Giovanni.
La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por las luces tenues de la ciudad que se filtraban a través de las ventanas. Bridgette permaneció de pie, su figura delgada y tensa, mientras yo me reclinaba en mi silla, observando la calma que precede a una tormenta. Las palabras que intercambiamos no eran necesarias, pues ambos sabíamos lo que vendría. Sin embargo, el silencio entre nosotros estaba cargado de tensión.-¿Crees que lo has logrado? -preguntó Bridgette, su voz apenas un susurro, lleno de incertidumbre.
La miré fijamente, mis ojos fríos como el hielo. No había necesidad de rodeos.
-No se trata de si lo he logrado o no -respondí, mi tono grave-. Se trata de lo que ha comenzado. Athena nunca aceptará mi oferta ahora. Y eso es lo que quiero. No necesito que se arrodille frente a mí. Necesito que tome una decisión. Y una vez que lo haga, estará atrapada entre dos mundos: el suyo y el de Dorian. Y ahí es donde entra mi plan.
Bridgette frunció el ceño, el desconcierto dibujado en su rostro. No esperaba que estuviera tan seguro de que Athena rechazaría la oferta. Sabía lo que estaba en juego. Sin embargo, no entendía del todo el propósito detrás de mi estrategia.
-¿Y qué ganamos si la mantenemos atrapada en medio de todo esto? -preguntó, con una nota de duda en su voz.
Sonreí, una sonrisa que no llegó a mis ojos. Me levanté de la silla, caminando hacia la ventana. El horizonte nocturno de la ciudad era un mar de luces y sombras, la perfecta metáfora de todo lo que estaba por venir.
-El poder siempre se juega en las sombras, Bridgette. Athena tiene algo que Dorian no puede ver. No es solo su lealtad lo que lo ata a ella. Es su debilidad. Athena es la clave para destruir todo lo que Dorian ha construido. Si ella se ve obligada a elegir entre él y la libertad que le ofrezco, su lealtad será su perdición.
Bridgette no dijo nada, pero pude ver cómo su mente empezaba a procesar mis palabras. Aún no comprendía del todo el alcance de lo que estaba planeando, pero eso era exactamente lo que quería. Cuanto menos supiera, mejor. Su papel era mantener a Athena ocupada, mientras yo movía mis piezas en la oscuridad.
-Cuando Athena se dé cuenta de que no puede ser libre sin perderlo todo, hará lo que siempre hacen las personas como ella: buscará una salida. Y ahí es donde entra nuestra jugada. La pondremos en una posición donde no tenga más opción que aliarse con nosotros o caer.
Di un paso hacia Bridgette, mirándola directamente a los ojos. No había espacio para dudas, para vacilaciones. Este era el momento en que todo cambiaría.
-Tú serás el puente entre Athena y yo. Tú serás quien la empuje a dar el siguiente paso, el último paso que la llevará directamente a mis brazos. Dorian la ve como un trofeo. Yo la veo como una aliada, y si juega bien sus cartas, puede ser mucho más. Pero tiene que hacerlo de mi manera.
Bridgette asintió lentamente, comprendiendo la magnitud de lo que acababa de decir. No había vuelta atrás ahora. Lo que estaba en juego era más grande que cualquiera de nosotros. Esta guerra no solo se libraba con armas, sino con mentes, y Athena, con su poder y sus dilemas, era la pieza central.
-Todo está por decidirse -murmuré, acercándome a la mesa donde descansaba un mapa detallado de la ciudad, con marcadores rojos en lugares clave-. Pero recuerda, el juego aún no ha comenzado. No hasta que Dorian cometa el error de subestimarla una vez más.
Bridgette me miró, ahora entendiendo que el verdadero plan aún estaba por revelarse, y que la verdadera batalla era solo una cuestión de tiempo. El control de todo lo que estaba en juego pasaría por las manos de Athena. Y si ella no se alineaba con nosotros, sería Dorian quien pagaría el precio.
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El rubí del Emperador [+18]
Romance-¡Lang lebe der Kaiser! -clamaron, sus voces reverberando como un decreto inquebrantable de poder. Athena Harrison llevaba cuatro años sobreviviendo en el club nocturno Heaven's, un lugar donde los sueños morían y las almas eran consumidas. Había ol...