Al amanecer, la luz suave del sol se filtró por la ventana, bañando la habitación en un resplandor dorado que se deslizaba por las sábanas. Abrí los ojos lentamente, y lo primero que vi fue a Fezco, aún dormido a mi lado, su rostro relajado y una mano apoyada en mi cintura, manteniéndome cerca incluso en sueños. Sonreí al verlo así, tan pacífico, tan despreocupado, y me quedé un momento contemplándolo, sin querer interrumpir la calma.
Sin embargo, un leve zumbido llamó mi atención. Extendí la mano hacia mi bolso y saqué el teléfono, encontrándome con una docena de llamadas perdidas y mensajes de Matt:
"¿Dónde estás?" "¿Por qué no llegaste anoche?" "¡Respóndeme, Vi!"
Sentí un pequeño nudo en el estómago. En toda la emoción de la noche anterior, me había olvidado completamente de avisarle a Matt que no volvería a casa. Sabía que estaría preocupado, así que le respondí rápidamente:
"Matt, estoy bien. Me quedé en casa de una amiga, ahorita te llamo."
Suspiré y guardé el teléfono, volviendo mi atención a Fezco. Me acerqué y le di una caricia suave en el hombro, despertándolo de su sueño. Él abrió los ojos lentamente, su mirada soñolienta y una sonrisa perezosa en sus labios.
—Buenos días, ma' —murmuró, mientras sus dedos jugueteaban con un mechón de mi cabello—. ¿Ya te estás escapando de mí?
—Nada de eso —respondí, sonriendo—. Pero parece que mi hermano anda en modo detective esta mañana. Olvidé decirle que me quedaba aquí y está un poco... molesto.
Fezco se rió, una risa baja que resonó en el silencio de la mañana. —¿Y piensas decírselo o vamos a dejarlo que piense que andas con algún tipo peligroso?
—Tal vez mejor le diga la verdad, aunque... —lo miré con una sonrisa juguetona—, la idea del "tipo peligroso" no suena tan mal.
Fezco arqueó una ceja, fingiendo una expresión seria mientras su sonrisa traviesa se asomaba. —¿Ah, sí? —murmuró, acercándose para besarme suavemente—. Entonces, ¿qué dices si le damos algo de qué preocuparse?
No pude evitar reír y asentí, disfrutando del momento antes de ponerme seria. —Vamos a desayunar antes de que Matt decida aparecer aquí.
En unos minutos, estábamos en la cocina, preparando algo sencillo, sentí sus brazos rodearme desde atrás, y su mentón descansó en mi hombro.
—¿Sabes? —susurró al oído, con su voz profunda y cálida—. Me gusta verte aquí en mi casa, casi parece que esto... podría repetirse.
Giré un poco la cabeza para mirarlo, divertida. —¿Ah, sí? ¿Y qué te hace pensar que me verás aquí seguido?
