Capítulo 40

5 1 0
                                    

Athena.
El mensaje llegó en un sobre cerrado, sin más que una firma en tinta negra: Giovanni Rossi. Había algo oscuro y definitivo en ese gesto, algo que me hizo presionar los labios con una mezcla de resentimiento y aceptación. Sabía lo que venía. Lo que se esperaba de mí.

Giovanni había tomado una decisión, yo lideraría la misión para neutralizar la amenaza de los Corsos. Para muchos, esto habría sido un honor, una oportunidad para ganar más poder, más respeto. Pero para mí, no era más que una prueba. Un juego peligroso.

Reuní al equipo en el despacho de Giovanni. Tomé una respiración profunda y me dirigí a los presentes. Mi voz no tembló. No podía permitírmelo. A pesar de todo lo que estaba en juego, no podía mostrar debilidad. Esta misión era demasiado importante.

-La situación con los Corsos es más grave de lo que pensábamos. Han atacado nuestro cargamento en Marsella y han mostrado que no temen desafiar a De'Mare. Esta misión será para neutralizarlos, y lo haremos de manera rápida y contundente. Nadie se quedará atrás. ¿Entendido?

Todos asintieron, pero había algo en sus ojos que no podía ignorar: una sombra de duda. No era por la misión. Era por mí.

Giovanni había confiado en mí, pero yo no estaba segura de lo que realmente pensaba. ¿Me veía como una aliada o como una pieza más en su juego? El peso de esa incertidumbre me cayó con fuerza mientras me dirigía hacia el helicóptero que nos llevaría al corazón de la operación.

El vuelo hacia Marsella fue tenso. La ciudad se extendía ante nosotros como promesa de caos. Los Corsos no eran simples criminales, y Giovanni lo sabía. Era una guerra de mentes, una partida de ajedrez en la que cualquiera podía perder.

Al llegar a la base de operaciones de De'Mare en Marsella, la escena estaba lejos de ser tranquila. Las calles parecían estar al borde del estallido. Mi equipo se dispersó, y yo me quedé observando a través de la ventana, conciente de la pesadez de la situación. Giovanni quería que acabara con los Corsos, pero en ese mismo instante, estaba claro que la misión traía consigo un precio que no podía pagar tan fácilmente.

Un sonido seco me sacó de mis pensamientos. Francesco Bianco apareció frente a mí. Su rostro estaba serio, pero su mirada era un enigma. No confiaba en mí. Lo sabía, y de alguna manera, eso me favorecía. Si desconfiaba de mí, estaría más atento a mis movimientos. Eso significaba que podría manipularlo, jugar con él y hacer que viera lo que quería ver.

-Tienes una misión, Athena. No te olvides de eso -dijo, y su voz era fría, como siempre. Pero había algo más. Había un toque de amenaza en sus palabras, una advertencia velada que no pasaba desapercibida. Quizás estaba más cerca de descubrir mi juego de lo que pensaba.

-Lo tengo claro -respondí con calma, manteniendo mi fachada de impenetrabilidad.

La operación comenzó esa misma noche. Nos infiltramos en el territorio de los Corsos, con un objetivo claro: neutralizar su operación, tomar sus activos clave y enviar un mensaje contundente a Luca Corsos y su gente. Sabía que debía hacerlo rápido, sin vacilaciones. Giovanni pensaba que me había ganado, que lo estaba sirviendo, pero yo lo estaba utilizando tanto como él a mí.

Mientras mi equipo avanzaba, la realidad de lo que debía hacer me pesaba en el alma. Cada vez que escuchaba el sonido de las armas, cada vez que veía a uno de los Corsos caer, me preguntaba si realmente esto era lo que quería. Si todo lo que estaba haciendo valía la pena. Pero la respuesta siempre era la misma: no tenía otra opción. No podía echarme atrás.

La misión se extendió hasta la madrugada. A medida que el sol comenzaba a asomar en el horizonte, la operación estaba casi completada. La base de los Corsos estaba destruida, y con ella, su poder sobre Marsella. Pero a un costo. La tensión en el aire era palpable. Giovanni había logrado lo que quería. De'Mare había ganado una batalla más.

El rubí del Emperador [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora