CAPÍTULO 48

5 1 0
                                    

"Para nada nos separe, que nada nos una"

Daniel

Dos días antes.

¿Está vivo?

Meterme en la boca del lado no era mi opinión al llegar aquí, pero no voy a irme sin lo que he vendido a buscar, así que, si es la única manera de conseguirlo es arriesgando mi vida, lo haré.

Calypso se merece más que un mentiroso como Lykos Lancier a su lado, es una mujer que quiero y que voy querer siempre, y aunque me diga lo contrario, sé que también me quiere y se dará cuenta cuando descubra la rato que es el hombre que está a su lado ahora.

Miro al rededor de mí, el cuarto en él que me ha dejado los dos hombres de seguridad parece una puta sala de tortura, hay todo tipo de materiales de torturas, y hasta los que nunca he visto en mi vida.  Sabía que existían esposas, chalecos electrochoque, pero no sabía que existía también cinturones paralizantes hasta el día de hoy, me levanto de la silla sobre la que me dejaron, camino despacio detallando el dichoso cinturón, hay electrodos situados en la parte que conecta con los riñones.

Cómo un ser humano puede tener cosas así, y lo más preocupante es sobre quién usas esto. Me siento otra vez al escuchar las voces desde de afuera.

—Ha dicho que es su asistente y que ha venido con usted, pero que siempre se quedaba en el coche.

Se escucha el ruido de la llave al abrir la puerta.

—Ahí está.

Solo entra el doctor, los dos hombres esperan fuera, cerrando de nuevo la puerta.

El hombre me mira, no lleva la típica blusa blanca que los doctores siempre llevan puesto, él está vestido casual, unos pantalones de vaqueros y una camiseta blanca. Me levanto  para estar a la misma altura que él, detalla mi cara como si buscara algo en especial.

—Nunca lo he visto, su cara no me suena a ningún paciente que he tenido en el pasado, así que me va a explicar, ¿Cómo es que nos conocemos?

—Soy Daniel Random, el hijo del comandante Ricardo Random.

Le doy la mano, la mira y ya.

—¿Y desde cuándo lo he contratado como mi asistente, señor Random?

—Yo sé que he mentido para llegar hasta usted y lo siento, pero era la única manera de verlo.

—¿Qué necesita de mí?

No sé la relación que tiene con Lykos, y decirle la verdad sobre mi visita aquí sería un gran error.

—Tengo mi casa a unos minutos de la este lugar, y desde esta mañana he visto movimientos muy extraños alrededor de su casa.

—¿Y no ha pensado decírselo a los hombres de seguridad?

Mierda. Necesito que me crea para que me ayude a quitarme de encima a los dos traidores que están afuera esperando a que llegue para decirles lo que he visto aquí dentro.

—No podía, es como si estuviera vigilado todo el tiempo y decírselo a ellos me pareció riesgoso.

Asiente.

LA RULETA NEGRA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora