Capítulo 6: El Pueblo está en Peligro

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KOSMOS

GUERRA POR LA EXISTENCIA

Capítulo 6: El Pueblo está en Peligro.

Los niños y Alexander emprendieron el cansador viaje de vuelta a Gignit.

Al principio, los niños caminaban animados y discutiendo algunos temas de la práctica. Todavía se les vía con ánimos y con bastante energía, incluso parecía que podrían continuar con el entrenamiento.

Pero poco a poco las risas decrecían hasta que los tres quedaran totalmente en silencio y enfocaban todas sus energías solo en caminar, ya se les dificultaba la simple acción de poner un pie frente al otro y avanzar. Obviamente son niños, es obvio que estarían en tal estado.

Alexander dio un vistazo tras de sí tratando de ahogar una risilla la cual había buscado escapar de entre sus labios. Ver a sus pequeños discípulos le ocasiono cierto sentimiento de felicidad, le causó alegría y hasta ternura, pues, ya que los niños en verdad se esforzaron bastante n el entrenamiento y más felicidad le daba el hecho de que todos ellos entendían sus explicaciones.

Actualmente los niños se veían cansados, destrozados y algo adoloridos.

Como hasta hace unos momentos aún estaban eufóricos y entre risas, fueron incapaces de sentir la fatiga cargada a sus pequeños cuerpos. Y ahora, como toda la euforia y remanente de energía desapareció lo han estado sintiendo todo el tiempo.

Alexander podría correr y llegar en solo cuestión de unos minutos, pero, su corazón se apiado de los pequeños pues ellos en verdad no daban más. Además, por nada del mundo abandonaría a su hijo a los pequeños que tanto quería, Mathias y Sebastián eran hijos de amigos muy cercanos.

Además, los pequeños pasaban tanto tiempo en su casa que no estaría mal decir que son parte de la familia.

Pero, por sobre todo, si él hiciera eso, se las tendría que ver con Valentina quién probablemente le dé la reprimenda de su vida.

–Estoy muy cansado. –dando un quejido, Sebastián observó a la cómoda espalda de Christopher, la cual más que una espalda parecía ser una silla. –Una silla. –Sin previo aviso, él se montó a la espalda de su amigo haciendo que este se quejara con un gemido:

-nnnn-

–Si, que silla tan cómoda. –Mathias siguió su ejemplo, montándose en la tan cómoda silla, aunque él fue a la espalda de Sebastián. De esa manera, los niños dejaron descansar a sus cansadas piernas.

La otra cara de la moneda, una mueca de molestia se estaba formando en los labios de aquel considerado como una cómoda silla. Christopher fue el único quien no tuvo el placer de permitirse descansar, aunque sea un momento. Y eso lo enfurecía.

Con una sonrisa de puro hastío y maldad recogió una rama que justamente estaba a su alcance. Se preparaba para dar unos cuantos golpes a las cabezas de los dos polizones que invadieron su espalda.

Por suerte Alexander trasladado a Mathias desde la espalda de Sebastián hacia la suya.

Alexander notó que tanto Mathias como Sebastián estaban profundamente dormidos, a tal punto de que delgados hilos de baba eran visibles deslizándose de entre sus labios.

–¿Por qué no realizamos un último entrenamiento entre padre e hijo?. –Preguntó Alexander guiñándole un ojo. –¿Qué dices? Yo solía entrenar de esta manera.

Christopher dio un último suspiro pensando. –¿Por qué no? –Así que asintió–. Me parece bien, usemos a estos sacos de papas como pesas, además todavía tengo algo de energía.

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