Jinsol giró sobre sus talones al oír su nombre. Vio a Nayeon, la que era la jefa de salas del Delicious Taste. La mujer había crecido mucho, por la diferencia de edad que se llevaban, podía pensar en que Nayeon ya tenía hijos. Se abrazaron por un rato, revolviéndole el cabello a Jinsol bajo risas maduras.
—Mírate, la señorita Jeong ha vuelto a Seúl... He visto todos los negocios que tienes en mano, y debo decirte que estás en la lista de mejores empresarios del mundo.— le enseñó en su móvil un artículo de Forbes hablando de ello.— Dios, cuánto has crecido Jinsol... Estás preciosa.— le sonrió para tomarle del brazo y llevarla hacia dentro.— Como podrás ver, el restaurante es mucho más espacioso.
—Hay comida de todo... Comida china, italiana, griega... Aún seguís añadiendo más recetas.— se atragantó con su saliva, tosiendo ligeramente.— Está todo tan bonito... Los colores contrastan tan bien con las luces y la calle, es tan hermoso.— quedó enamorada de la decoración.
—Todo lo hizo Jungeun.— se puso nerviosa al escucharle pronunciar su nombre.— Lo hizo todo ella sola, sin ayuda. Dibujó los planos y eligió los nuevos muebles, los compró y los montó. No nos hizo falta ningún arquitecto. Jungeun contactó con unas amigas suyas y juntas lo hicieron. Aún recuerdo el día en el que vinieron como seis personas más aquí.
—¿Seis? ¿Cómo se llamaban?— pensó.
—Dos parecían mucho más cercanas que el resto. Se llamaban... Sooyoung y Jiwoo. Luego, otras dos también aparecieron con sudaderas a juego. No me acuerdo de sus nombres, pero sus apellidos eran Yu y Kim. Y por último, otra pareja con uno niño vinieron con materiales de pintar.
—Estas últimas... Tenían a un niño, ¿cierto?
—Sí, su madre era la prima de Jungeun, Hyunjin creo recordar. Pero ahora todo lo que ves es solo el comienzo. Jungeun pudo hacer que edificaran una cafetería donde ella vivía, eso es al lado de casa de tus padres... También instaló varias cadenas de tabernas por toda la ciudad. Si cruzas la calle y vayas por donde vayas, probablemente te encuentres con otra propiedad de Jungeun.
—Nayeon, vengo a visitar a Jungeun. Quiero verle, por favor.— pidió amablemente.
—Jinsol... Tus padres te lo habrán contado, ¿verdad?— preguntó cabizbaja.
—Sí...
—Quiero que tengas cuidado, porque Jungeun es la mejor persona que he podido conocer. Todos mis compañeros dicen cosas tan bonitas sobre ella... Le califican como la mejor jefa que han tenido. Aunque... Ya sabrás que ella nunca se ha rendido tampoco, y no creo que lo haga. Jinsol, cuando te fuiste a Londres, ella estuvo llorando cada día que venía a trabajar.
—Dios mío...— se tapó las manos avergonzada.— De verdad que quería decírselo, pero no tuve la oportunidad. No quería contárselo y que me dejara. Ella sabía que mi sueño era tener una empresa y le oculté mi futuro. Y mi futuro siempre quise que fuera a su lado.— comenzó a sollozar.— Quería que ella lo fuera todo para mí.
—Aún estás a tiempo de cambiarlo.— le acarició las manos.— Jungeun está cocinando ahora, no obstante no es mucho trabajo. Te colaré por la puerta de atrás de la cocina y te guiaré hacia el piso de arriba. Ahí está su sala de trabajo y descanso. Vamos.— agarrándole del hombro, se la llevó por detrás y rodearon todo el restaurante. Tenía ventanales hermosos con cristales tintados de negro y transparente. Sonrió al ver los colores que tenía, pues el azul era el que más predominancia presentaba, y ese era su favorito.— Métete por esta puerta, luego a la izquierda verás unas escaleras, súbelas y encontrarás el despacho de Jungeun. Buena suerte.— dejándole ir, Jinsol hizo todo lo que dijo Nayeon.
Se metió por la puerta trasera de la cocina, evitando que algún trabajador le delatara. Rodeando unas neveras, localizó una salida. A su izquierda, como Nayeon le dijo, subió las escaleras para encontrarse con otra puerta. La abrió sin problema y se fijó en una sala pequeña. Había una cama, un sofá y una mesa con un portátil en esta. Tenía las ventanas entre abiertas. Las cerró por la corriente caliente de aire que entraba, haciendo que tuviera un poco de calor.
Observó todo lo que tenía alrededor. Sonrió al ver un cuadro con una foto de sus madres en su mesa. También había una estantería con varios libros que reconoció al instante y sus figuras frikis que ella misma construyó. Luego estaba su diploma en "Negocios Internacionales y Finanzas", junto con sus premios a "Mejor Chef del Mundo", cuyos eran cinco.
Estaba tan orgullosa de Jungeun, que cuando se le vino a la mente el uso de las drogas y el alcohol, le cambió el rostro drásticamente. Así mismo, en su cabeza vagó la idea de que Jungeun pudo haberse acostado con otras mujeres, según su padre. Le hervía la sangre y el corazón se le estrujó al tener imágenes de ella y Jungeun cuando eran adolescentes mientras hacían el amor.
Estuvo ocho años soltera y sin nadie que pudiera conquistarla, porque su corazón tenía a Jungeun como su dueña, desde que tenían trece años. Durante su estancia en Londres tuvo muchas oportunidades de estar con mucha gente, y sin embargo rechazaba todas. Sentía que nadie podía igualar lo que Jungeun le hizo sentir. Por muchas noches se auto complacía a sí misma, imaginando que era su ex quien le tocaba...
Estuvo minutos en silencio adorando cada detalle que había en la oficina, desde los trofeos en su vitrina hasta las sábanas de Spiderman que tenía en la cama. Reía por lo bajito adorando que su ex no hubiera cambiado. O eso pensaba...
—¡Me importa una real mierda lo que pienses, Mark! ¡No, no vas a hacer tal cosa o te despediré, y ni siquiera te daré cheque! ¿En serio, no me digas? ¡Entonces le meteré la polla a tu madre si no vas a negociar conmigo, a ver si a ella le gusta más!— escuchó cerca. Sentía pisadas fuertes subiendo por las escaleras. Se acobardó y se puso de pie de inmediato. Haciendo esto, tiró el cuadro de las madres de Jungeun.
Lo recogió enseguida, sintiendo su corazón en la garganta cuando la puerta se abrió.
—¡¿Quién eres?!— gritó Jungeun viendo la espalda de la chica.— ¡Vete antes de que te eche a golpes!— cuando Jinsol dejó el cuadro en su sitio, se giró para ver a la dueña de los gritos. Abrió la boca en modo de sorpresa al ver a Jungeun quieta en su sitio, con un rostro neutral y los ojos medio rojos.— J-Jinsol...
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i'm gonna marry you | lipsoul
RomanceLas familias Kim y Jeong eran muy unidas, y al ser vecinos, hicieron que las hijas de estos matrimonios fueran amigas. Jungeun y Jinsol eran inseparables, creando un propio amor cuyo origen fue inefable. Sin embargo, Jungeun al cumplir los quince es...