18.

4 1 0
                                    

La semana transcurre rápido, marcada por las clases, el baloncesto y el eco de las risas de mis amigas. Cada día parece un borrón de rutinas y pensamientos que giran en torno a lo que ha sucedido con Hugo y lo que vi entre Jace y Nora. Trato de mantenerme ocupada, pero las imágenes se repiten en mi mente como un viejo disco rayado.

Finalmente llega el sábado, y mi grupo de amigas se organiza para un día de playa. Aunque ya estamos en septiembre, el sol brilla con fuerza en San Diego, y el ambiente es perfecto para disfrutar de la arena y el mar.

Me despierto temprano, llena de emoción. Preparo una mochila con toallas, protector solar, y algo de comer. Mientras organizo mis cosas, me llega un mensaje en el grupo de chat.

Grace

     Chicas, ¡no olviden el agua y la música! 🌊🎶

Mia

     Estoy lista para ponerme al sol y relajarme. ¡Hoy no habrá drama! ☀️

Emma

     ¡Y muchas risas! Espero que Vicky se sienta mejor. 💕

Kayla

     No se preocupen, hoy será un día de chicas. ¡Nada de chicos! 💪

Sonrío mientras leo los mensajes, sintiendo que la energía positiva comienza a crecer en mí. A veces, la vida se siente abrumadora, pero tener a mis amigas a mi lado me reconforta.

Más tarde, cuando llego a la playa, el aire está impregnado del olor a sal y el sonido de las olas. Las chicas ya están instaladas en una zona amplia, con toallas extendidas y un altavoz que emite música alegre. Las saludo con entusiasmo.

     —¡Chicas! —exclamo mientras me acerco.

     —¡Vicky! —gritan al unísono, y se levantan para darme un abrazo grupal.

Nos acomodamos en la arena, riendo y bromeando mientras comenzamos a ponernos protector solar. La conversación fluye fácilmente, y pronto me siento más ligera, dejando atrás las preocupaciones de la semana.

Mia propone jugar a las palas, y todas nos lanzamos al agua. Las risas resuenan mientras corremos, y el agua fresca nos envuelve en un abrazo refrescante. Durante el juego, se siente como si nada pudiera romper este momento de felicidad.

A medida que el sol comienza a descender, nos sentamos en la orilla, las piernas sumergidas en el agua. Emma comienza a hablar sobre planes futuros, y la conversación se vuelve animada.

     —¿Alguien más piensa que deberíamos hacer un viaje de fin de semana? —sugiere Emma, y todas nos emocionamos al instante.

     —¡Sí! ¡Podríamos ir a la montaña! —dice Grace, mientras juega con la arena entre sus dedos.

     —O un fin de semana de campamento, con fogata y todo —añade Kayla, y todos asienten con entusiasmo.

Mientras seguimos disfrutando de la playa, el sol comienza a descender, y nos acomodamos en la orilla, las piernas sumergidas en el agua. Emma, con una mirada curiosa, rompe el hielo.

     —Oye, Vicky, ¿cómo te sientes después de lo de Hugo? —pregunta, y todas las miradas se dirigen a mí.

Siento que mi corazón se acelera un poco. No esperaba que sacaran el tema, pero supongo que es inevitable.

     —Ha sido un poco raro —admito—. Él es un gran amigo, pero no puedo corresponder a sus sentimientos, y eso me hace sentir mal.

Grace asiente con comprensión.

     —Es normal sentirte así. Es difícil cuando la amistad se complica con esos sentimientos —dice ella, jugando con la arena.

     —¿Y qué hay de Jace? —pregunta Kayla, levantando una ceja—. ¿Lo has visto desde lo de la feria?

Su comentario provoca un silencio momentáneo. La mención de Jace hace que una mezcla de emociones surja en mí, pero decido ser honesta.

     —Sí, lo he visto. Y lo de Nora... me dolió más de lo que pensé que me afectaría —confieso, sintiendo la frustración y los celos emerger de nuevo.

Mia se acerca, poniendo una mano en mi hombro.

     —Vicky, tú vales mucho. Jace puede que no se dé cuenta de lo que tiene. No deberías dejar que eso te afecte —me anima.

     —Tal vez deberías hablar con él, aclarar lo que sientes. No puedes quedarte con eso —dice Emma, con una mirada seria.

     —No sé... No quiero hacer un drama. A veces creo que debería dejarlo pasar —respondo, sintiendo que mi voz se quiebra un poco.

Grace me mira con empatía.

     —Pero también es importante que le digas cómo te sientes. No puedes quedarte con eso adentro. Tal vez no sea un drama, solo una conversación honesta —insiste.

Asiento, reconociendo que tienen razón. Tal vez necesite ser más valiente, pero la idea de enfrentar a Jace me asusta.

     —Quizás debería hacerlo —digo, aunque aún tengo dudas.

Kayla sugiere:

     —Podríamos hacer un plan y reunirnos con él, así no te sentirás tan presionada. ¡Unas cervezas, un poco de música y buena compañía!

La idea me parece atractiva, y aunque el miedo persiste, siento que estoy rodeada del apoyo que necesito.

     —Eso suena genial —admito—. Quiero darme la oportunidad de hablar con él.

Las chicas sonríen, llenas de entusiasmo. Nos dedicamos a hablar sobre la próxima reunión, y de pronto, el tema de Hugo vuelve a surgir.

     —¿Y cómo está Hugo ahora? ¿Estás bien? —pregunta Mia, con una mirada preocupada.

     —Creo que él lo entiende, aunque no puedo evitar que me sienta un poco mal por ello. No quería lastimarlo —confieso.

     —Es natural que te preocupe, pero a veces, la honestidad es lo mejor —responde Grace, y todas asienten.

En ese momento, siento un gran alivio al saber que, aunque las cosas son complicadas, tengo a mis amigas que me apoyan y entienden. Disfrutamos el resto del día entre risas y juegos, con la promesa de que nos encontraremos pronto para seguir hablando sobre nuestros sentimientos, el baloncesto y la vida.

Mientras el sol se oculta en el horizonte, me doy cuenta de que, a pesar de los altibajos, este día de playa me ha recordado lo importante que son mis amigas y lo fuerte que puedo ser si enfrento mis emociones con ellas a mi lado.

Gracias al baloncestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora