Paula Morelli
El resto de nuestro viaje fue emocionante. Era la primera vez que viajaba fuera del país, y me encanta que haya sido a lado de alguien que quiero de verdad.
No es difícil querer a Sebastian, a pesar de lo gruñón que es en su oficina, me encanta sacar aquel lado de él que lo hace ser él mismo.
Volver a casa se siente distinto, porque pese a que ante los ojos de los demás llevamos tiempo de relación, para nosotros es algo completamente nuevo. Nuevo, pero emocionante. Porque jamás pensé que alguien como Sebastian pudiera ser tan romántico. Cenas a la luz de la luna, bailes en los lugares más lujosos de Londres, abrazos y contacto físico cada que puede.
¿Están seguros de que los ovnis no lo raptaron, lo clonaron, y me entregaron a otro Sebastian?
Cuando regresamos a nuestro país decidimos pasar primero a casa del abuelo. Habíamos comprado un par de obsequios para él, más algunos que envió Arthur.
Nos recibió con alegría cuando tocamos a su puerta, nos pidió detalles sobre todo el viaje y cómo había ido. Una risa de escapó de mi boca cuando me preguntó en particular, como me había ido con Sebastian. Y respondí con sinceridad; maravilloso.
Sebastian estaba tan agotado que decidió darse una ducha en casa del abuelo, mientras yo disfrutaba de una platica amena a su lado.
—Realmente me alegra que la hayan pasado bien—comenta el abuelo—para muchos Paris es la ciudad del amor. Fácilmente pude mandarles viajes hacia ese lugar, pero... para mí Londres es donde se encuentra el amor .
—¿Es por Stella?
Asiente con la cabeza, y noto como sus ojos se agudizan un poco.
—Viajamos ahí por nuestra luna de miel—dice, con nostalgia—ahorré todo lo que pude para que el viaje fuera inolvidable.
—Estoy segura de que lo fue...—intento reconfortarlo.
—Sé que lo fue, porque aún cuando el Alzheimer cada vez avanzaba más, ella seguía recordando eso. Recuerdo que me decía, "¿Quién es usted? Mi esposo estará muy molesto si se entera de que usted está aquí. Él está en Londres, vendrá por mí muy pronto"
—Sé que lo amó hasta el final de sus días, a su manera, pero lo hizo.
Tomo su mano por encima de la mesa y le acaricio.
Después, una idea viene a mi mente.
—¿Usted me dejaría pintarle un cuadro?
—¿A mí?—pregunta, entre risas.
—Si...—respondo—a usted. Quiero plasmar su esencia en un lienzo.
—Creo que tendrías cosas mucho más lindas que pintar, hija...
—Usted es muy lindo, señor. Claro que se merece un cuadro—río.
—Está bien—sonríe—acepto tu propuesta, pero—advierte—preocupa que mis arrugas no se vean demasiado.
—Cuente con ello—respondo, sonriendo.
—Y una cosa más, no quiero que me digas "señor", soy "abuelo" ¿Entendido?
—Si, señ... abuelo—me corrijo y reímos al mismo tiempo.
Después de unas horas nos despedimos del abuelo, y emprendimos el viaje a casa. Queríamos llegar a casa de mis padres, pero estábamos demasiado agotados con el viaje, por lo cual, decidimos ir a casa.
Ya habrá tiempo para lo demás.
(...)
—Pose más natural—digo entre risas.
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"El caos que somos"
RomancePaula Beck, secretaria de Sebastian Morelli, un importante y gruñón empresario. Quien además de ser egocéntrico es ambicioso, y con el objetivo de agrandar su fortuna debe contraer matrimonio lo antes posible y permanecer casado por lo menos seis me...