Jaula de sangre
CHRISTOPHER
No podía entenderlo. No podía. Cada palabra que salía de la boca de Kristian me daba una sensación de opresión en el pecho. El aire estaba espeso, pesado, como si el mismo tiempo estuviera apretándome en una cárcel invisible. Cada vez que abría los ojos, me costaba procesar lo que estaba sucediendo.
Me levanté de la silla en un rápido movimiento, dejando que la furia se apoderara de mí. Miré a Kristian directamente a los ojos, mis manos apretadas en puños, y mi voz, tan baja como peligrosa, salió de mis labios.
—¿Qué mierda estás diciendo, Kristian? —gruñí, mi mandíbula tensa. —¿Estás diciendo que la mafia sabe de Adeline? ¿Que han estado espiando hasta la última mierda que hacemos? ¿Y que ahora me exigen algo así? ¡No puede ser!
Kristian no se movió ni un centímetro. Sabía que la furia que ahora brotaba de mí no era un simple arranque, sabía que estaba a punto de perder el control. Pero, como siempre, su mirada fría y calculadora no cambiaba.
—Es la única manera, Christopher —respondió, su voz imperturbable, pero los ojos traicionándolo. Sabía que esto lo mataba casi tanto como a mí. —Ellos ya saben todo. Y por lo que veo, te lo han dejado claro. Si quieres salvarla, si realmente te importa, tendrás que hacer lo que te piden.
Tragué saliva, sintiendo el sabor amargo del veneno que las palabras de Kristian vertían en mi garganta. Mi respiración se hizo más errática mientras sentía que la ira crecía en mí, envolviéndome, casi consumiéndome.
—¡¿Qué?! —grité, empujando la mesa hacia atrás. —¡Mierda! ¡¿Estás jodiendo conmigo, Kristian?! ¿Cómo coño pueden hacerme esto? ¿Cómo no me avisan antes de que esta mierda se ponga tan grave? ¿Cómo mierda no lo vi? ¿Cómo no me di cuenta de que todo lo que estaba haciendo sólo me iba a meter más en este puto agujero?
Kristian levantó una mano, calmada, y se acercó a la mesa donde había dejado una carpeta con un montón de fotos y papeles. Como si todo fuera tan sencillo. Como si el puto control que la mafia ejercía sobre mi vida fuera solo un asunto de papeles firmados.
—Mira, Christopher —dijo, con tono pesado—. El problema no es sólo que la mafia te haya descubierto, el problema es que ahora tienen algo en su poder. Saben lo que representas. Saben que Adeline es tu hija. Y ahora quieren asegurarse de que no vas a traicionarles, que no vas a venderles. La forma en la que pueden garantizarlo es simple: aseguran que sigas siendo su leal perro guardián, casándote con Makala.
Mis manos empezaron a temblar. La ira me consumía, pero algo en mi interior también sentía el horror de saber que todo lo que había hecho por mi hija podía desmoronarse en cuestión de minutos. Cada palabra que Kristian pronunciaba era un recordatorio cruel de lo que me esperaba. Y no podía escapar.
—¡¿Qué?! —grité, empujando la mesa hacia atrás. —¡Mierda! ¡¿Estás jodiendo conmigo, Kristian?! ¿Cómo coño pueden hacerme esto? ¿Cómo no me dijeron antes? ¿Cómo mierda no lo vi? ¿Cómo no me di cuenta de que todo lo que estaba haciendo sólo me iba a meter más en este puto agujero?
Kristian se mantenía inmóvil, observando con frialdad cómo mi mundo se desmoronaba, mientras él seguía entregándome la verdad más amarga.
—El informante —dijo Kristian, su voz aún monótona, como si no estuviera hablando de alguien que había sido parte de mi red de confianza. —El que tenías infiltrado en la mafia rusa. Esos fueron los que descubrieron la verdad.
Mis ojos se abrieron de par en par. El informante. ¿A qué puto informante se refería?
—¿Qué mierda estás diciendo? —dije, la confusión y la ira mezclándose en mi garganta—. El informante. El hijo de puta ese que se suponía que estaba de mi lado... ¿fue él? ¿El que hizo que todo esto estallara?
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VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]
RomanceNadia James es una mujer cuya valentía no se puede encasillar en simples palabras. Es vengativa, egocéntrica, narcisista, malcriada y caprichosa, sí, pero ¿quién no lo sería después de todo lo que ha soportado? Las cicatrices invisibles de su pasado...