24/04/2030
Joao🐢
La cocina estaba tranquila, solo rota por el tintineo de los cubiertos y el suave murmullo de la cafetera. Mateo, sentado a mi derecha, movía sus pies bajo la silla mientras devoraba su tazón de cereales. A pesar de ser tan pequeño, siempre parecía tener energía infinita. Isa y Sebas estaban sentados frente a mí, más concentrados en la conversación que en su comida. Aunque solo les llevaba unos años de diferencia, ya mostraban una madurez que muchas veces me impresionaba.
—¿Entonces hoy vuelves al entrenamiento? —preguntó Sebas, levantando la vista de su tostada. Su tono era curioso, pero cargado de ese aire protector que adoptaba desde que empezaron a vivir conmigo.
—Sí, hoy vuelvo al Camp Nou —respondí con una sonrisa, tomando un sorbo de café—. Ya hablé con el míster y le expliqué por qué me ausenté. Me entendió perfectamente y me dijo que estaba feliz de tenerme de vuelta.
Isa asintió lentamente, jugando con su cuchara en el plato.
—Eso es bueno, papá. Te hacía falta volver. Se notaba que lo extrañabas.
—¿Se notaba tanto? —pregunté, arqueando una ceja mientras ella me miraba de reojo.
—Sí, mucho —dijo Isa, con una pequeña sonrisa burlona—. Cuando estabas viendo el último partido por la tele, estabas tan concentrado que ni te diste cuenta de que Mateo se estaba comiendo tus papas fritas.
Sebas soltó una risa baja, y yo me llevé una mano a la cara, fingiendo indignación.
—¿Tú también lo sabías? ¿Y ninguno me dijo nada?
Mateo, que hasta ese momento había estado ocupado metiendo una cucharada gigante de cereales en la boca, levantó la cabeza con una sonrisa traviesa.
—Eran muy ricas, papá.
—Claro, Mateo, porque robar es muy noble —respondí, tratando de sonar serio pero sin poder evitar reírme.
Isa puso los ojos en blanco, pero con ese gesto que siempre hacía cuando intentaba ocultar que estaba de acuerdo conmigo. Sebas tomó la palabra esta vez, con su tono reflexivo habitual.
—Es bueno que vuelvas. Nosotros siempre te apoyamos, pero creo que necesitabas volver a hacer algo que realmente te haga feliz.
Sus palabras me llegaron al corazón. Sebas siempre tenía una forma especial de expresar lo que pensaba, directa pero con calidez.
—Gracias, hijo. Tienes razón. Extrañaba demasiado estar en la cancha, entrenar con los chicos... Pero más que nada, quiero que ustedes estén orgullosos de mí.
Isa dejó de jugar con su cuchara y me miró fijamente.
—Ya estamos orgullosos, papá. Solo queremos verte feliz.
Mateo, con su natural energía infantil, interrumpió el momento al tirar su cuchara al suelo accidentalmente. Bajó de la silla rápidamente para recogerla y luego se subió de nuevo, sacudiendo las manos.
—¿Hoy podemos verte jugar en el Camp Nou? —preguntó con emoción.
—Sí, campeón. Quiero que vengan conmigo al entrenamiento. Podrán ver cómo me preparo y, si se portan bien, tal vez podamos quedarnos un rato más en la cancha.
Los ojos de Mateo se iluminaron como si le hubieran prometido un viaje a Disneylandia.
—¡Sí! ¿Puedo patear el balón en el campo? ¡Por favor, papá!
—Veremos, Mateo. Primero necesito que termines ese tazón de cereales antes de que se convierta en sopa.
Sebas se rió entre dientes, pero Isa le lanzó una mirada de advertencia, como diciendo "no lo motives más".
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Yo x Ti . Tu x Mi 2 - Joāo Félix
Любовные романыJoao y Julieta, se reencuentran después de 6 años, ¿Cuál será la reacción de cada uno al verse?