"unico"

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La clasificación había terminado en el Gran Premio de Las Vegas. Lando Norris, recién descendido de su monoplaza en el box de McLaren, caminaba con prisa hacia su ingeniero. Su mirada estaba cargada de tensión, y sin rodeos preguntó:
—¿Franco está bien?

El ingeniero, sorprendido por la pregunta, respondió tras una breve pausa:
—Está estable. Lo vi hace unos minutos con James en el box de Williams.

Antes de recibir más detalles, Lando ya había salido del box, caminando apresuradamente hacia el de Williams. Las cámaras, alertadas por su reacción, lo seguían de cerca, aunque Lando parecía ajeno a ellas. Su única preocupación era asegurarse de que Franco estuviera bien.

Al llegar, lo vio. Franco estaba sentado junto a su monoplaza, rodeado por los miembros de su equipo que intentaban consolarlo. A pesar de su aparente estabilidad, la frustración en su rostro era innegable. Lando se abrió paso entre el personal de Williams, sin importar las miradas curiosas, y se acercó directamente a Franco. Sin decir nada, lo abrazó con fuerza.

—Te amo, Franco. No importa nada más, solo tú —susurró al oído del piloto argentino.

Franco, sorprendido por el gesto, al principio se mantuvo rígido, pero pronto dejó caer su cabeza contra el hombro de Lando, respirando profundamente. La tensión en su cuerpo parecía disiparse poco a poco.

Durante unos minutos, ambos permanecieron juntos, hablando en voz baja, ignorando al resto del mundo. Finalmente, James, uno de los ingenieros de Williams, se acercó.
—Franco, ¿estás seguro de que estás bien?

Molesto por la insistencia, Franco respondió con terquedad:
—¡Estoy bien!

Con una expresión desafiante, se levantó de su asiento, pero apenas dio unos pasos antes de tropezar. Su mano buscó apoyo desesperadamente y logró sostenerse de la pared, evitando caer al suelo.

El equipo de Williams reaccionó de inmediato, rodeándolo mientras Lando lo sujetaba de la cintura.
—¡Llévenlo al centro médico ahora mismo! —ordenó James, sin permitir que Franco protestara.

Mientras lo ayudaban a caminar, Lando permanecía a su lado, sosteniéndolo con delicadeza pero firmeza. El rostro de Franco mostraba una mezcla de frustración y agotamiento, pero en sus ojos brillaba una pequeña chispa: sabía que, a pesar de todo, no estaba solo

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Franco estaba siendo conducido al centro médico en el auto del equipo. En la parte trasera, Lando insistió en acompañarlo, ignorando cualquier protocolo o las miradas de los demás. Al sentarse, Franco se recostó cansadamente en sus piernas, su respiración era pausada, pero el estrés en su rostro era evidente.

Las cámaras aún los seguían desde lejos, lo que solo incrementaba la incomodidad del piloto argentino.
—No puedo creer que sigan grabando —murmuró Franco con una voz apagada, cerrando los ojos como si intentara ignorar el ruido del exterior.

Lando lo miró, preocupado por su estado. Sin decir una palabra, inclinó su rostro hacia el de Franco y plantó un beso suave en sus labios. El gesto fue breve, pero cargado de significado. Franco abrió los ojos lentamente, sonriendole a su novio

—Todo estará bien, te lo prometo —le susurró Lando, acariciando su cabello con ternura mientras el auto avanzaba.

Franco no respondió, pero su expresión se relajó ligeramente. Por un momento, el estrés parecía desvanecerse, reemplazado por una calma que solo la presencia de Lando podía ofrecer.

El trayecto continuó en silencio, con Lando velando por él, decidido a quedarse a su lado pase lo que pase. A pesar del caos exterior, ese instante parecía pertenecerles únicamente a ellos.

𝒜ccident in Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora