Dorian.
El aire en el edificio abandonado estaba cargado de tensión. La fábrica, con sus sombras alargadas y su arquitectura industrial, ofrecía el escenario perfecto para el enfrentamiento que estaba por venir. Afuera, la noche cubría la ciudad como un manto silencioso, pero en el interior, el peligro era palpable.Antonio estaba al mando del grupo que aseguraba las salidas traseras. Sus órdenes eran claras: ningún traidor saldría de ahí con vida. Roderick, por su parte, caminaba con pasos firmes hacia el nivel superior, donde las ventanas rotas permitían una visión parcial del terreno. Su figura imponente se recortaba contra la luz tenue, y cualquiera que lo viera sabría que no había margen para errores.
Yo estaba en comunicación constante con Neva, que seguía en movimiento, cazando al infiltrado. Su voz resonaba en mis oídos, firme pero controlada.
-Estoy en el ala este, Dorian. He identificado a dos sospechosos más. Uno de ellos parece estar esperando refuerzos, pero no se dará cuenta de lo que está a punto de caerle encima. -Neva hizo una pausa, y pude oír su respiración mientras evaluaba la situación. -Voy a moverme rápido. Necesito que estés listo para interceptar.
-Lo estoy. Dime cuándo. -Respondí, ajustando mi arma, mientras me dirigía hacia el centro del edificio. No había margen para titubeos.
Roderick se acercó, con su rifle colgado del hombro, sus ojos oscuros analizando cada rincón.
-Tenemos que presionarlos. No podemos dejar que escapen o que Giovanni reciba información sobre nuestra posición. -Su voz era baja, pero cada palabra llevaba un peso que no podía ignorar.
Antes de que pudiera responder, Antonio se comunicó por el auricular.
-Dorian, tenemos movimiento en la salida sur. Un auto negro acaba de estacionarse, y parece que están esperando una señal.
Rossi estaba intentando sacar a su gente de ahí, pero no se lo íbamos a permitir.
-Neva, ¿lo escuchaste? -pregunté, mis ojos clavados en la puerta al final del pasillo.
-Lo tengo. Voy a interceptar. Necesito una distracción para sacarlos de su escondite. -Neva sonaba segura, y sabía que confiaba en nuestra sincronización.
-Roderick, asegúrate de que nadie pase por la zona oeste. Antonio, cubre la salida sur y detén ese auto si es necesario. -Di las órdenes rápidamente, mientras me posicionaba cerca de una de las puertas principales.
Roderick asintió, ajustando su rifle antes de desaparecer entre las sombras. Antonio, por su parte, ya estaba en movimiento, sus pasos resonando por el auricular.
Cuando todo estuvo en posición, Neva actuó. Un disparo seco resonó por la fábrica, y gritos comenzaron a llenar el espacio. Los hombres de Rossi, sorprendidos, salieron de sus posiciones, disparando al aire sin saber bien de dónde venía el ataque. Fue el momento perfecto.
-Ahora, Dorian. -La voz de Neva llegó con precisión, y no dudé.
Abrí la puerta de golpe, entrando al salón principal, donde tres de los infiltrados estaban reunidos. Sus rostros mostraron sorpresa, pero no tuvieron tiempo de reaccionar. Disparé con precisión, derribando al primero antes de que pudiera levantar su arma.
El segundo intentó correr hacia una escalera lateral, pero Roderick lo interceptó desde la planta alta con un disparo certero. El último, desesperado, arrojó su arma y levantó las manos, temblando.
-Por favor... no me mates. Rossi me obligó. -Las palabras salieron en un murmullo desesperado, pero yo no tenía tiempo para sus súplicas.
Me acerqué con pasos firmes, apuntándole directamente.
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El rubí del Emperador [+18]
Любовные романы-¡Lang lebe der Kaiser! -exclaman al unísono una vez abajo. Athena Harrison había vivido cuatro años terribles trabajando en el club nocturno Heaven's; había perdido toda esperanza de vivir otra vez, hasta que, en una noche inesperada, su destino ca...