Capítulo 2
Subasta en Heret-Esfergen
—un día antes—
Un campo poblado por flores protegidas por altas y escarpadas montañas de ápice afilado, es lo que veía Trino a través de la ventanilla del tren. Con una cabeza apoyada y roncando en su hombro, de alguien llamado Ourano. De a poco el Marmólia disminuyó su velocidad hasta llegar a un punto de parada con mesas y asientos de madera en él. Frente a las vías y agachando la cabeza en la ventana, pudo ver dos torres unidas en un solo edificio que servían de referencia para darles a entender a los pasajeros, que habían llegado al pueblo Eáneris. También conocido como Nerismáldea o campo floral.
—hey, despiértate —murmuró Trino. Luego, cuando se levantó para salir, Ourano cayó de cabeza hacia su asiento, ocupando los dos ahora. Trino había quedado con la boca abierta y suspiró—. Bien, primera parada. Tú continúa durmiendo.
Un cielo dorado y despejado iluminaba la bajada y las montañas del horizonte. Mientras Trino bajaba los peldaños luciendo su chaleco de cuero. Miraba con una enorme sonrisa al pueblo.
—hace tanto que no volvía… hogar, mi lindo hogar.
Solo tenía treinta minutos hasta que el tren continúe su recorrido por cuatro paradas más, hasta llegar a Heret-Esfergen, el pueblo de los mentirosos y así poder recuperarle su tan ansiado yelmo a Tornasol. Que le pertenece por derecho.
Sintió de pronto una punzada de nostalgia, recordando el parque de donde solía sentarse para leer. Siempre frente a la laguna al amanecer. Pero lo que más llegaba a su mente eran los gritos de sus padres peleando desde tan temprano. Era una rutina diaria que debía afrontar sin falta. Es una buena razón para despejarse en el parque.
Se paró frente a su antigua casa, puso un pie en el tapete y luego el otro. Y pensándolo detenidamente, se atrevió a tocar el timbre. Se revolvió de ansiedad y esperó hasta escuchar unas pisadas lentas y bruscas que luego dieron paso al giro del picaporte. Detrás de aquella puerta azul con líneas curvas talladas, se presentó un anciano que parecía triste. Destruido. Cansado.
El anciano pensó un momento y analizó al jóven. Notó que era su propio hijo, quién estaba parado sobre el tapete.
—Hola padre, que gusto verte ¿Puedo pasar?
Su padre frunció los labios.
—no, vete —dijo cerrando la puerta. Trino puso el pie para evitarlo y le mostró una bolsa de cartón.
—te traje galletas de crema y cacao Bloonteriano, tus favoritas.
El viejo pensó un momento, miró hacia atrás, divisando la suciedad del piso y las cosas desparramadas. Y decidió asentir.
—Bien, entra.
Cuando entró en la sala principal, vió colgado en la pared, un cuadro con su padre y madre frente al árbol gigante de Bloontertarth, el Drasil. Trino dejó la bolsa sobre la mesa y sintió la casa más pequeña de lo habitual.
—Ha pasado bastante tiempo, ¿Has estado bien? —dijo. Su padre no respondió y hubo un pequeño silencio—. Yo estuve bien. Tuve mucho trabajo en la capital, resolviendo misterios. Viajando de aquí por allá. Conocí a un pequeño niño peculiar que llevaba…
—Qué haces aquí, Trino —interrumpió su padre.
—yo, solamente, pasaba a saludar. Quería contarte todas las cosas locas que he vivido.
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Utopía del Bosque II Evanescentia
Espiritualesta historia continúa luego del Eterlipsis. El rey Forgtten está cada vez más obsesivo con tener el control sobre la hermandad, Ninfa debe recuperar su daga, Trino quiere encontrar a Evan, mientras que aquél niño, decide explorar el mundo tras habe...