El amanecer llegó lentamente, iluminando el interior de la cabaña con tonos dorados. El bosque aún estaba envuelto en un manto de niebla, y el mundo parecía haberse detenido, como si fuera un respiro entre las tormentas que no tardarían en volver. Caesar, apoyado contra la pared de madera, observaba a Zhenya, quien dormía profundamente por primera vez en días.
El rostro de Zhenya, relajado en el sueño, era un contraste marcado con la dureza que normalmente mostraba. Caesar se sorprendió a sí mismo pensando en lo mucho que deseaba proteger esa paz. Sus dedos juguetearon con el borde de la chaqueta que había usado para cubrir a Zhenya, y por un momento, sus pensamientos vagaron a lo impensable: ¿Qué sería de su vida si lograran salir de todo esto? ¿Si pudieran encontrar un lugar donde las balas y las traiciones no los alcanzaran?
Zhenya despertó poco después, parpadeando lentamente hasta que su mirada se encontró con la de Caesar. Una leve sonrisa se formó en sus labios, aunque aún parecía cansado.
—¿Has estado despierto todo este tiempo? —preguntó Zhenya, su voz ronca por el sueño.
—No podía dormir —admitió Caesar, encogiéndose de hombros. Era cierto, pero no por las razones que Zhenya asumía. Su mente había estado ocupada con pensamientos que no podía apartar.
Zhenya se enderezó lentamente, su mano tocando instintivamente el vendaje en su hombro. —Gracias por esto... Por todo, realmente. Sé que no es fácil cargar con alguien como yo.
—Zhenya... —Caesar lo interrumpió, sus ojos serios y penetrantes—. No vuelvas a decir algo así. No estás aquí porque seas un peso. Estás aquí porque no puedo imaginarme haciéndolo sin ti.
Las palabras cayeron entre ellos como una bomba, llenando el espacio con un silencio cargado. Zhenya lo miró, sorprendido por la intensidad en la voz de Caesar. Su respuesta fue un susurro apenas audible: —Tampoco quiero hacerlo sin ti.
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Tras el desayuno improvisado con lo poco que quedaba de sus provisiones, los dos se sentaron a planificar su siguiente movimiento. Caesar extendió el mapa sobre la mesa, sus dedos marcando un punto al noreste.
—Aquí hay un contacto que podría ayudarnos. Se llama Irina. Es una antigua agente que trabaja fuera del radar. Si alguien puede sacarnos del país, es ella.
Zhenya asintió, pero su mirada se perdió por un momento en las marcas del mapa. —Caesar, ¿alguna vez has pensado en qué harás cuando todo esto termine? Si logramos salir de aquí vivos, quiero decir.
La pregunta lo tomó por sorpresa. Caesar, acostumbrado a vivir en el momento, rara vez se permitía pensar en un futuro que no estuviera lleno de conflictos. Pero ahora, con Zhenya a su lado, algo había cambiado.
—No lo había pensado mucho... Hasta ahora. —Caesar levantó la mirada y la sostuvo en los ojos de Zhenya—. Pero si salimos de esto, quiero algo diferente. Algo que nunca he tenido: paz.
Zhenya soltó una risa suave, aunque había un tinte de melancolía en ella. —Paz... Suena como un lujo. Pero si alguien puede construirla, eres tú.
La conversación se desvió hacia los detalles del viaje, pero la carga emocional entre ambos seguía presente. Esa noche, mientras compartían una manta junto al fuego improvisado, Zhenya rompió el silencio.
—Caesar, hay algo que nunca dije en todo este tiempo. —Sus palabras eran lentas, cargadas de nerviosismo—. Nunca pensé que podría sentir esto por alguien, menos en una situación como esta.
Caesar, que estaba a su lado, se giró para mirarlo con atención. —¿Esto? —preguntó, con un destello de curiosidad y algo más en sus ojos.
Zhenya asintió, apartando la mirada por un segundo antes de volverla a encontrar. —Tú... Me haces querer algo más que solo sobrevivir. Y eso me asusta. Pero al mismo tiempo, me da esperanza.
La respuesta de Caesar no fue con palabras. En cambio, se inclinó hacia Zhenya y lo abrazó, un gesto que era a la vez protector y lleno de una calidez que había estado reprimiendo durante demasiado tiempo.
—No estás solo en esto, Zhenya. Lo que sientes... Lo siento también. Y no dejaré que el mundo nos lo quite.
Esa noche, bajo la luz tenue del fuego, Caesar y Zhenya comenzaron a construir algo más que un plan de escape. Construyeron una promesa silenciosa, un vínculo que se hacía más fuerte con cada peligro que enfrentaban. Y aunque el camino por delante seguía siendo incierto, ambos sabían que, juntos, podrían enfrentarlo.
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En La Sombra De La Obsesión. CAESAR X ZHENYA.
FanficLa misión en Praga los llevó al mismo lugar: una antigua galería, donde el arte se mezclaba con secretos de Estado. Caesar Alexandrovich Sergeyev, el agente ruso conocido por su mirada glacial y precisión letal, y Yevgeny (Zhenya) Vissarionovich Bo...