En el libro 1 leímos varios gritos de Auxilio de los amantes, no termino bien
¿Raphael después de noventa días regresará vivo?
Arianna Marie Troom está dispuesta a matar a Karina Vergel, con su esposo y padre de sus hijas nadie se mete, la versión...
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Sacrificios dolorosos
Parte III
En los pasillos del Juzgado.
Karma.
Antes de leer el final del matrimonio que tanto nos costó lograr, debo aclararles que Arianna decidió jugar la carta del yo me olvido de todo lo que me hiciste con tal de que vuelvas a mi lado, puede que pase, como puede que no pase, esperemos que el destino quiera darnos un poco de felicidad en esta parte del capítulo.
Raphael.
La veo entrar al juzgado y todo se me paraliza, volvió a su cabello negro, esta corto pero le queda muy sensual, a sus trajes ajustados, se le ven unas piernotas, me las imagino apretándome el rostro con ellas, mientras me deleito con lo que me envicia, ya me muero por ver como se le ve el culo, joder que belleza de mujer, mi mente divaga, pero mis ojos se clavan en aquella blusa con escote, mis niñas se medió asoman, recordándome que en mucho tiempo no las podré tocar, ni manosear, como me gusta, hago un micro puchero, sí, soy un bebé que dejaron sin sus pechos favoritos, alzó la mirada y nos vemos...
Se acerca y dice:
- Señor Taylor, limpie la baba que le está cayendo, manchara su traje caro.
- Señorita Troom, yo no babeo y menos por mujeres.
- ¡Claro! Recuerdo cuando babeabas al verme desnuda.
- Eres un monumento es obvio babear ante eso.
- ¡Ajá, claro, claro!
- Pero sabes tú también, te babeas por mí, o no recuerdas cuántas veces con la lengua fuera y babeando me pedías más.
- Raphael te tengo una pregunta.
- Dime.
- ¿Cuantas veces mi ropa interior combinó en nuestros encuentros?
- ¿Durante todos estos años o mientras estuvimos casados?
- No se vale contestar con una pregunta, pero mi respuesta es, durante todos estos años.
- Siempre combinó - sonríe de manera burlona- ¿Que estás tratando de insinuar?
Nos vemos, se acerca y al oído me susurra.
- Que todas esas veces, la que te tenía en su cama, cada vez que quería era yo, no tú, que cada vez que tú gemías mi nombre al venirte, era por qué estabas entre mis piernas, porque yo te quería ahí- me pega a la pared- Yo soy tu debilidad, no lo niegues.
- No eres nada-me recorre, respiro profundo- menos que nada- su mano se posa en el botón inicial de mi pantalón, jadeo- salte de mí espacio personal.
