11- Flor favorita.

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Yeonjun se incorporó despacio, aún con una sonrisa satisfecha que dejaba claro que no tenía intenciones de debatir. Haein, todavía aturdida por lo que acababa de pasar, lo observó mientras él agarraba su mochila, acomodándosela en un solo hombro con un gesto casual.

—Te pasaré a buscar a las siete —dijo con firmeza, como si ya fuera un hecho, su tono dejando claro que no aceptaría un "no" como respuesta.

Haein parpadeó, abriendo la boca para protestar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Yeonjun se inclinó hacia ella de nuevo, sus manos encontrando su rostro con una delicadeza que la hizo estremecer.

—Por si necesitas un poco más de motivación —murmuró, y sin darle tiempo a reaccionar, la besó otra vez.

A diferencia del primer beso, este fue rápido, casi juguetón, pero no menos intenso. Antes de que Haein pudiera procesar lo que estaba sucediendo, él ya se había separado, su sonrisa arrogante y traviesa iluminando su rostro.

—Nos vemos más tarde, Haein. No te preocupes por qué ponerte; seguro que te ves bien con lo que sea —añadió, dándole un guiño mientras caminaba hacia la puerta.

Haein se quedó inmóvil, sus mejillas ardiendo mientras su mente intentaba alcanzar la velocidad de los acontecimientos. Para cuando se dio cuenta de que debía decir algo, la puerta ya se había cerrado detrás de él.

—¡Ya no sé si voy a ir! —gritó, aunque sabía que era inútil.

Su respuesta se quedó flotando en el aire vacío del aula, y Haein dejó escapar un suspiro, dejando caer la cabeza sobre la mesa.

—¿Qué acabo de hacer? —se preguntó a sí misma, sintiendo su corazón latiendo con fuerza, no solo por el beso, sino por todo lo que significaba.

Pasaron algunos minutos antes de que pudiera levantarse y volver a concentrarse, pero incluso entonces, la sensación de los labios de Yeonjun sobre los suyos no desaparecía. La idea de la fiesta, de él buscándola a las siete, de tener que enfrentarlo nuevamente, hizo que una mezcla de ansiedad y emoción se agitaran en su pecho.

"Definitivamente no me deja opción", pensó, mientras el reloj seguía marcando las horas.

Haein suspiró, aún con la frente apoyada en la mesa, y dejó escapar un suave murmullo para sí misma.

—Ese fue el cuarto guiño...

Cada guiño parecía llevar consigo un mensaje diferente, pero todos estaban marcados por la misma energía despreocupada y segura de Yeonjun, esa que lograba desconcertarla y, al mismo tiempo, atraerla como un imán.

"¿Cuántos más va a lanzar antes de que mi corazón explote?", pensó, apretando sus labios en una línea fina mientras el calor subía por sus mejillas.

Sin embargo, esta vez había algo diferente. Esta vez, no era solo un gesto juguetón; estaba lleno de intenciones claras. Era como si él le dijera: "Estoy aquí". "Te veo". "No voy a detenerme hasta que tú también lo hagas".

Haein alzó la cabeza lentamente, mirando hacia la puerta por la que Yeonjun había salido hacía unos momentos. A pesar de la confusión y la lucha interna que sentía, una pequeña sonrisa se coló en sus labios.

—Cuatro guiños... —repitió, como si los estuviera enumerando en un cuaderno mental.

Y aunque quería convencerse de que estaba molesta, una parte de ella sabía que estaba comenzando a esperarlos. ¿Cuándo vendría el quinto?
































Forty One Winks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora