Sakusa estaba congelándose mientras esperaba a Atsumu en la acera frente a su edificio. Habían quedado a las 11 a. m. por insistencia de Atsumu, porque, según él, no les alcanzaría el día para comprar si empezaban más tarde. Así que ahora, un malhumorado Sakusa llevaba esperando a Atsumu, cinco minutos después de la hora acordada. Si había algo que Sakusa no toleraba, era la gente irresponsable, entre ellos, la gente impuntual, Sakusa podia ser una persona tolerante en muchas cosas, -no realmente- pero algo que no podía perdonar, era la impuntualidad.
Para él la puntualidad, era el reflejo de la importancia que la otra persona le daba a su compromiso, no solo su compromiso, también a su amistad o relación, a su tiempo personal y al tiempo que pasarían juntos.
Que una persona fuera impuntual, significaba que no tenía ningún afecto por su relación, respeto por su tiempo personal y que ahora el tiempo que pasarían juntos ahora, sería menor por su tardanza, lo que dejaba ver, lo poco que esa persona quería realmente pasar tiempo con él. Estos pensamientos enfurecieron a Sakusa, especialmente por que se trataba de Atsumu.
Con un puchero en sus labios y cejas fruncidas, Sakusa no lo dudó más y sacó su teléfono para llamarlo, pero al hacerlo, lo único que respondió fueron los tonos de espera. Okay, tal vez no había escuchado su teléfono, por lo que Sakusa decidió llamarlo una vez más, pero, de nuevo, nadie contestó.
"Estoy comenzando a tener un deja vu."
Sakusa estuvo a punto de marcharse para volver a entrar a su departamento cuando escuchó el chillido de unas llantas. Era Atsumu en su carro, quien manejaba como si le hubieran entregado la licencia de conducir tan solo unas horas atrás.
Atsumu frenó en seco frente a Sakusa, quien, por un momento, creyó que sería atropellado.
—¡Omi, sube! ¿Qué estás esperando? —bromeó Atsumu, pero, de repente, su mirada cambió al darse cuenta de algo.— ¡Ah!
Se bajó del auto y fue hasta el otro lado para abrir la puerta para Sakusa, quien, antes de entrar, solo lo miró feo. Cuando Atsumu entro al carro, inmediatamente fue interceptado por Sakusa:
— Estás tarde. — La sonrisa de Atsumu se desvaneció.
— ¿Qué? — Inmediatamente llevó sus ojos a su reloj. — ¿De qué hablas? Son las once, quedamos a esa hora. — Volvió a dirigir su mirada a Sakusa.
— Son las once y cinco. — Sakusa llevó su mirada al reloj. — Y seis.
— Solo son cinco... — Sakusa lo fulminó con la mirada. — ¡Seis minutos! — Sakusa se cruzó de brazos. — Oh, por favor, Omi, no te pongas así, es nuestra primera cita.
— Es una pre-cita. — Aclaró.
— Ay, por favor. Eso no existe.
— ¡Pero si tú dijiste que—!
— ¡Ya, Omi! No seas grosero. — Lo interrumpió Atsumu, el pelinegro lo miró sorprendido por su descarada y falsa acusación.
— ¿Porqué no respondiste mis llamadas?
— Estaba buscando esto. — Dijo mientras le pasaba un paquete simplemente decorado. Sakusa lo abrió y se encontró con dos emparedados. — Uno es mío. — Le informó el rubio. — Es para que no perdamos tiempo desayunando allá.
— ¿Acaso tienes una maldita cocina en este carro? Siempre llegas con comida. — Dijo Sakusa escaneando los asientos de atrás, en busca de una cocina. Atsumu rió levemente.
— Es porque eres demasiado delgado. — Dijo Atsumu mientras desenvolvía su comida para comersela. Sakusa comenzó a comer.
— ¿Tú crees? — Dijo indiferente mientras le daba un mordisco a su emparedado.
— Sí, la verdad me preocupas. — Admitió Atsumu, con verdadera preocupación.
— Oh. — Fue todo lo que pudo emitir, ya que tenía la boca llena. No le dió importancia.
— Así que come mucho. — Sonrió. — ¡Ah, y no te preocupes por el dinero! Hoy yo invito. — Dijo Atsumu tratando de lucirse frente a Sakusa. El carro comenzó a andar, a la par que Atsumu comía.
— No me preocupo. — Le aseguró el pelinegro, mientras seguía comiendo.
Una de las particularidades que Sakusa tenía a la hora de salir en citas es que él nunca se preocupaba por el dinero. Había ido a varias citas descaradamente sin dinero, y en ninguna ocasión le hizo falta.
El pelinegro se había divertido mucho en su época universitaria. Cuando Sakusa entró a su primer año, empezó a rondar un rumor, acerca del pelinegro cari-bonito de primer año, no tardó mucho en hacerse popular debido a lo buen mozo que era. Muchos pasaban por sus clases solo para tener un aun que fuera, un vistazo de él. Con la llegada de su popularidad, también llegaron una cantidad de chicas que le coqueteaban e invitaban a salir, pero Sakusa parecía ser inmune a esto, siempre rechazándolas cortésmente, sin importar que tan guapas fueran. Esto despertó la intriga en todos, y muchos empezaron a cuestionar su orientación sexual, la duda y confusión crecía con cada chica que Sakusa rechazaba, hasta que llegó el primer valiente quién se atrevió a invitarlo a una cita. Cuando Sakusa accedió, el rumor explotó y una ola de invitaciones de parte de hombres comenzaron a llegar.
Con regularidad, superiores lo invitaban a citas. Lo cual, a veces podía ser un dolor de cabeza para Sakusa, por lo insistentes que eran. Incluso después de que estos se graduaran, volvían al campus solo para buscarlo. Se podría decir que Sakusa había sido la sensación del momento, y como este no tenía nada mejor que hacer y quería experimentar por primera vez en su vida, después de haber vivido en un ambiente de mente cerrada por tanto tiempo, aceptaba ir a dichas citas, aún que solo si los muchachos eran de su tipo, pues sí, Sakusa se podía dar el lujo de ser quisquilloso.
Para poder salir con Sakusa, tenías que tener algunas de estas particularidades: tener cejas gruesas, ojos caídos o ser fornido. De no poseer al menos alguna de estas, era mejor mirarlo desde la distancia sin hacer nada y asumir que te diría que no (porque así sería).
Y aun que podría parecer que el Sakusa solo aceptaba por motivos superficiales, realmente lo hacía porque también anhelaba enamorarse.
Sin embargo, a pesar de todas aquellas experiencias, la verdad es que Sakusa nunca había estado en una relación seria, pues no había sido capaz de encontrar a alguien con quien realmente conectara. Aunque las relaciones con los chicos no funcionaran, ninguno de los que había salido con Sakusa podría hablar mal de él o decir que todo acabó en malos términos, pues Sakusa siempre fue sincero en sus sentimientos. Ya fuera para bien o para mal, si cometía un error, no dudaba en disculparse y en hacerse responsable. Siempre fue un muchacho serio y nunca se anduvo con rodeos, lo cual lo hacía incluso más encantador para aquellos que lo invitaban a salir. Tal vez por eso se les complicaba tanto olvidarlo.
Al final, aquellas citas solo habían quedado como un buen recuerdo de su época universitaria. Al graduarse, Sakusa dejó su vida romántica completamente abandonada, hasta ahora.
— ¿A dónde iremos? — Preguntó Sakusa.
— Al centro comercial, claro. — Respondió Atsumu, con una mano en el timón y la otra con su emparedado. — ¿Alguna tienda que te guste?
— No me sé ninguna. — Admitió Sakusa.
— ¿Entonces donde compras ropa? — Preguntó Atsumu confundido.
— Yo no compró ropa. Esta es vieja. — Dijo señalando la que tenía puesta.
— ¿No te gusta comprar ropa? — Entendió.
— No.
— Entiendo... — Dijo Atsumu un poco incómodo por esta nueva revelación, pero rápidamente fue capaz de darle la vuelta. — Pero no te preocupes, haré que hoy sea divertido para ti. — Le afirmó con una sonrisa.
—
Niñas, perdón por no actualizar, los estudios me consumen :(
Las próximas dos semanas también serán muy ocupadas, pero trataré de actualizar.
El próx cap se los publico más tarde o mañana.
PD: ¡Gracias por leer! Llegamos a los 1K, estoy muy contenta :D aún que tal vez mi historia no sea muy buena y tenga varios errores, la hago con mucho amor y les agradezco mucho que les guste y la apoyen
nos leemos luego!!! 💞
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Dulce como Mocca - Sakuatsu
FanfictionSakusa, un barista que prefiere la tranquilidad de su cafetería vacía, ve su rutina interrumpida cuando un cliente peculiar, Atsumu Miya, comienza a frecuentar el lugar.