El mensaje no dejó de rondar por la mente de Daniel durante toda la noche. Cada vez que cerraba los ojos, las palabras aparecían en su mente, acompañadas por un frío que le recorría la espalda. ¿Quién podría haberlo enviado? ¿Sara? ¿Alguien más del grupo? ¿O alguien completamente ajeno a ellos?
A la mañana siguiente, trató de actuar con normalidad, pero la preocupación se reflejaba en su rostro. Alex lo notó de inmediato cuando se encontraron en la entrada del instituto.
—¿Te pasa algo? Pareces cansado —preguntó, colocándose frente a Daniel con una expresión seria.
—No es nada, solo... no dormí bien. Los exámenes, supongo.
Alex levantó una ceja, claramente escéptico, pero no insistió. En cambio, le palmeó el hombro con una sonrisa tranquilizadora.
—Tranquilo, vas a salir bien. Solo necesitas relajarte un poco.
Las palabras de Alex deberían haberlo calmado, pero el recuerdo del mensaje seguía ahí, como una sombra que no podía ignorar.
Durante el recreo, mientras los demás estaban distraídos, Daniel decidió buscar respuestas. Sacó su móvil y abrió el mensaje otra vez, analizando cada palabra como si escondieran algún tipo de pista.
—¿Qué miras? —la voz de Sara lo hizo dar un respingo.
Daniel cerró rápidamente la pantalla y negó con la cabeza.
—Nada importante.
—No parece "nada importante". Llevas todo el día actuando raro. ¿Es por algo que hice? —preguntó con una voz aparentemente inocente, pero sus ojos decían otra cosa.
—No tiene nada que ver contigo —contestó, intentando mantener la calma.
—¿Seguro? Porque, últimamente, parece que te has acostumbrado a meterte donde no te llaman.
Daniel sintió cómo las palabras lo golpeaban como un balde de agua fría. No pudo evitar mirarla, intentando entender hasta qué punto ella podía estar detrás del mensaje.
—No sé de qué hablas —replicó, tratando de sonar firme.
Sara sonrió, pero no había nada de calidez en ese gesto.
—Solo un consejo, Daniel. A veces, es mejor no hacerse ilusiones. Algunas cosas no están destinadas a ser.
Sin decir más, se dio la vuelta y regresó con el grupo, dejando a Daniel con el estómago revuelto.
El resto del día transcurrió en un borrón de clases y miradas incómodas. Cada vez que Sara estaba cerca, Daniel sentía que le faltaba el aire. Y Alex, aunque no decía nada, lo observaba con creciente preocupación.
Esa noche, mientras Daniel intentaba estudiar, su teléfono vibró. Otro mensaje, del mismo número desconocido:
"Última advertencia. Aleja a Alex, o lo lamentarás."
La sangre se le heló. ¿Qué debía hacer? ¿Hablar con Alex? ¿Confiar en que esto solo era una broma pesada?
Tomó aire profundamente y decidió que no iba a permitir que lo intimidaran. Esta vez, no iba a huir.
Al día siguiente, cuando vio a Alex, le dijo con voz temblorosa:
—Necesito hablar contigo.
La respuesta de Alex fue un gesto tranquilo, pero sus ojos mostraban preocupación.
—Cuando quieras.
Daniel supo que el momento había llegado. Iba a confiar en él, aunque no supiera cómo iba a terminar esa conversación.
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Filofobia
RomanceAlex y Daniel, atrapados en un torbellino de secretos oscuros y traiciones, luchan por sobrevivir en un mundo que los quiere destruir. ¿El amor y la amistad serán su salvación o su perdición?