capitulo 7

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Caminata hacia el Parque Solitario

La noche estaba tranquila, como si el mundo entero hubiese contenido el aliento. Yuji caminaba junto a Makima, quien parecía flotar más que caminar, sus pasos ligeros y perfectamente acompasados con el ritmo de la noche. La luz tenue de los faroles iluminaba sus figuras, proyectando sombras alargadas que parecían fusionarse con la oscuridad circundante.

Makima llevaba las manos cruzadas detrás de la espalda, su mirada fija en el camino frente a ellos. Su porte era el de alguien que siempre tenía el control, una seguridad que parecía casi sobrenatural. Yuji, por el contrario, mantenía las manos en los bolsillos, su mente dando vueltas en círculos mientras intentaba descifrar el enigma que era Makima.

Después de varios minutos en silencio, Yuji no pudo contenerse más.

—No quiero sonar grosero, pero... ¿qué es lo que realmente quieres de mí? —preguntó, su voz tranquila pero cargada de incertidumbre.

Makima giró ligeramente la cabeza hacia él, mostrando una pequeña sonrisa, como si hubiese estado esperando la pregunta.

—No quiero "algo" de ti, Yuji. Quiero mostrarte algo. —Su voz era suave, casi hipnótica, como si cada palabra estuviera diseñada para calar profundo en su mente.

Yuji frunció el ceño, confundido.

—¿Mostrarme algo? ¿Qué podría ser tan importante como para que alguien como tú se tome la molestia de... acercarse a mí?

Makima detuvo su paso y lo miró directamente a los ojos, su mirada tan penetrante que Yuji sintió como si ella pudiera ver más allá de su piel, como si estuviera mirando directamente a su alma.

—Hay algo dentro de ti, Yuji, algo que el mundo aún no comprende. Tú llevas una chispa que puede encender una hoguera o consumirlo todo en llamas. Pero, más allá de eso... llevas un vacío. Un dolor. Y, curiosamente, una esperanza que no has reconocido del todo. —Se acercó un poco más, como si su presencia pudiera envolverlo por completo—. Eso es lo que me intriga.

Yuji retrocedió ligeramente, impactado por lo directo de sus palabras.

—No sé de qué estás hablando. Solo soy un tipo normal que ha tenido demasiados problemas en poco tiempo. —Intentó sonar seguro, pero su tono lo traicionó.

Makima rió suavemente, un sonido que no era ni burlón ni condescendiente, sino cargado de una extraña calidez.

—¿Normal? Si fueras normal, Yuji, yo no estaría aquí contigo.

El silencio volvió a instalarse entre ellos mientras retomaban la caminata, pero esta vez Yuji sentía que cada paso lo llevaba más lejos de lo conocido. Finalmente, llegó el momento en que decidió enfrentar sus dudas.

—¿Por qué me dices todo esto ahora? ¿Qué esperas que haga? —preguntó, deteniéndose de nuevo para mirar a Makima con una mezcla de desconfianza y curiosidad.

Makima se giró hacia él, con una expresión que parecía mezclar compasión y autoridad.

—Porque creo que estás en el momento perfecto para escuchar. Todos llevamos cargas, Yuji. Pero pocos tenemos el valor de enfrentarlas de frente. Y menos aún tenemos la capacidad de transformarlas en algo poderoso. Tú tienes ambas cosas, aunque aún no lo sepas.

Yuji no respondió de inmediato. Las palabras de Makima parecían resonar dentro de él de una manera que no podía ignorar. Finalmente, exhaló profundamente, como si intentara liberar algo que llevaba dentro.

—No sé si estoy listo para algo como eso. —admitió, su voz baja pero sincera.

Makima dio un paso más cerca de él, inclinando ligeramente la cabeza para mantener su mirada fija en la de Yuji.

—No necesitas estar listo, Yuji. Solo necesitas dar el primer paso. —Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia un parque cercano, el sonido de sus pasos sobre el suelo rompiendo el silencio de la noche—. Ven. Quiero mostrarte algo.

Yuji dudó por un momento, pero algo dentro de él lo impulsó a seguirla. No sabía si era curiosidad, confianza o algo más profundo, pero no podía detenerse.

El parque era un lugar solitario, con bancos de madera desgastados y árboles altos que parecían susurrar secretos al viento. La luz de las farolas apenas llegaba al centro del lugar, dejando sombras que se movían como espectros entre las ramas.

Makima se detuvo junto a un banco y lo invitó a sentarse con un gesto de la mano. Yuji lo hizo, aunque con cierta cautela, mientras ella permanecía de pie, mirando hacia el horizonte.

—El mundo en el que vivimos está lleno de sombras, Yuji. Algunas son externas, amenazas que enfrentamos a diario. Pero las más peligrosas son las internas, las que llevamos dentro. —Se giró para mirarlo de nuevo, sus ojos brillando con una intensidad que lo hacía sentirse pequeño e inmenso al mismo tiempo—. Si puedes aprender a enfrentarlas, a dominarlas, no habrá nada que no puedas lograr.

Yuji sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Quería creer en lo que Makima decía, pero la magnitud de sus palabras lo abrumaba.

—¿Y qué pasa si no puedo? —preguntó finalmente, su voz temblando ligeramente.

Makima se inclinó hacia él, colocando una mano en su hombro.

—Entonces seguiré aquí para guiarte. Porque incluso en el fracaso, hay lecciones que aprender. —Su sonrisa era cálida, pero sus palabras tenían un peso que Yuji no podía ignorar—. Pero creo que tienes más fuerza de la que te das crédito.

Yuji no pudo evitar preguntarse si eso era cierto. ¿Era realmente tan fuerte como Makima creía, o solo estaba intentando convencerlo de algo que no era verdad?

Sin embargo, en el fondo, algo le decía que no importaba cuál fuera la respuesta. Mientras estuviera dispuesto a seguir adelante, siempre habría un camino que recorrer.

Makima se alejó unos pasos, mirando hacia las sombras del parque.

—Cuando estés listo, Yuji, el verdadero viaje comenzará.

Y con esas palabras, la noche pareció volverse aún más silenciosa, como si el mundo estuviera esperando la decisión de Yuji.

bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora