Artemisa.
Salgo de la camioneta sin siquiera despedirme de los chicos, logró escuchar la pequeña risa que suelta uno de ellos cuando me ven correr despavorida hacia la universidad, agradezco al cielo que los pasillos se encuentren totalmente vacíos porque si no, no podría de la vergüenza, y no es que me causa vergüenza que me vean con ellos, al contrario, lo que si me causaría pena sería que vean mi estado.
Mi cabello desarreglado, mis mejillas sonrojadas, mis labios hinchados, mi ropa arrugada y mis pupilas dilatadas dejan en evidencia que no estábamos solo hablando. Camino rápidamente ansiando llegar al ala de los dormitorios, logro escuchar como las llantas de la camioneta derrapan contra el asfalto, un suspiro escapa de mis labios cuando sé que ya no seguirán viendo mi sonrojado rostro y causando que se sonroje más, llegó hasta el ala de los dormitorios y caminó hacia mi habitación, busco las llaves en la pequeña cartera que cuelga de mi hombro y cuando las encuentro me dispongo a abrir la puerta, suelto un suspiro cuando al fin cede, cierro la puerta detrás de mí y me recuesto sobre ella cerrando los ojos.
Una sonrisa estúpida cubre mis labios mientras la sensación de los suyos sobre en los míos no se esfuma, muerdo ligeramente mi labio inferior mientras abro los ojos, me sobresalto llevando una de mis manos a mi pecho cuando observo a Ludmila parada en medio de la sala con los brazos cruzados y las cejas arqueadas.
Ludmila: ¿Te divertiste?
Frunzo el ceño ante su pregunta.
Artemisa: ¿Pasa algo?
Sus brazos caen a sus costados y su expresión se relaja, camina hacia mí y me examina causando que la confusión vaya en aumento.
Ludmila: Pensé lo peor cuando escuché en los pasillos que saliste con Los Ángeles de la muerte en una camioneta— sigue revisándome— ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?
Detengo sus manos cuando intenta seguir revisando mi cuerpo.
Artemisa: Estoy bien, no sé porque crees que me hicieron algo.
Me mira a los ojos entrecerrando los suyos, se aparta de mí y desvía la mirada barriendo con sus ojos todo el lugar en busca de algo, luego de unos segundos decide abrir la boca.
Ludmila: Eso es lo que ellos hacen, no conocen lo que es la piedad— hace una mueca con sus labios y sus ojos se oscurecen— son unos asesinos sin corazón.
Se va dejándome sola en la sala, me quedo mirando por donde se fue con el ceño ligeramente fruncido, niego con mi cabeza y empiezo a caminar hasta mi habitación cuando escuchó el sonido de mi teléfono con una llamada entrante, lo tomo entre mis manos olvidando mis dudas y sonriendo enormemente cuando veo que es una llamada de Jasper.
📲Jasper: Perra ingrata— es lo primero que suelta cuando respondo la llamada, cierro la puerta de mi habitación y me recuesto en la cama esperando a que continúe— maldita, te vas y te olvidas de mi— me regaña de forma dramática— ya no me llamas ni me escribes— intentó hablar pero me interrumpe— calla, maldita traidora— blanqueo mis ojos conteniendo la risa— ya no me cuentas chismes... no me quieres.
Exagerado.
Artemisa: Jas, hablamos hace unas horas.
Miro al techo escuchando su jadeo indignado.
📲Jasper: igual fue hace mucho tiempo,— lo escucho caminar hasta dejarse caer en algo— en unas horas todo puede pasar,— asiento con mi cabeza dándole la razón a pesar de que no puede verme— ahora cuéntame, ¿Qué ha pasado con los seis bombones?
Jasper está al tanto de todo lo que ha pasado luego de mi viaje a Rusia, diariamente me encargo de contarle mis cosas y él hace lo mismo conmigo, le cuento lo que pasó el día de hoy escuchando sus gritos de sorpresa y emoción, suelto algunas carcajadas al escuchar sus reacciones.
Artemisa: Hice que me trajeran a casa porque no creía soportar un sonrojo más.
Literalmente.
📲Jasper: Quiero evaluar el producto que mi mejor amiga se comerá, ¿Me envías una foto?
No controlo la carcajada que sale de mis labios al escucharlo, suelto un suspiro tapando mi boca para no despertar a Ludmila.
Artemisa: No tengo fotos y prefiero que los veas en vivo y en directo.
📲Jasper: ¿Me estás proponiendo un viaje a Rusia lo antes posible?— pregunta eufórico— ¡Acepto, perra!— lo escucho mover algunas cosas, logro escuchar como algo se rompe antes de que sus palabras inunden mis oídos— estaré allá la próxima semana, espero que tus hombres tengan un primo o algún amigo que quieran presentarme.
Me quedo con la boca abierta cuando me cuelga la llamada, conociéndolo ha de estar eligiendo qué traerá en las maletas, con una enorme sonrisa cubriendo mi rostro me levanto de la cama para dirigirme al baño, me desnudo y entro a la ducha cerrando mis ojos cuando la lluvia artificial cae sobre mi cuerpo desnudo mojando mi rubio cabello y causando que este caiga en cascada hasta rozar mis nalgas.
Hace unos meses, por mi mente no pasaba la idea de experimentar un momento de felicidad como los que estoy empezando a vivir, todos los días me levantaba preguntándome y armando miles de planes para escapar de las garras de Viggo el mayor tiempo posible a sabiendas de que por las noches nadie me salvaría de sus garras.
Eso ya quedó en el pasado.
Saco el shampoo de mi cabello y paso mis manos por mis ojos para quitar los excesos y poder abrirlos sin que me hagan daño, me sobresalto cuando veo a Ludmila en la puerta del baño con una expresión de vergüenza plasmada en su rostro, tapo mi cuerpo como acto reflejo viendo cómo ella hace lo mismo con sus ojos.
Ludmila: Lo siento, pensé que estabas dormida.
Voltea su rostro mientras sigue con los ojos tapados, carraspeo tomando una toalla y envolviéndome con ella.
Artemisa: No pasa nada— le regaló una sonrisa para que se tranquilice un poco— puedes usar el baño, yo ya terminé.
Salgo del baño dejándola allí, caminó hasta mi habitación, cierro la puerta y me dispongo a buscar una pijama en mi pequeño clóset, luego de vestirme me acuesto con una sonrisa imborrable en mis labios.
Hoy fue un buen día.
Nota de la autora:
MENTIRA PERRES!!
En esta vaina ahora es que falta faena 👁️👄👁️
200 comentarios (no importa de quién o quiénes sean) y subo la continuación.
Voten y comenten, espermatozoides ganadores.
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Alas De Seducción [+21]
Romance"No caigas bajo las alas de seducción de los ángeles de la muerte", se murmuraba por las frías calles de un pequeño pueblo en Rusia. "No te acerques a los ángeles de la muerte, no si quieres seguir respirando", susurros, tras susurros, todos llenos...