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Intenté mantener el contacto visual, pero mi nerviosismo estaba a punto de traicionarme. A pesar de todo, no podía apartar la vista. Había algo en su mirada.

Justo cuando parecía que el momento se alargaría más de lo que podía soportar, uno de sus amigos lo llamó, dándole un leve empujón en el hombro mientras decía algo que no alcancé a escuchar. Sebastián parpadeó y desvió la mirada hacia ellos, rompiendo el contacto entre nosotros como si nada hubiera pasado.

Mi corazón aún estaba acelerado mientras intentaba procesar el momento. La mirada de Sebastián seguía grabada en mi mente como una fotografía en blanco y negro, una imagen nítida y emocionante. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera noté cuando Vom se acercó silenciosamente por detrás.

—Lo vi todo —susurró a mi oído, haciéndome dar un pequeño salto— Casi se besan por Bluetooth o algo así.

Sentí cómo el calor subía a mis mejillas al instante.

—¡Vom! —murmuré, dándole un ligero codazo en las costillas, pero ella solo soltó una risa suave, claramente disfrutando de mi incomodidad.

Nos acercamos al grupo, donde Harold ya estaba saludando a todos con esa energía relajada que transmitía. Sebastián estaba ahora recostado en su silla, con una mano descansando sobre la mesa y la otra sosteniendo una bebida que giraba lentamente entre sus dedos. Su expresión era neutral, casi indiferente, pero de alguna manera, eso solo lo hacía parecer más intrigante.

Así me gustan.

No dijo nada cuando llegamos. Sus amigos intercambiaban bromas y risas, mientras él simplemente se mantenía allí, como si observara desde una distancia cómoda. No era grosero, pero había algo en su actitud que me hacía sentir un poco más consciente de cada movimiento que hacía.

Los chicos estaban en su propio mundo, hasta que Harold los interrumpió al "toser" para llamar su atención y se dieran cuenta que estábamos ahí. 

Inmediatamente me di cuenta que no eran groseros, solamente estaban distraídos y recorde que son hombres, nunca se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor.

—Hijos de la chingada me están distrayendo y ahora la amiga de Vom va a pensar que soy un mal educado - dijo en voz baja el mayor de los chicos, Tristán.

Miré a Vom y la vi rodando los ojos, claramente divertida por la situación. Lo cierto era que Tristán no parecía avergonzado en lo más mínimo, sino más bien incómodo con la idea de que ahora todos estábamos mirándolos. Un poco de tensión flotaba en el aire, pero luego todo se disipó cuando Sebastián, finalmente levantando la vista de su bebida, nos miró a todos de la forma más horrible posible.

Hasta que por alguna extraña razón se me quedo viendo fijamente y me sonrio.

La sonrisa en su rostro parecía sincera, pero no podía dejar de notar cómo sus ojos se mantenían algo distantes, como si todavía estuviera en su propio mundo. 

ME SONRIO SEBASTIÁN ABARCA, QUIERO BRINCAR DE FELICIDAD Y DECIRLE A VOM 300 VECES COMO ME SONRIÓ.

— Holaaa, soy Lukas —dijo con una sonrisa amplia, estrechando mi mano con entusiasmo

—Yo soy Alan—dijo, dándome un apretón de mano firme.

Por otro lado, Tristán simplemente se inclinó ligeramente, como si fuera una especie de espectáculo para romper el hielo.

—Y yo me llamo Tristan —dijo con una sonrisa juguetona, que me hizo reír un poco.

—Sebas, preséntate, no seas mamón - dijo Harold dándole un empujón

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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We can't be friends || Sebastián Abarca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora