nueva? ─murmura Eridani─. ¿Cree que por ser nueva no va a tener responsabilidades o algo? Podríamos encargarle la conquista de los tres reinos neutrales o del reino de Nursa, ya que ella...

─Silencio ─ordena el Generalísimo y prosigue─: Hay noticias acerca de un misterioso muchacho que puede controlar telesma sin la necesidad de utilizar kuromino que hace poco llegó al continente.

─¿Es eso posible?

─Solo los "Niños Perdidos" pueden hacer eso ─comenta─. Y si es el caso, lo que él tiene, no es telesma. No es una prioridad, pero si alguno tiene la oportunidad, captúrenlo, lo necesito vivo.

─Así se hará su majestad.

─Y ahora, lo más importante ─prosiguió─. Ya es momento de poner en marcha mi plan, así que necesito recolectar las cinco Entelas.

─¿Cómo? ─se preguntaban algunos entre sí─. ¿Las Entelas son reales?

─Con su permiso su majestad ─Shaula tomó la palabra por primera vez dejando sorprendidos a todos porque realmente era raro que la vieran hablar─. Permítame a mi ejecutar la tarea de la búsqueda de las Entelas. A diferencia de "estos" que, incluso dudaban de su existencia, yo sé dónde se localiza una, y de ahí puedo buscar las demás.

El Generalísimo tuvo sus dudas. Como porqué de repente la "nueva" del equipo se ofrecía específicamente a esa tarea como si hubiera esperado la oportunidad para hacerla.

Y después sonrió. Probablemente porque ya sabía cómo acabaría todo.

─De acuerdo. Shaula, te encomiendo a ti la tarea de localizar las Entelas.

─Vas a fracasar en tu misión ─sonrió Eridani con malicia─. Porque resulta que una de las Entelas ya no existe. Fue robada por la princesa del reino de Elderia y se la llevó a otro mundo para localizar a su "heroína". Pero no la encontró y regresó con las manos vacías porque se la habían destruido. Así que la exiliaron de Elderia.

─¿Cómo sabes tú eso? ─preguntó Dáfira.

─¿Sí recuerdas que soy dríada, verdad idiota?

─No hay problema ─dijo el Generalísimo─. Mi plan aún puede funcionar con solo cuatro Entelas. Ve Shaula, y busca las Entelas para mí.

─Con su permiso mi Señor ─Shaula hace una reverencia y se encamina hacia la salida de la Catedral mientras los otros miembros del Alto Concilio la miran irse.

Shaula sabe que la observan, sabe que podrían murmurar de todo contra ella, y por eso sonríe.

Qualia (o la Decepcionante Realidad del Género Isekai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora