— Pasa. — Dijo Sakusa mientras se quitaba los zapatos en la entrada. — Te diría que disculpes el desorden, pero no hay desorden que disculpar. — Atsumu rodó los ojos con diversión.
— Permiso. — Exclamó el rubio mientras imitaba a Sakusa y se quitaba los zapatos.
Lo primero que hizo Atsumu fue escanear el apartamento de Sakusa. Era un estudio compacto pero eficiente. A la izquierda, al entrar, se encontraba la cocina, pequeña pero perfectamente equipada, mucho más funcional que otras de mayor tamaño. Más allá de la cocina estaba el baño, un poco más grande, lo que dejaba en claro cuáles eran las prioridades de Sakusa.
El salón era sencillo, con paredes de un suave color marfil que resaltaban la decoración minimalista del apartamento. Un sillón negro se encontraba frente a una mesa de centro de madera, que se complementaba con una alfombra color cacao. Frente a ellos, una estantería sencilla sostenía la televisión, junto con algunos libros, plantas y discos de vinilo, todos organizados de manera ordenada y armoniosa.
Al final de la habitación estaba la cama, frente a las ventanas acompañadas de cortinas negras que bloqueaban cualquier luz que intentara entrar. Tenía una cama doble, vestida con cobijas blancas, sin ningún tipo de mancha, lo que demostraba lo prolijo que era Sakusa con estas. Al lado de la cama, una pequeña mesa de noche con una lamparita.
Era minimalista, muy Sakusa Kiyoomi, podría decirse.
— Lindo espacio, Omi. — Dijo Atsumu, admirando el pequeño pero acogedor espacio de Sakusa, el cual contrastaba mucho con el suyo, pues era grande y, bueno, no muy ordenado.
— Gracias. — Respondió, mientras se quitaba la chaqueta. — Tengo que usar el baño, ponte cómodo.
Sakusa desapareció de su vista al cerrar la puerta del baño, y obviamente Atsumu aprovechó el momento. Comenzó a buscar frenéticamente alguna prueba de que Sakusa había tenido, al contrario de la creencia popular (por su carácter frío e indiferente), una infancia.
Escaneaba y hurgaba por cualquier tipo de foto vieja de Sakusa, hasta que se encontró con una en una repisa frente a la ventana. Era el barista, en lo que parecía ser su ceremonia de graduación. A su lado, dos adultos igual de guapos que Sakusa posaban igual de serios que él, excepto que al menos podías ver una pequeña sonrisa por parte de la mujer. No había forma de negar el destino de Sakusa, estaba destinado a ser ridículamente guapo con esos padres que tenía.
Y aunque esa foto fue un descubrimiento satisfactorio, no sació su deseo por ver más. En la estantería de la TV, le pareció ver un libro levemente diferente a los demás, y al sacarlo, se sacó la lotería.
Bingo, era un álbum de fotos.
Atsumu abrió el libro y fue cegado enseguida, como si el sol estuviera a unos pocos metros de él, por la ternura de bebé Omi.
— ¡Qué cosa más linda! — Reclamó, confundido, al ver lo adorable que podía ser un recién nacido.
Siguió pasando las páginas, no sin antes sacar su teléfono y tomarle una foto, claro. En el álbum, encontró fotos de Sakusa en el jardín de niños. Mientras los otros niños lloraban en la fotografía, Sakusa simplemente parecía cansado y con ganas de ir a casa. Atsumu no pudo evitar reír al ver que él siempre había sido así.
Conforme pasaba las páginas, también pasaban los años; y mientras más pasaban los años, más bueno se ponía Sakusa.
"Esto es ridículo."
De pronto, se pudo escuchar el cerrojo de la puerta del baño abrirse. Atsumu tomó una última foto tan rápido como pudo, rezando por que no hubiera salido muy borrosa.
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Dulce como Mocca - Sakuatsu
FanficSakusa, un barista que prefiere la tranquilidad de su cafetería vacía, ve su rutina interrumpida cuando un cliente peculiar, Atsumu Miya, comienza a frecuentar el lugar.