CAP 17

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Mirame...

CHRISTOPHER

La humedad del aire en Colombia me envolvió en cuanto el avión tocó suelo, pero mi mente no estaba en el clima tropical. Había pasado por Londres antes de llegar aquí, mi hija Adeline me había insistido con su mirada inocente que le prometiera que pronto estaríamos juntos, que todo lo que hacía, todo este caos, sería por ella. Y, por supuesto, Nadia, esa sombra que siempre me acecha, esa mujer que tanto amo y que, en el fondo, sé que jamás podré dejar ir. Ella y Adeline son la razón por la cual sigo adelante.

Pero ahora, aquí en Colombia, mi objetivo era claro: asegurar el control de la mafia rusa a través de los documentos que Kristian y yo traíamos. Esos papeles valían más que el oro, y con ellos, todo lo que habíamos planeado se haría realidad. Eran la clave para que Kristian tomara el mando y comenzara su reinado. Nadie podría detenerlo.

Mi hermano, Kristian, estaba a mi lado, tan imperturbable como siempre. No había nada que pudiera sacarlo de su control, y ahora, con esos documentos en mano, se sentía como el hombre más poderoso del planeta. Por su parte, yo solo estaba esperando lo inevitable: el momento en que nuestra verdadera fuerza se pusiera a prueba.

El primero de nuestros objetivos era llegar al EJIN. Un lugar donde se toma el control, donde se manipulan los hilos de poder, y donde muchos de los nuestros estaban infiltrados. Al llegar a la sede, mi mirada se cruzó con una figura familiar. Nadia.

Ella estaba allí, de pie, mirando hacia un grupo de oficiales, su postura de comandante era inconfundible. Como capitana del EJIN, su presencia era tan imponente que todos a su alrededor parecían cambiar de ritmo solo al pasar cerca. Y, como siempre, su mirada, aunque fría, fue hacia mí. Pero no hubo ningún gesto, no hubo reconocimiento.

Me detuve por un momento. Sabía que Nadia no era una mujer que pudiera ser leída fácilmente, y menos en este tipo de situaciones. Ella estaba allí, en su elemento, haciendo lo que mejor hacía: ignorar y controlarlo todo. Sin embargo, en sus ojos, por un segundo, pude ver algo más. Tal vez fue rabia, tal vez nostalgia. No lo supe, porque, como siempre, ella se ocultó tras esa fachada.

"No va a ser fácil", pensé mientras mi hermano me empujaba suavemente hacia adelante. No teníamos tiempo que perder. De manera silenciosa, los dos seguimos hacia la oficina de Santiago James, ministro regional, quien ya nos esperaba.

Cuando llegamos a la oficina, el ambiente se sentía cargado. Santiago, un hombre que conocíamos bien, se levantó de su escritorio y nos recibió con una sonrisa cautelosa. Su postura era la de un hombre que sabía que lo que iba a decir sería crucial. Sabía que, al igual que nosotros, estaba jugando un juego peligroso, pero sin duda, sabía cómo hacerlo.

—Christopher, Kristian... —dijo Santiago, extendiendo la mano para estrechar la nuestra—. Me alegra ver que finalmente hemos llegado a un acuerdo. Pero, por favor, díganme qué les trae por aquí. Este no es un lugar para que los hombres como ustedes simplemente pasen sin una razón de peso.

—No estamos aquí solo por "acuerdos", Santiago —dije, mientras tomaba asiento frente a él, Kristian a mi lado. Yo sabía que esto no era solo sobre negocio; había algo más en juego, y él lo sabía—. Lo que traemos es mucho más que lo que la gente aquí puede imaginar.

Santiago asintió con la cabeza, entendiendo perfectamente la seriedad de mis palabras.

—Me imagino que es por los documentos, ¿verdad? Los papeles que los vinculan a la mafia rusa —comentó Santiago, bajando la voz, como si no quisiera que nadie más lo escuchara.

Kristian y yo nos miramos en silencio. Los documentos que traíamos eran la pieza que faltaba para completar el rompecabezas. No solo nos aseguraban el control de la mafia rusa, sino que también servían como un pasaporte para tomar el poder absoluto sobre el territorio colombiano, y, por supuesto, sobre las conexiones globales que Santiago tenía.

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora