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Moa pov:

Iba a trote bajo con las chicas, no podía correr mucho debido a mis heridas y el dolor que tenía en todo el cuerpo debido a los golpes recibidos.

-No la habrá marcado ¿o sí?- preguntó Miko preocupada, terminó por agarrar mi cintura y ayudarme a andar.

-No, no tiene marca de mordida en el cuello ni el hombro- Yui negó y se me acercó, tomó mi rostro entre sus manos -Tampoco tiene fiebre, estaría retorciéndose del dolor además-

-¿Podemos seguir? ya no quiero estar aquí, este lugar me pone los pelos de punta- dije como pude, las heridas en mi boca eran muchas.

-Claro, vamos, vamos- Yui se puso con Miko a llevarme, obviamente no quería que ellas llevaran todo mi peso por lo que caminé a paso lento.

La casa estaba llena de cadáveres, los ventanales rotos, hoyos en las paredes, había un silencio casi aplastante en el lugar. Nos acercamos a la entrada alertas, no estábamos en condiciones de volver a pelear o algo así.

-¡¡Vengan si tienen huevos!!- Kenzo apareció como un Rambo salido de Dios sabe donde, se detuvo al vernos -Chicas, están de la mierda, ¿y Su?- miró detrás de nosotras.

-Se estaba encargando de Seiko y sus tíos que nos tenían cautivos- Momoko tenía agarrados a los niños -Nos obligó a escapar, ya sabes como es-

-¿Y tus cosas Moa?- me miró directo a mí -No es por ofender cariño pero estás hecha víctima de ataque zombie- abarcó mi cuerpo con los brazos.

-Me las quitaron y ocurrió pues lo normal- hice una mueca y me miré como pude, al menos ya no sangraba.

-Estás destinada a no tener tatuajes, con tanta cicatriz tienes historias para contar cuñadita- él le encontró lo bueno a la situación -Eso es de gángsters y no mierdas-

-¿Podemos ir a la camioneta? necesito de verdad curar a Moa- saltó Yui otra vez.

-Vamos, el terreno está limpio- nos precedió afuera, el aire estaba viciado de sangre y pólvora -Y no lo esperé pero algunos pollitos dijeron pío, la vieja está oculta en algún lugar secreto de la casa y que ansía ver a Su no sé para qué-

-Se puede esperar cualquier cosa la verdad- me quejé cuando llegamos a la camioneta y me hicieron sentar, me dolía todo.

Me quité la parte de arriba, quedando en sostén, las heridas se veían bastante mal en conjunto con la tierra y la sangre seca.

-No es nada que no haya visto- Yui suspiró y se puso los guantes -Los problemas después de todo nos persiguen- agarró una botellita y limpió la zona con algodón, tomó una jeringa y le puso la aguja.

-Ay, avisa ¿quieres?- sentí el pinchazo sorpresivo de la aguja y un líquido frío entraba en mí -Duele y lo sabes- la miré con reproche.

-Perdón princesita pero no se me ocurrió decirte que te voy a pinchar- rodó los ojos -Te inyectabas y ahora chillas por un jeringazo de anestesia, ¿y te consideras ex adicta?- me mostró la aguja usada.

-Eso es una aguja infernal, las otras no tienen nada que ver- refuté y evité mirarla.

-Llorona- me picó en broma y yo le tiré un golpe.

Me curó a conciencia, teniendo cuidado de desinfectar, coser y vendar toda la zona afectada con aire profesional. Terminó de poner la cinta y miró su trabajo, quitándose los guantes con un suspiro.

-Cuando dejes de estar en problemas yo me voy a jubilar- cerró el botiquín con aire divertido.

-Ni que fuera tan problemática- rodé los ojos y me volví a poner todo, con algo de dificultad esta vez.

Feromonas y Heroína (TEMPORADA DOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora