CAP 18

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Final de una guerra

CHRISTOPHER

Las semanas que siguieron a la caída de la mafia rusa fueron solo ecos de lo que alguna vez fue una guerra imparable. La violencia, las traiciones, los pactos rotos, todo se desvaneció en un suspiro, y con ello, las piezas del tablero ya no eran las mismas.

Kristian había tomado el control de la mafia rusa como había prometido. El golpe final, tan preciso como calculado, había desmantelado todo lo que quedaba de esa organización, dejando atrás solo cenizas y un vacío que, por fin, podría ser llenado por él. No hubo espacio para dudas, no hubo piedad. Cada uno de los hombres de la antigua guardia fue eliminado, borrado, y reemplazado por aquellos leales a él, a su liderazgo, a su visión. Y la mafia rusa, tal como la conocíamos, dejó de existir.

Por mi parte, la mafia inglesa seguía bajo mi control, como siempre. No era novedad. Era el reinado que había construido, el imperio que había edificado durante años con sangre, sudor y sacrificio. Sin embargo, el hecho de que Kristian hubiera ascendido al poder de la mafia rusa significaba que el equilibrio de fuerzas en el mundo criminal había cambiado, aunque yo siguiera siendo el hombre al mando en Inglaterra. Cada uno tenía su terreno. Y ese terreno ahora era más grande, más firme.

Kristian y yo ya no éramos los mismos. Los lazos que nos unían eran ahora sólidos, pero rotos. Habíamos sido enemigos, aliados, y ahora, una especie de compañeros en el poder. Pero siempre con esa distancia entre nosotros. Cada uno gobernaba su propio reino, pero el peso de la sangre compartida estaba ahí, aunque nunca lo dijéramos en voz alta.

Los documentos que habían llegado a nuestras manos, que se habían convertido en la llave para tomar ese poder, ya no tenían valor. Lo que había sido una herramienta para darnos ventaja ahora solo era el pasado. No importaba ya quién había sido el que había hecho las jugadas más inteligentes. Kristian había tomado su lugar y, con ello, asegurado su futuro como el nuevo líder de la mafia rusa. La transición no fue fácil, pero en este mundo no hay lugar para la suavidad. Solo para la brutalidad.

Y yo... yo seguía siendo el líder indiscutido de la mafia inglesa. Los hombres que me servían eran leales. Los que intentaron jugar doble, los que pensaron que podían desafiarme, cayeron con rapidez. Ningún hombre puede pensar que puede escaparse de la red que tejí. No lo permitiría.

El control estaba ahora dividido entre los dos, aunque el respeto mutuo era lo único que quedaba. Pero eso no significaba que todo estuviera resuelto. Siempre hay más enemigos, más amenazas, más problemas. Pero ahora, con el poder en nuestras manos, podía respirar tranquilo. Por un tiempo, al menos.

Sin embargo, las cosas ya no volverían a ser las mismas. La guerra por el poder no tenía fin. Solo cambiaban las caras, los lugares, los métodos. La mafia rusa, bajo el mando de Kristian, y la mafia inglesa, bajo el mío, seguirían existiendo, pero con una diferencia: habíamos cambiado las reglas del juego. Y la violencia, el miedo, y las estrategias para mantener el poder se harían más complejas, más intensas.

Todo lo vivido en estos días, toda la sangre derramada, ya no se mencionaría. Ahora, la historia seguiría adelante, pero las cicatrices, aunque ocultas, seguirían marcando nuestras almas.

El control de la mafia rusa estaba en manos de Kristian Hartmann, y la mafia inglesa seguía bajo mi mando, Christopher Hartmann. Fin.

 Fin

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VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora