El clima helado persistía mientras Caesar y Zhenya continuaban su travesía hacia el contacto que prometía ayudarlos a salir del país. La cabaña había sido un breve respiro, pero el peligro seguía acechando, y ambos lo sabían. Sin embargo, algo más inquietaba el aire: un peso invisible que parecía haber surgido desde su conversación de la noche anterior.
El silencio entre ellos no era habitual, y aunque Caesar mantenía su habitual mirada firme y atenta, había algo más en su expresión. Zhenya lo notó, pero prefirió guardar sus preguntas. Su vínculo recién descubierto, aunque fuerte, era todavía frágil, y no quería correr el riesgo de dañarlo.
Mientras avanzaban por el bosque, Caesar detuvo su paso de repente, levantando una mano para indicar a Zhenya que se detuviera. Sacó su arma con movimientos calculados y miró alrededor.
—¿Qué pasa? —preguntó Zhenya en voz baja.
Caesar no respondió de inmediato. Sus ojos estaban fijos en algo a lo lejos: una figura inmóvil junto a un árbol caído. Se acercaron con cautela, y al llegar, encontraron el cuerpo sin vida de un hombre. Sus ropas desgarradas y el arma caída a su lado lo identificaban como uno de los perseguidores enviados tras ellos.
—Esto no tiene sentido —murmuró Caesar, inspeccionando el cadáver. Una bala certera en el pecho había acabado con él. Miró a Zhenya con seriedad—. Esto no fue casual. Alguien más está aquí.
Caesar revisó los bolsillos del hombre muerto y encontró un papel arrugado. Lo desplegó, sus ojos oscureciéndose al leerlo.
"No confíes en él. Él te llevará a tu final."
Zhenya, al ver el cambio en la expresión de Caesar, se acercó. —¿Qué dice?
Caesar guardó el papel antes de que Zhenya pudiera verlo, su mandíbula apretada. —Nada. Solo una trampa más de nuestros enemigos.
Pero las palabras del mensaje no dejaban de resonar en su mente. Dmitry había mencionado durante su última conversación que había fuerzas internas jugando en su contra, pero Caesar nunca creyó que las sospechas pudieran recaer sobre Zhenya. Ahora, una pequeña semilla de duda comenzaba a germinar.
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Esa noche, mientras se refugiaban en otra cabaña improvisada, el ambiente se volvió más tenso. Zhenya notó que Caesar estaba más callado que de costumbre, y aunque intentó iniciar una conversación, las respuestas eran cortas y distantes.
—¿Qué pasa contigo, Caesar? —preguntó finalmente, su tono una mezcla de frustración y preocupación—. Algo te está molestando, y no es solo el peligro que enfrentamos.
Caesar lo miró, su expresión endurecida. Por un momento, consideró callar, pero decidió enfrentarlo. —¿Qué sabes de Dmitry? ¿Cuánto tiempo llevabas hablando con él antes de que nos encontráramos?
Zhenya frunció el ceño, confundido. —¿Qué clase de pregunta es esa? Apenas lo conocí cuando llegamos a la iglesia. Tú eras el único que tenía contacto con él.
—Entonces, ¿por qué había un mensaje insinuando que no debía confiar en ti? —preguntó Caesar con frialdad, sacando el papel y mostrándoselo.
Zhenya lo leyó, sus ojos ensanchándose de incredulidad. —¿Crees que esto significa que soy un traidor? —Su voz estaba cargada de dolor—. Caesar, ¿realmente crees que haría algo para ponerte en peligro?
Comenzaba la llama de la Desconfianza, Caesar guardó silencio, luchando contra las emociones encontradas. Su lógica y su instinto estaban en conflicto. Por un lado, sabía que Zhenya le había salvado la vida y compartido momentos de vulnerabilidad que parecían genuinos. Por otro lado, no podía ignorar el mensaje y la posibilidad de que estuvieran jugando con sus emociones.
—No lo sé, Zhenya. Esto no se trata solo de confianza. Se trata de sobrevivir. Y no puedo permitirme bajar la guardia.
Zhenya dio un paso atrás, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y rabia. —Entonces tal vez nunca bajaste la guardia conmigo, Caesar. Tal vez siempre has estado esperando que haga algo que confirme tus sospechas.
—¡No es eso! —gruñó Caesar, pero Zhenya ya había dado la vuelta, alejándose hacia un rincón de la cabaña.
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La noche pasó en un incómodo silencio. Caesar permaneció despierto, su mente atrapada en un ciclo interminable de dudas y culpa. Zhenya, aunque fingía dormir, estaba igual de inquieto. Habían sobrevivido a enemigos externos, pero ahora enfrentaban un conflicto interno que podía ser igual de devastador.
Cuando los primeros rayos del sol iluminaron la cabaña, Caesar se acercó a Zhenya, quien se estaba preparando en silencio para seguir adelante.
—Zhenya... Lo siento. No debí dudar de ti —dijo Caesar, su voz más suave de lo habitual.
Zhenya lo miró por un largo momento antes de responder. —No quiero tus disculpas, Caesar. Quiero que confíes en mí. Si no puedes hacerlo, entonces tal vez este viaje no tiene sentido.
Las palabras golpearon a Caesar como un puñal. Sabía que Zhenya tenía razón. Si no encontraba la manera de superar sus propias dudas, podría perder algo mucho más valioso que cualquier misión.
Mientras se preparaban para partir, la tensión seguía presente, pero también lo hacía una determinación silenciosa. Ambos sabían que el próximo paso no solo definiría su supervivencia, sino también el destino de su relación.
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Queda poco para el final
Con amor, Barbiee-
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En La Sombra De La Obsesión. CAESAR X ZHENYA.
FanficLa misión en Praga los llevó al mismo lugar: una antigua galería, donde el arte se mezclaba con secretos de Estado. Caesar Alexandrovich Sergeyev, el agente ruso conocido por su mirada glacial y precisión letal, y Yevgeny (Zhenya) Vissarionovich Bo...