7.

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Al día siguiente, Itachi se encontraba de pie en la entrada de la casa, ajustando los guantes de su uniforme ANBU. Sakura, con Shisui bebé en brazos, lo observaba desde el marco de la puerta.

—Volveré tan pronto como pueda —le dijo Itachi, su tono calmado pero con una calidez especial que reservaba para ella y el pequeño.

Sakura asintió, aunque no pudo evitar sentir una punzada de preocupación. Sabía que las misiones de Itachi no eran sencillas.
—Cuídate, Itachi...

Itachi le dirigió una leve sonrisa antes de posar su mano en la cabeza de Shisui bebé, quien lo miraba con ojos grandes y brillantes.
—Portaos bien, pequeño. Cuida de tu madre.

Shisui balbuceó, como si entendiera, y estiró sus manitas hacia Itachi. Este le dio un suave toque en la mejilla antes de marcharse, desapareciendo en un destello.

Sakura suspiró, cerrando la puerta detrás de él.
—Bueno, Shisui, parece que hoy estaremos solos tú y yo —dijo, ajustándolo en sus brazos antes de dirigirse hacia la sala.

Decidida a mantener la casa en orden, comenzó a organizar las cosas mientras el pequeño Shisui descansaba en su silla alta, entretenido con el colgante de llama verde que su versión mayor le había dejado.

Mientras limpiaba, Sakura se sorprendió al notar pequeños detalles que Itachi había añadido a la casa: un jarrón con flores frescas, una manta cuidadosamente doblada en el sofá. Era meticuloso en todo lo que hacía, incluso en hacerla sentir cómoda.

—Itachi... es realmente algo especial, ¿sabes? —murmuró Sakura mientras barría el suelo. Shisui la miró con sus ojos dispares, como si entendiera cada palabra.

El día transcurrió tranquilo, aunque Sakura no podía evitar echar de menos la presencia de Itachi. A medida que pasaban las horas, el bebé Shisui comenzó a inquietarse, balbuceando con insistencia.

—¿Qué ocurre, pequeño? ¿Extrañas a Itachi? —preguntó Sakura con una sonrisa cansada mientras lo alzaba en brazos para consolarlo.

Shisui bebé apoyó su cabecita contra su hombro, y Sakura lo meció suavemente mientras se dirigía al jardín. El aire fresco siempre ayudaba a calmarlo.

—Bueno, parece que tendremos que hacer algo especial para darle la bienvenida cuando vuelva, ¿no crees? —le dijo, mirando al cielo azul mientras el pequeño comenzaba a relajarse.

A lo lejos, la sombra de alguien se asomaba desde un árbol cercano, observándolos con atención. Era Sasuke, quien, sin querer, había presenciado la escena. Apretó los puños mientras una mezcla de celos y confusión llenaba su pecho. Ver a Sakura tan cómoda con el bebé y recordando el vínculo con su hermano lo atormentaba.

—¿Qué tiene Itachi que yo no tenga...? —murmuró para sí mismo antes de girarse y marcharse.

Mientras tanto, Sakura y Shisui regresaron al interior, sin saber que los sentimientos de Sasuke seguían siendo un torbellino, uno que pronto encontraría una forma de explotar.

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Ya en la casa, Sakura acomodó a Shisui bebé en su cuna improvisada. Él seguía jugando con el colgante de llama verde que su versión adulta le había dejado, emitiendo pequeños balbuceos mientras lo observaba con curiosidad.

𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora