26-Espiral de dudas

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El ambiente en la casa había quedado impregnado de tensión. Mi madre, como siempre, se mantenía imperturbable, pero sus palabras seguían resonando en mi mente. La carpeta negra y su contenido eran la pieza clave de algo mucho más grande de lo que podía comprender. No obstante, había algo en su actitud, en su silencio, que sugería que no quería que supiera más de lo necesario.

Decidí salir. Necesitaba aire, espacio para pensar, pero también necesitaba distanciarme de ella y de la frialdad de esa casa. Tomé mi chaqueta y crucé la puerta sin mirar atrás, dejando la carpeta en el lugar donde la había encontrado. Las calles estaban desiertas, la noche apenas iluminada por los faroles intermitentes. Caminé sin rumbo, tratando de organizar mis pensamientos, pero cuanto más intentaba, más enredado parecía todo.

Llegué a un parque, pequeño y vacío, con bancos viejos y árboles que proyectaban sombras inquietantes bajo la tenue luz. Me senté en uno de los bancos, apoyando los codos en las rodillas, y dejé escapar un largo suspiro. En mi mente resonaban las palabras de Ryan, la advertencia de mi madre, y ese constante recordatorio de que había secretos en todas partes.

Fue entonces cuando lo vi. En la banca opuesta a la mía, una figura masculina estaba sentada, casi oculta por las sombras. Llevaba un sombrero oscuro que cubría gran parte de su rostro, pero algo en su postura me resultó familiar. Mi piel se erizó, y un frío extraño recorrió mi columna vertebral.

Intenté ignorarlo, pero entonces lo vi moverse. Lentamente, dejó algo en el banco, un objeto pequeño que parecía un sobre. Luego se levantó, se giró hacia mí por un breve instante, y desapareció en la penumbra antes de que pudiera reaccionar.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Me levanté y caminé hacia el banco, con pasos cautelosos y los sentidos alerta. Cuando llegué, confirmé lo que había dejado: un sobre cerrado, sin remitente, sin marca alguna. Lo tomé, sintiendo el papel grueso y áspero bajo mis dedos.

Lo abrí con manos temblorosas. Dentro, solo había una hoja doblada. En el centro de la página, escrito con tinta negra y trazos firmes, leí:

"El mapa no es solo de Ryan. Busca en los nombres, pero ten cuidado: no todos son quienes parecen ser."

El mensaje me dejó helada. Sentí cómo mi mente comenzaba a correr en círculos, buscando respuestas, atando cabos. El mapa, los nombres... ¿quién más estaba involucrado? ¿Quién había dejado esto, y cómo sabía todo lo que estaba ocurriendo?

Me giré hacia la dirección en la que había desaparecido el hombre, pero el parque estaba vacío. Solo el sonido del viento entre las hojas rompía el silencio.

Regresé a casa en un estado de alerta total, con el sobre apretado contra mi pecho. Cuando llegué, mi madre seguía en la sala, ahora con un libro entre las manos. Me miró de reojo, pero no dijo nada. Tampoco lo hice yo.

En mi habitación, volví a abrir el sobre, como si esperara encontrar algo nuevo, pero el mensaje seguía siendo el mismo. Esa noche, no dormí. La figura misteriosa, el mensaje, el mapa, los nombres... todo giraba en mi mente como un enigma imposible de resolver.

¿Quién era él? ¿Qué sabía? ¿Y por qué parecía que todos estaban jugando un juego que yo apenas comenzaba a entender?

Después de salir de la sala y de haber sostenido aquel cruce tenso con mi madre, no podía sacarme el mapa y los nombres de la cabeza. Cada línea, cada símbolo en ese papel parecía susurrar un secreto que yo aún no entendía. Subí a mi habitación y saqué el sobre que había encontrado días atrás. Decidí repasarlo una vez más, como si esta vez algo nuevo pudiera revelarse.

El mensaje decía: "El mapa guarda más de lo que ves. Los nombres son la clave." Me incliné sobre mi escritorio, pasando los dedos por la textura del papel, intentando descifrar el enigma. De pronto, recordé el mapa tatuado en la espalda de Ryan. Las marcas, las coordenadas... ¿Y si había algo más que no había notado?

Busqué entre las fotografías que había tomado en el teléfono de Ryan y observé de nuevo la imagen del mapa. Al acercar la vista, noté algo que antes no había percibido: pequeños números escritos junto a los nombres. No eran fechas ni coordenadas completas, pero formaban una secuencia incompleta que parecía tener sentido solo con la pieza correcta.

"Los nombres son la clave," repetí en mi mente. Estaba claro que el mapa y los nombres estaban conectados, pero ¿cómo? ¿Y qué papel tenía yo en todo esto?

.......
La noche fue larga y apenas pude dormir, atrapada entre preguntas y teorías. Decidí que no podía quedarme en casa esperando respuestas; tenía que salir a buscar pistas. El parque donde encontré el sobre seguía siendo el lugar más lógico para comenzar.

Al llegar, todo estaba tranquilo. Era temprano en la mañana, y solo algunas personas paseaban por los senderos. Me dirigí al banco donde había encontrado el sobre. Me senté, fingiendo leer un libro, y comencé a inspeccionar cada detalle del lugar.

Fue entonces cuando lo vi: tallado discretamente en la madera del banco, un símbolo que reconocí al instante. Era el mismo que estaba en la esquina del mapa tatuado en Ryan, una especie de espiral con líneas cruzadas. Mi corazón dio un vuelco. Esto no podía ser una coincidencia.

Me incliné hacia adelante, pasando los dedos por el grabado. Sentí un pequeño relieve en la parte inferior del banco. Al palparlo, descubrí una pequeña ranura en la madera, como si algo pudiera abrirse. Mi respiración se aceleró mientras trataba de calmarme. Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie me estuviera observando, y presioné el borde de la ranura.

Un compartimento secreto se abrió, revelando un papel cuidadosamente doblado en su interior. Lo tomé rápidamente y cerré la ranura, volviendo a sentarme con el papel en mis manos temblorosas. Lo abrí con cuidado, y mis ojos recorrieron el mensaje:

"Confías en las personas equivocadas. No sigas los pasos de tu madre."

Mi corazón latía con fuerza. ¿Cómo sabía esta persona sobre mi madre? ¿Quién era realmente? Antes de que pudiera procesar lo que acababa de leer, noté algo más en el papel: una lista de coordenadas y una dirección. Era un lugar en las afueras de la ciudad, uno que no reconocía.

Regresé apresuradamente, con el papel guardado en mi bolsillo. Cerré la puerta de mi habitación y extendí el mapa junto al mensaje que acababa de encontrar. Las coordenadas en el papel coincidían con las marcas rojas en el mapa de Ryan. Esto no era una coincidencia; alguien quería que encontrara ese lugar. Pero ¿por qué? ¿Y por qué advertirme sobre mi madre?

La idea de que mi madre estuviera involucrada en algo más grande comenzaba a tomar forma, pero no podía permitirme confiar en ella. Si el mensaje era cierto, entonces cada paso que diera tendría que ser medido con precisión. Esta vez, no podía cometer errores.

Decidí que iría a ese lugar. No podía ignorar las pistas que me estaban dejando, por más peligroso que pareciera. Pero sabía que necesitaba prepararme. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba cerca de algo grande, algo que podría cambiarlo todo.

El misterio estaba comenzando a desentrañarse, pero con cada respuesta que encontraba, las preguntas parecían multiplicarse. ¿Quién era el hombre detrás de los mensajes? ¿Por qué parecía saber tanto sobre mi vida? Y lo más importante, ¿qué me esperaba al final de este camino?

No tenía las respuestas todavía, pero una cosa era segura: estaba lista para averiguarlo.

Alma Oscura [Sombras Del Pasado I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora