Eryndor
El viento helado soplaba con fuerza en las murallas de Eryndor, llevando consigo las primeras nevadas del invierno. Kevin apretó los dientes mientras cruzaba el patio central del castillo, su capa ondeando tras él. Había pasado días buscando a Alina, recorriendo cada rincón de las aldeas cercanas, interrogando a viajeros y mercaderes, pero no había rastro de ella. Su ausencia lo atormentaba como una sombra que no podía despejar.
Al entrar en la sala del consejo, Altair lo esperaba junto a un mapa extendido sobre una larga mesa de madera. El hombre lo miró con la calma habitual, aunque sus ojos reflejaban la urgencia del momento.
—¿Algo nuevo? —preguntó Kevin, con la voz áspera por el cansancio.
Altair negó con la cabeza, señalando un punto en el mapa marcado con tinta oscura.
—Nada en las fronteras conocidas, pero tengo información... preocupante. —Levantó la mirada hacia Kevin, evaluándolo por un momento antes de continuar—. Alina está en Valtheria.
Kevin frunció el ceño, confundido.
—Eso es imposible. Las fronteras de Eryndor están selladas por el portal del fénix. Nadie puede entrar ni salir sin que lo sepamos.
—Eso pensábamos —respondió Altair, cruzándose de brazos—, pero al parecer, la reina Seraphina tiene espías mutantes dentro de Eryndor. Son ellos quienes probablemente ayudaron a Alina a cruzar sin ser detectada.
El impacto de las palabras golpeó a Kevin como un puñetazo. Sus manos se cerraron en puños, y su expresión se endureció.
—¿Espías? —repitió, incrédulo—. ¿En Eryndor? ¿Y trabajan para ella?
Altair asintió, manteniendo su compostura.
—No es tan sorprendente como parece. Seraphina ha extendido su influencia más de lo que pensábamos. Hay mutantes que ven en ella una líder, alguien que puede devolverles el poder que sienten que han perdido.
Kevin golpeó la mesa con fuerza, su voz llena de rabia.
—¡Traidores! Mientras nosotros luchamos por sobrevivir, ¡ellos la ayudan a destruirnos desde dentro!
Altair no dijo nada por un momento, dejando que la furia de Kevin se disipara. Luego habló con cautela.
—Entiendo tu enojo, Kevin, pero necesitas mantener la cabeza fría. Esto no se resolverá con fuerza bruta. Valtheria no es un lugar cualquiera. Si quieres llegar hasta Alina, necesitarás más que determinación. Necesitarás aliados, información... y un plan.
Kevin respiró hondo, cerrando los ojos por un momento para calmarse. Cuando volvió a hablar, su voz era firme y decidida.
—Entonces haz lo que sea necesario, Altair. Encuentra a quienes podamos confiar. Si hay traidores en Eryndor, también habrá quienes luchen por lo que es correcto. No me importa cuánto tiempo tome. No voy a dejar que Seraphina la corrompa.
Altair asintió lentamente, aunque una sombra de duda cruzó su rostro.
—Muy bien. Pero entiende esto, Kevin: si cruzas a Valtheria, no habrá vuelta atrás. Si Seraphina tiene planes para Alina, te enfrentarás a algo que ni siquiera puedes imaginar.
Kevin no titubeó. Miró el mapa, trazando con la vista los límites entre Eryndor y Valtheria, y luego volvió a mirar a Altair con una determinación inquebrantable.
—Lo que sea que me espere allí, no me detendrá. Alina es más que una amiga. Es mi familia. Y si Seraphina piensa que puede usarla contra nosotros, se equivoca.
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EL DRAGÓN DE FUEGO
FantasyLa tragedia de aquella noche marcó el fin del mundo unido. Los humanos, temerosos de los poderes de los mutantes, comenzaron a perseguirlos y expulsarlos de sus tierras. Los mutantes, debilitados y desorganizados tras la muerte del rey Drakov, huyer...