Cuando Alex estampó su boca contra la mía, mi cerebro se apagó por un momento. Esta vez, no hubo espacio para pensarlo, solo reaccioné.Había besado a muchos chicos a lo largo de mi vida, pero nada, absolutamente nada, se sentía como esto. Su cuerpo empujó el mío dentro del cubículo del baño, sin separarse ni un segundo de mis labios. Necesitaba que estuviera más cerca, más pegado. Las protecciones de hockey entre nosotros nos limitaban, pero eso solo me hacía quererlo con más intensidad.
Escuché el clic de la puerta cerrándose detrás de nosotros.
—Emily... —su voz salió entrecortada, ronca, luchando por recuperar el aire.
No quería que hablara. Necesitaba que siguiera besándome, tocándome, pegándose más a mí.
—No digas nada... solo bésame, por favor.
La respuesta llegó de inmediato, sus labios se estamparon contra los míos otra vez, y joder, qué sensación.
De repente, sus manos empezaron a descender por mi cuerpo, hasta llegar al dobladillo de la camiseta del equipo que llevaba puesta ese día.
—¿Puedo? —preguntó, y asentí sin poder pronunciar palabra. Mi cuerpo ya había tomado el control. Necesitaba sentirlo, sus labios, su lengua, su cercanía.
En un movimiento rápido, me quitó la camiseta, que probablemente terminó tirada en el suelo. En el siguiente segundo, Alex me levantó por los muslos, colocando mi espalda contra la pared del cubículo. Mis piernas se enrollaron alrededor de su cintura, y sentí su erección presionando contra mí, lo que despertó en mí una necesidad que no reconocía.
Quería tocarla, tenerla entre las manos, entre mi boca, dentro de mi....Normalmente, nunca llegaba a la penetraciòn, no me gustaba, y no hacía falta para llegar al punto de placer. Pero mi cuerpo lo pedía a gritos con este chico y no entendía por qué. Y eso me acojonaba.
Él se pegó aún más, como si encajáramos a la perfección. Sentí cómo su cuerpo se ajustaba al mío, y una necesidad urgente surgió en mí. Quería más... quería tocarlo, tenerlo más cerca, más profundo.
Nunca había necesitado tanto a alguien, nunca me había sentido tan... vulnerable. Pero con él, era diferente.
Sentí sus labios recorrer mi cuello, y un gemido se me escapó antes de que pudiera detenerlo. El calor en mi vientre era abrumador, casi insoportable.
Con las piernas lo apreté más contra mí. Él levantó la cabeza, y sus ojos, llenos de deseo y urgencia, me miraron. Su respiración era tan agitada como la mía. Necesitaba más.
—¿Qué necesitas, Emily? Dímelo. —sus palabras fueron una mezcla de deseo y suavidad, pero yo apenas podía organizar mis pensamientos mientras sus labios continuaban explorando mi piel.
Justo cuando llegó al espacio entre mis pechos, escuchamos la puerta abrirse.
—Em, ¿estás aquí? Tu tío te estaba buscando... —Era Dela, con su habilidad especial para aparecer en el peor momento posible.
Alex dejó caer su cabeza sobre mi pecho, y yo me aferré a su cintura, como si no quisiera separarme de él ni un segundo más.
—Sí, ya voy. —Intente sonar normal, pero la urgencia en mi voz delataba lo contrario. Aún así, Alex no dejaba de besarme el cuello, la clavícula, mi piel.
—No tardes, bella, que hay fiestuki. —Su tono estaba cargado de diversión, como siempre, pero la palabra "fiestuki" me hizo reír.
Alex, todavía con la cabeza sobre mi pecho, me miró.
ESTÁS LEYENDO
Chispas en el hielo - serie corazones en el hielo I
Novela JuvenilEmily Carter regresa a su helada ciudad natal, Summit Spring, después de diez años, decidida a completar sus prácticas como relaciones públicas del equipo local de hockey, los Summit Bears. Lo que no esperaba era que su tío la hiciera instalarse y v...