Capítulo 3 - Un último intento.

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El Maestre Gerardys le sonrió débilmente y le tendió las hierbas pero el príncipe aún permanecía en silencio, mirando a un punto fijo en el estante de especias curativas

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El Maestre Gerardys le sonrió débilmente y le tendió las hierbas pero el príncipe aún permanecía en silencio, mirando a un punto fijo en el estante de especias curativas

–Mi príncipe, no es nada de lo que deba preocuparse, si el caso es este... Entonces podemos resolverlo– animó

–Pero si no lo es...¿Qué haré?¿Qué se espera de mí?– estaba muy aturdido

El Maestre le miró y volvió a acercarle las hierbas

–Piense que tan solo es este mal y que con esto podrá solucionarlo, no es nada malo– dijo con suavidad

–¡¿Dices que no es nada malo haber perdido la capacidad de engendrar?!– gritó exasperado

El contrario dió unos pasos hacia atrás, sabía que el príncipe reaccionaría de esa forma y era mejor ser cautelosos

–No he dicho que sea infértil, alteza- expuso –Esto– pausó mostrando las hierbas –Es solo para aumentar la posibilidad, hará que la producción de esperma de su cuerpo sea mayor. Al ser un alfa dominante y puro, siendo un caso especial, quizá pudo ser algún mal en su desarrollo pero con esto podemos restablecerlo– habló

Daemon pasaba sus manos por su rostro con frustración, lo habían intentado todo, todo lo que estaba al alcance de los Maestres.
Ambos alfas se habían sometido a brebajes y hierbas, ambos habían tomado los mismos tratamientos pero nada había funcionado. Sin embargo, Rhaenyra Targaryen había engendrado cinco hijos por lo que racionalmente ella no era el problema y lo único que quedaba por hacer era tratar a Daemon Targaryen por individual

–Soy un alfa puro ¿Cómo no puedo engendrar mis propios hijos?– se quejó

–La cantidad de flujo seminal que su cuerpo produce tal vez no sea suficiente– trató de responder

–¿Cómo lo sabes?– preguntó

Gerardys resopló y le indicó al príncipe que se acercara

–Será incómodo, mi príncipe, pero necesito que me muestre– habló

–Mostrarle...– el alfa repitió confundido

–Debo pedirle que...– Gerardys paró un minuto y suspiró cansado –Debo pedirle que eyacule– indicó

Los ojos violetas se abrieron de par en par y rápidamente dió un paso atrás mientras se negaba.
El príncipe canalla no era conocido por el pudor o la timidez ni siquiera por el respeto a otros pero, mostrarse ante el Maestre era algo que no estaba dispuesto a considerar

–No se escandalice, porfavor– pidió

–¡¿Quieres que me caliente contigo?!– el platinado estaba gritando

Los ojos del Maestre se pusieron en blanco, entendía que su príncipe estaba desesperado por un hijo pero, no terminaba de creerse que el juicio del Targaryen estuviera tan poco razonable

𝑳𝒂 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒅𝒓𝒂𝒈𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora