Somnifero rojo

12: Un beso y un alivio

Llegó la noche y los niños regresaron al sótano cuando la fiesta llegó a su fin debido a que estaban cansados de estar jugando de un lado al otro, se podría decir que todo fue a tomar de boca para esos pequeños, pero pudo notar que algo había estado fuera de lugar para los búhos enmascarados y era la falta de presencia de Cyrus en la fiesta, los niños obviamente no iban a darle importancia, ya que estaban muy a su rollo y no iban a estar tan atentos a aquello que está rondando a su alrededor aun si estuvieran acostumbrando a ello.

Suspiro y se alejó del sitio que había estado usando por horas para vigilar la llegada de Cyrus, todo su cuerpo se encontraba tenso y dolía al movimiento siendo principalmente su espalda baja la del problema por ni siquiera sentarse en el suelo para descansar las piernas, su única opción de momento era caminar para estirar el cuerpo e ir a su habitación para tomar una buena siesta, pero su cuerpo se detuvo a medio camino cuando por encima gracias a una sombra pudo apreciar la figura alada de un ave, al azar la mirada descubrió la forma humanoide y de inmediato con el dolor de espalda aún latente, comenzó a correr tras esa ave.

Volaba de forma breve prácticamente planeando por el poco movimiento de las alas, la luna atravesaba la tela negra resaltando las curvas en el cuerpo de las que apenas podía encontrarle la formas de las plumas desde la altura en la que iba, pero encontraba que era una cantidad inusualmente pequeña al ver como se veía menos gruesas las piernas.

Apretó los dientes y corrió por los edificios derruidos intentando no perder de su vista a su objetivo incluso si tiene que llegar a un punto en el que parece un mono por la forma en que se está trepando a las paredes que se le interponen, sentía su pecho agitado y sus piernas temblar con cada paso que daba teniendo la sensación de que se estaba acercando de a poco a su objetivo aun si ni siquiera estaba seguro de ello.

Este proceso duro por varios minutos completos hasta la abrupta bajada de Cyrus apuntando las patas a algo que no podía ver desde su posición, solo sabia que levanto una enorme montaña de tierra seca que se llevó el viento.

Llegó hasta el borde del lugar y se subió a un edificio en el que podía ver lo que estaba pasando en ese lugar, parece ser que destruyó el único puente que había a kilómetros y fue por una de esas criaturas nocturnas que habitaba el territorio de gran tamaño, estaba sobre esta y la había partido a mitad usando las patas para separar la carne, no parecía muy interesado en comérselo, más bien se le notaba más interesado en buscar algo dentro del cadáver, debajo de el había un enorme charco de sangre que comenzó a irse por las grietas de lo que era el puente, por un momento se sintió como un observador de aves al presenciar la cacería de Cyrus.

Bajo del edificio hacia el otro lado con cuidado y comenzó a acercarse listo para esconderse como una rata en caso de que Cyrus no esté de humor y quede con hambre de humano, aunque lo duda.

Poco a poco mientras se acercaba pudo apreciar con mayor calidad a Cyrus y sus ojos comenzaron a abrirse en sorpresa por lo que tenía enfrente, seguía teniendo esa altura antinatural y esas piernas de ave, sus alas apuntando hacia abajo estiradas sujetando algunas extremidades del cadáver como si fuera tela, a espaldas todavía tenía esas pluma cubriéndole según podía ver entre la tela que lo envolvía, pero había detalles nuevos en aquella criatura como por ejemplo una mayor cantidad de cabello que caía hasta la espalda baja, en el pecho se veía una menor cantidad de plumas dejando a la vista la piel directamente pálida que ocultaba.

Por encima de todo pudo ver el rostro sin la máscara, resultó inesperadamente humano.

—¿Cyrus?—.

Ante su voz las plumas del cuello de Cyrus se erizaron y giro la cabeza hacia su dirección sorprendido por la interrupción, sus ojos no se habían equivocado, realmente Cyrus tenía una mirada muy intensa gracias a que tenía la esclerótica completamente negra y la iris de color blanco, así ahora se había dado cuenta en que tenía un punto diminuto como una hormiga de pupila.