capitulo 8

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Capítulo 8: Sombras entre palabras

El apartamento de Makima tenía un aura peculiar. No era solo el ambiente minimalista, sino el silencio envolvente que parecía amplificar cada sonido: el roce de sus pasos al caminar, el tintineo de las tazas en la cocina, y el murmullo del café al ser vertido. Había algo en el lugar que hacía que Yuji se sintiera observado, como si el espacio mismo estuviera midiendo su presencia.

Mientras Makima preparaba dos tazas de café, Yuji no podía evitar fijarse en los pequeños detalles: un estante con pocos libros, pero todos con títulos que le resultaban desconocidos; una pequeña planta junto a la ventana, perfectamente cuidada; y una figura de porcelana que representaba a un zorro con múltiples colas, situada en una esquina del salón.

Makima regresó con las tazas, moviéndose con una elegancia que parecía casi ensayada. Le tendió una taza antes de sentarse frente a él.

— ¿Qué opinas de mi hogar, Yuji? —preguntó, sosteniendo su taza con ambas manos, como si estuviera esperando algo más que una respuesta superficial.

Yuji bebió un sorbo antes de responder.

— Es... diferente. Muy ordenado. Aunque, para ser honesto, no parece que vivas aquí. Es como si estuviera diseñado para alguien más, no para ti. —respondió, intentando sonar despreocupado, aunque la mirada de Makima lo ponía en alerta.

Ella sonrió, esa sonrisa suave pero cargada de intención que había visto antes.

— Interesante percepción. —respondió—. Este lugar está diseñado para funcionar. No creo en apegos innecesarios. Los objetos personales solo distraen de lo importante.

Yuji arqueó una ceja.

— ¿Y qué es lo importante para ti?

Makima dejó su taza sobre la mesa, entrelazando las manos.

— El control. Mantener el equilibrio. Asegurarme de que todo esté en su lugar. —dijo, como si fuera una obviedad.

Yuji se sintió incómodo, como si la conversación estuviera tomando un rumbo más profundo del que esperaba.

— ¿Y qué pasa cuando algo no está en su lugar? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Makima inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando su pregunta.

— Entonces hago lo necesario para corregirlo. —dijo, con una calma inquietante—. La vida, Yuji, es una constante lucha por el orden. ¿No crees?

Yuji dudó antes de responder. Sus palabras siempre estaban cargadas de un doble sentido que lo desconcertaba.

— Supongo que sí... pero también creo que hay cosas que no se pueden controlar. A veces, solo puedes aceptarlas y seguir adelante. —respondió, pensando en Sukuna y en cómo su vida había cambiado drásticamente desde que lo conoció.

Makima apoyó el codo en el brazo del sofá y descansó la barbilla en su mano, mirándolo fijamente.

— Esa es una perspectiva interesante. Aunque, en mi experiencia, aceptar algo sin intentar cambiarlo es rendirse. Y rendirse, Yuji, nunca lleva a nada bueno. —respondió, con un tono que parecía un consejo y una advertencia al mismo tiempo.

Yuji frunció el ceño, sintiendo que sus palabras lo desafiaban de alguna manera.

— A veces, luchar contra algo solo lo hace más fuerte. —dijo, recordando sus enfrentamientos internos con Sukuna—. Quizá lo importante no sea ganar, sino aprender a vivir con ello.

Makima sonrió de nuevo, pero esta vez su sonrisa era más... personal.

— Eres más sabio de lo que aparentas, Yuji. —dijo, tomando su taza nuevamente—. Pero ten cuidado. Esa sabiduría puede llevarte a lugares peligrosos.

Yuji sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en su tono que lo hacía sentir como si supiera algo que él no.

— Tú hablas como si conocieras esos lugares. —dijo, mirándola directamente a los ojos.

Makima mantuvo su sonrisa, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó y comenzó a caminar hacia otra habitación.

— Mi trabajo me lleva a muchos lugares, Yuji. Lugares oscuros, pero necesarios. —dijo, sin volverse hacia él—. Siéntete como en casa. Volveré en un momento.

Cuando desapareció tras la puerta, Yuji suspiró, dejando la taza sobre la mesa. Miró alrededor nuevamente, buscando algo que pudiera darle más pistas sobre quién era realmente Makima. Pero el lugar estaba tan vacío como antes.

— Es como un rompecabezas sin piezas. —murmuró para sí mismo.

Poco después, Makima regresó, vistiendo ropa más cómoda pero aún con esa aura imponente. Se sentó nuevamente frente a Yuji, como si nada hubiera pasado.

— Ahora que estamos más relajados, dime, Yuji, ¿qué es lo que realmente quieres en la vida? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia él.

Yuji se sorprendió por la pregunta, pero decidió responder con honestidad.

— Quiero vivir una vida normal. Quiero ser alguien que pueda ayudar a los demás, pero también quiero encontrar algo para mí. Algo que me haga sentir que todo esto vale la pena.

Makima lo observó en silencio durante varios segundos antes de hablar.

— Eso es admirable, Yuji. Pero recuerda: las cosas que valen la pena suelen ser las más difíciles de alcanzar. Y no todos sobreviven al intento.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de significados que Yuji no podía comprender del todo. Pero algo en su mirada le decía que esa conversación era solo el comienzo de algo más grande. Algo que cambiaría su vida para siempre.

bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora