NOTHING BREAKS LIKE A HEART

12 1 0
                                    

—J-Jinsol...— Jungeun se quedó pretificada en su sitio, notando sus ojos picar y sus manos incontrolablemente moviéndose entre sí. La pelinegra pudo ver todos los tatuajes que Jungeun tenía en sus brazos y manos. En el derecho tenía una sirena grande al estilo tradicional con un tridente entre sus dedos, sus pechos sobresalían, y su cola era azul oscuro. En el brazo izquierdo tenía tatuado un dokkaebi, el demonio tradicional coreano. Abajo de este, desde su antebrazo hasta la muñeca, un tigre estaba abrazando la bandera de Corea del Sur y una rosa estaba en su boca.

Jinsol analizó a su ex novia, la cual aún estaba temblando delante suya. Sus ojos estaban rojos todavía, en su mano derecha tenía una rosa con un puñal, en su izquierda un barco enorme. Jinsol amó cada uno de ellos, también incrédula por el cambio de Jungeun.

—J-Jinsol... Jinsol.— a la castaña se le hacía la boca agua, terminando por sentarse en su sofá. Se llevó las manos a la cabeza, y esta vez la pelinegra distinguió más tinta. Su cuello estaba lleno de estrellas, calaveras y su nombre en la nuca.— ¿Qué haces aquí?— se encontró con su devastada mirada.

—Yo...— se quedó callada por unos segundos.— He terminado de estudiar, tengo mi propia empresa en Londres y... Y quería volver y comenzar negocios con otras entidades, aquí en Seúl.

—No, eso no.— le devolvió una mirada punzantemente dolorosa.— ¿Qué haces en mi restaurante?

—Quería verte, saber cómo estabas.— respondió nerviosa.— Y veo que el Delicious Taste es más grande, muchísimo más.— sonrió nostálgica, al recordar cómo pasó noches cenando allí con Jungeun.— Mi madre me ha contado sobre la cafetería... Está hermosa.

—Deberías irte.— se levantó del sofá, caminando hacia ella con los ojos rojos.— No me gusta tenerte aquí.— ignorando su rostro sorprendido, fue hacia su mesa para encender su portátil.

—Jungeun, quiero hablar contigo, que todo sea como antes.— antes de que lo imaginase, ya tenía a Jungeun delante suya cogiéndole de la camisa. Le balanceó unos segundos para encararla contra la pared.— ¡Jungeun!

—¡¿Que sea todo como antes?!— gritó enfurecida, oliendo a alcohol.— ¡Como antes! ¡Como antes era que tú estuvieras a mi lado, abrazándome, dándome caricias, besándome, haciendo el amor comingo, cabalgándome como tanto amabas! ¡Y te fuiste sin darme ninguna explicación, sin decirme que te ibas por ocho putos años! ¡Eso es como antes, entiéndelo!

—¡Si fuera como antes, no te estarías drogando en cada esquina que veas! ¡Si fuera como antes, tú estarías follándome hasta dejarme sin caminar! ¡Ahora tienes a más fulanas en tu polla mientras yo me arrepentía de haberme ido!— apartándose de ella, fue hasta el cuadro de las difuntas señoras Kim y lo agarró.— ¡Si fuera como antes, tus madres estarían orgullosas de ti! 

Jungeun le proporcinó una bofetada, haciendo que el cuadro cayera al suelo, rompiéndose en el acto. La castaña no pasó esto por alto y lo recogió, llevándose la fotografía al pecho. Derramó algunas lágrimas por el dolor que sentía en esos momentos. Quería que Jinsol se fuera, sin embargo tenerla a su lado es lo que más deseó por mucho tiempo. 

Desde que Jinsol se fue, lo primero que hizo fue irse de la casa de los Jeong. No podía soportar seguir en el cuarto de la pelinegra, cuando esta no estaba para darle las buenas noches o para hacer el amor. Estaba enamorada, siempre lo estuvo. Las próximas semanas estuvo trabajando y estudiando como loca, dejándose llevar por el alcohol para ahogar sus penas. 

Lo peor que pudo haber pasado, ocurrió meses atrás, cuando se metó cocaína por primera, empero no última vez. Conoció a un estudiante de Artes años más menor que ella, con el que se comenzó a llevar bien. Los días pasaban, y ese amigo suyo, de nombre Ricky, le pasaba la droga fácilmente. Se juntó con más personas para consumirlas y luego hacer locuras. Aparte de Ricky, estuvo al tanto de otras dos mujeres más; Ningning y Yooyeon.

Yooyeon y Jungeun conqueteban muy a menudo, dejando a los dos restantes con la boca abierta. Conocían perfectamente el poder que Jungeun tenía, dejando a Yooyeon que siguiera conquistándole. Eran seis años de diferencia los que se llevaban ella y Jungeun.

La menor estuvo muy pendiente de los regalos que le hacía Jungeun, especialmente bandejas con comida que le preparaba o joyas hermosas para adornar sus bellas manos. Jungeun estaba encantada con Yooyeon, quien, aparte de tontear con ella, la menor demostraba que comenzaba a enamorarse de la castaña.

Sin embargo, Jungeun no quiso nunca confundir sus gestos con la menor. A sus veintiséis años estaba a punto de rechazar a Yooyeon, cuando le vio besándose con otro chico. Suspiró aliviada por no tener que volver a verle, porque a partir de ese momento, se dio cuenta de que si no era Jinsol, no iba a salir con nadie más.

—¡Si fuera como antes, ahora no estarías echándome en cara lo que hago! ¡No eres mi madre!— cogiéndole del brazo a Jinsol, le abrió la puerta para echarle, sin ver que esta tropezó con las escaleras.

Con la mano aún en su brazo, protegió a la pelinegra con su cuerpo y ambas cayeron por las escaleras. La cabeza de Jinsol fue protegida todo el rato por Jungeun, apegándose más a su pecho. Luego de caer al suelo, Jungeun recibió un gran golpe en su frente con la barandilla. 

Abriendo los ojos lentamente, se encontró mareada por el impacto y de su frente salía un chorro de sangre, cayendo por sus ojos hasta llegar al mentón. El golpe fue tan brusco, que Jungeun se apartó rápidamente para no manchar la ropa de Jinsol. Se disculpó con ella varias veces, cayéndose de nuevo al tropezar con sus pies.

Sin dudarlo dos veces, Jinsol levantó a Jungeun y le sacó por la puerta trasera. Le llevó hacia el coche de su padre, dirigiéndose hacia el hospital. Quería que la castaña recibiera punto, pues casi se abre la cabeza y era por su culpa. Al llegar, le metieron en una habitación al instante. Jinsol entró con ella, solo para ver cómo gritaba de dolor al notar la aguja traspasar su piel. Se agarró de la camilla en la que estaba, viendo cómo una aguja iba hacia su brazo. 

Le anestesieron para que se controlara un poco, solo serían unos minutos hasta que volviera a despertar. Jinsol se torció al ver un poco de sangre caer nuevamente por su rostro. La ropa de Jungeun era un desastre y fue pensando en una solución. Tenía que llevarle a su casa para que cambiara. 

Le daba vergüenza el hecho de que estaba con su ex novia en un hospital, encerradas de nuevo junto con un médico, sintiendo cómo sus pulmones cogían y soltaban aire con fuerza. Pasaron un par de minutos cuando Jungeun despertó y la herida ya estaba cerrada. Ahora tenía esos puntos marcados y le dolía como la mierda.

Le recetaron unas medicinas a la castaña, y se despidió de mala gana del médico. Fue echa una furia hasta el coche de Jinsol, abriéndolo y ocupando el copiloto enfadada. Vio a Jinsol entrar tras ella con un rostro preocupado, dándole marcha hacia la casa de Jungeun. La castaña le fue dando direcciones, sin hablar ninguna palabra más. 

Ambas miraban fijamente hacia la carretera, siendo Jinsol quien pusiera música para cortar el tenso momento. Minutos antes estaban peleándose en la oficina de Jungeun, y ahora iban a su casa a por ropa limpia... Qué irónico, ¿verdad?


.

.

.


chuuchatumadre ya tienes nuevo contenido ctm.

me dormí una verga, kskskaakak.

mañana sigo actualizando, creo.

i'm gonna marry you | lipsoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora