Capítulo 4: "El festival bajo las luces"

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El reino de Athanasia se preparaba para el tan esperado Festival de las Luces, una celebración que iluminaba la ciudad con miles de farolillos flotantes y colores mágicos, donde los nobles y plebeyos se mezclaban en un espectáculo de música y danza. Sin embargo, la princesa, quien rara vez se permitía disfrutar de tales festividades, no estaba del todo emocionada. El evento solía ser una carga, una serie de sonrisas falsas y miradas cautelosas bajo la atenta mirada de la corte.

"Hoy, no voy a dejar que te escondas detrás de tus responsabilidades", dijo Lucas, apareciendo ante ella mientras se preparaba para otro evento aburrido.

Athanasia lo miró con una sonrisa juguetona. "¿Y qué harás para convencerme?"

Lucas la miró fijamente. "Te llevaré a este festival como si fueras una plebeya, por completo invisible ante la mirada de todos. Sin corona, sin protocolos."

"¿Qué? ¡Eso es… imposible!"

"No si confías en mí", dijo Lucas con una sonrisa tranquila. "Te lo prometo, no nos reconocerán."

Un disfraz inesperado
Sin dar más espacio para dudas, Lucas conjuró un hechizo en el aire, envolviendo a Athanasia en una luz dorada. Cuando la luz desapareció, la princesa ya no llevaba su imponente vestido real ni su diadema. En su lugar, llevaba un sencillo vestido de algodón blanco adornado con pequeñas flores, y su cabello, que normalmente caía en delicados rizos, estaba recogido de manera simple pero elegante. Los ojos de Lucas brillaban con una mezcla de satisfacción y diversión.

Athanasia se miró en el espejo cercano, impresionada por lo que veía. "¿En serio?"

Lucas asintió, cruzando los brazos. "Ni el más astuto de los nobles podría reconocer a la princesa en este disfraz. Ven, no tenemos tiempo que perder."

La magia de la noche
Al llegar al festival, el aire estaba lleno de risas y el tintineo de las campanas, mientras las calles estaban iluminadas por faroles flotantes que daban al lugar un aire místico y acogedor. La multitud era bulliciosa y alegre, pero la princesa y el hechicero pasaron desapercibidos entre los asistentes. Nadie los miraba dos veces, y Athanasia sentía una sensación de libertad que nunca antes había experimentado.

"Es increíble", murmuró mientras caminaban entre los puestos de comida y los músicos. "Es como si el mundo entero estuviera celebrando, y yo... soy solo una más."

"Eso es lo que quería", dijo Lucas, su voz suave. "Hoy no eres una princesa. Solo eres tú."

Athanasia sonrió. "Gracias, Lucas. Nunca imaginé que un evento como este pudiera ser tan divertido."

Bailando bajo las luces
Mientras avanzaba la noche, el ambiente se volvía cada vez más mágico. Los fuegos artificiales iluminaron el cielo, y las estrellas parecían más cercanas que nunca. La música de los músicos llenaba el aire, y un grupo comenzó a bailar en el centro de la plaza. Sin pensarlo mucho, Lucas la tomó de la mano, guiándola hacia el centro de la pista de baile.

Athanasia lo miró sorprendida. "¿Vas a obligarme a bailar?"

"Obligar no es la palabra correcta", respondió él con una sonrisa. "Pero ven, no seas tan rígida."

A regañadientes, pero con una sonrisa, Athanasia dejó que Lucas la guiara. Aunque al principio su cuerpo se movía con torpeza, pronto se sintió más relajada, siguiendo el ritmo de la música. Lucas, a su vez, parecía disfrutar viendo cómo la princesa se soltaba, aunque no lo demostraba abiertamente.

"Así que eres un buen bailarín, Lucas", comentó ella, divertida.

"Solo lo hago por ti. No te acostumbres", respondió él con su habitual sarcasmo, pero había algo en su mirada que delataba lo contrario.

Ambos se movían bajo las luces mágicas que flotaban alrededor, creando una atmósfera íntima a pesar de la multitud. El mundo a su alrededor parecía desvanecerse, y por una vez, Athanasia no pensaba en su responsabilidad ni en las expectativas del reino. Solo pensaba en el momento presente.

Una promesa silenciosa
Cuando la música terminó, Lucas se detuvo y, sin decir una palabra, la miró a los ojos. Había algo diferente en su expresión, algo más suave, como si el hechizo que los rodeaba los hubiera tocado a ambos.

"Te lo dije", dijo Lucas en voz baja, "solo tienes que dejarte llevar, y la vida se vuelve mucho más sencilla."

Athanasia sonrió, una sonrisa que no era de princesa, sino de una joven que por fin había encontrado una razón para disfrutar de la vida sin preocuparse por las cargas de su título. "No sé cómo agradecerte todo esto."

"No lo hagas", respondió él con una leve sonrisa, sin apartar la mirada. "Solo disfruta. Eso es todo lo que quiero."

La noche avanzó, y el festival siguió lleno de risas, baile y luces. Cuando el último farolillo flotó en el aire y el bullicio de la ciudad comenzó a calmarse, Athanasia se sintió más cerca de Lucas que nunca, como si la distancia que los separaba antes ya no existiera.

Esa noche, la princesa y el hechicero compartieron más que un baile: compartieron una promesa no dicha, de que, aunque el mundo pudiera cambiar, siempre habría momentos como ese para recordar.

Bajo el Cielo Encantado | WMMAPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora