》Secretario •°Itadei°•

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【🌙】

—Por eso te dije— Madara suspiró— lo que pasó con aquella muchacha, Konan, fue por culpa de tu descuido. Te he advertido muchas veces pero no haces caso, ni si quiera quieres elegir algún compañero para ti.

—Yo... ya elegí a mi compañero— su voz sonaba mucho más fastidiada, lleva días reprochandole aquella horrible vez— No tienes porque preocuparte por eso.

—¿Lo consideraste por fin?— su sorpresa no se hizo esperar— vaya, pensé que moriría antes de poder hacerte entender— tomó un sorbo de té que se encontraba en la mesa— ¿Qué pasa con ese té tan desagradable?

—Lo preparé yo— suspiró— aún no estoy acostumbrado a hacerlo.

—¿Porqué lo estás haciendo tú? ¿No es trabajo de los sirvientes?

—Los despedí a todos

—¿Qué? ¿A todos? ¿Porqué razón?

—Me siento más cómodo estando solo— tomó asiento frente a su abuelo— es mejor no confiar en nadie

—Itachi, hacer todo eso para tu comodidad es algo...

—Abuelo... es mejor que ya se vaya ¿o aún no tiene suficiente té?— sonrió

【🪐】

Los pasillos de la gran mansión estaban muchísimo más silenciosos que antes, habían pasado algunos pocos días desde aquel incidente, la casa se veía mucho mas solitaria que antes, el polvo y el olor a humedad empezaba a acumularse por la morada.

Itachi deambulaba a paso lento por los largos pasillos, llevaba una charola con comida entre sus manos.

Caminó hasta llegar a una puerta de color blanco, tocó y sin esperar alguna respuesta de la persona del otro lado, entró.

Al interior de esa fría habitación se encontraba el rubio con las manos atadas entre sí y, a su vez, una cadena las sostenía al respaldo de la cama, parece haber perdido todo interés en vivir, Deidara no le dirigió la palabra o siquiera lo miró.

Se adentró y dejó la bandeja con comida en una cajonera que se encontraba a lado de su cama.

—Come— más que una sugerencia parecía una orden, aunque parecía en vano, el contrario no había tocado la comida desde hace días y se veía cada vez más desgastado.

—¿No puedes quitarme esto?— preguntó mostrando el objeto que aprecionaba sus muñecas— es difícil comer así— el tintineo de las cadenas se hizo presente.

—No se puede evitar, ¿verdad?— la mirada de desprecio ya no era algo nuevo, cada vez que Itachi llevaba la comida a su cuarto le dedicaba una expresión de odio.

—Tu idea de venganza es peculiar— se acurrucó entre sus piernas y brazos.

—No puedo confiar en ti— el pelinegro se encontraba ligeramente alejado del omega, suspiró y continuó hablando— Te he estado investigando— la mirada cansada del ojiazul se posó en la presnecia ajena— y he descubierto que nadie de tus excontratistas sabe algo sobre ti— Deidara agachó la mirada— falsificaste toda tu información e historial para poder colarte aquí.