Elena Bosch
La noche ya no tenía el mismo sabor que antes. Lo que había sido una gala de lujo se había convertido en un campo de batalla, pero con armas más sutiles. Dante había mostrado su cara, y Adrián había comenzado a descubrir mis secretos, esos que tanto me esforzaba por ocultar. ¿Cómo iba a seguir ocultando la verdad ahora que sabía que alguien más estaba observando?
Cuando volví con el resto del grupo, sentí que la mirada de todos pesaba sobre mí. Franco me recibió con un abrazo silencioso, como si quisiera darme la seguridad que sabía que me hacía falta. Pero no me engañaba. Sabía que todos estaban esperando una explicación que no podía darles.
Mi mente estaba dispersa. Lo que Adrián había insinuado me había sacudido, y a pesar de que trataba de mantener la compostura, algo dentro de mí sabía que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar de una manera peligrosa.
Mi padre había mantenido la mentira de que yo era doctora para protegerme, para que no supieran quién era realmente. Pero Adrián lo había descubierto, y la pregunta ahora era: ¿Qué haría con esa información?
Esa misma noche, tras la gala, me retiré al cuarto donde Franco se encontraba esperándome. Él sabía que algo no estaba bien, pero en vez de presionarme para que hablara, me observaba con paciencia, como siempre hacía cuando veía que me perdía en mis pensamientos.
—¿Qué te pasa?—me preguntó, su voz baja pero firme.Miré al suelo, buscando las palabras adecuadas. Sabía que lo que estaba a punto de decir cambiaría todo.
—Adrián... él sabe lo que soy. No soy solo la hija de Maximiliano Bosch ni una simple doctora como me ha hecho pasar mi padre.— Me tomé un respiro, sintiendo cómo la presión aumentaba en mi pecho. —Soy parte del escuadrón, Franco. Soy una agente, y todo esto... todo esto es mucho más grande de lo que creía.—
Franco se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras. La tensión en su rostro era evidente. Sabía que lo que estábamos enfrentando era algo mucho más peligroso de lo que habíamos anticipado. No solo estaba en juego nuestra vida, sino la de todos los que nos rodeaban.
—Tienes razón,— dijo finalmente, su tono grave. —Y no podemos permitir que Adrián, Dante, o cualquiera que esté en este juego nos tome por sorpresa. Vamos a luchar, pero debemos hacerlo con inteligencia.—
Al día siguiente, me levanté temprano, con la cabeza llena de pensamientos. Sabía que debía actuar con cautela, pero algo dentro de mí me decía que el tiempo estaba corriendo. Dante no se detendría, y Adrián había comenzado a tejer su propia red de secretos y preguntas. No podía quedarme de brazos cruzados.
Fue entonces cuando recibí un mensaje inesperado. El teléfono vibró sobre la mesa, y al verlo, mi corazón dio un salto en el pecho. Era de Dante.
"Nos veremos pronto. Esta guerra apenas comienza."
El mensaje era corto, pero la amenaza implícita en esas palabras me dejó helada. Sabía que se estaba acercando el momento en que tendría que enfrentar no solo a Dante, sino a todo lo que había estado ocultando de mí misma y de los demás.
Franco y yo nos reunimos con el escuadrón esa misma tarde. La situación estaba volviéndose cada vez más crítica. Dante seguía acechando desde las sombras, y ahora Adrián se había sumado a la ecuación. A pesar de que su intención era clara, aún había muchas piezas por mover.
—Lo que hemos hecho hasta ahora no ha sido suficiente,—le dijo Franco a todos, su voz firme pero llena de tensión. —Necesitamos algo más. Dante está planeando algo, y no podemos dejarlo actuar sin más. Lo que ocurrió anoche fue solo una muestra de lo que está dispuesto a hacer. Debemos estar preparados para todo.—
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El lado oscuro del corazón
RomanceAdrián era la prueba de que la vida siempre encuentra formas de sorprendernos, de regalarnos segundas oportunidades cuando menos las esperamos. Él no era un reemplazo, ni una sombra que buscara ocupar el lugar de Franco en el corazón de Elena; era u...