CAPITOLO TRE (3) - HERMANDAD

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Luego de haber hecho su obra de arte en la prisión, Leo se marchó directo a su casa. Durante el camino, se puso a pensar en toda la información que recibió, aunque la verdad no hacía falta pensar mucho para saber que algo no cuadraba, y que lo más probable era que Volker le estaba tendiendo una trampa.

Y su plan no era acabar con Toreno, sino con el mismo.

Pero Leo no iba a quedarse de brazos cruzados, y decidió elaborar un plan en caso de que fuese una trampa. Porque quien jugaba con fuego, se quemaba. Y Leo conocía las llamas del infierno.

Después de varias horas, aproximadamente las 2:30AM, Leo llegó a su casa, buscó su moto favorita y partió a la ubicación que le envió Volker en el mensaje, en la cual "supuestamente" se encontraba Toreno.

Y luego de un largo camino llegó al lugar que parecía ser el punto de reunión, y no se equivocaba cuando sabía que era un sitio en medio de la nada donde nadie podría escucharlo.

Se bajó de la moto para encender la linterna de su celular y comenzar a registrar el terreno, buscando algo, o alguien, con la mirada.

Hasta que de repente recibió un golpe en la cabeza, se sorprendió de lo silencioso que fue el agresor y de lo fuerte que era a tal punto de que el golpe lo hizo caer al suelo inconsciente.

✖️

Al despertar y recobrar la consciencia, fue cuando Leo pudo entender toda la situación.

Se encontraba en la casa de Roth Volker, amarrado a una silla en el área de la piscina. Frente a él estaba el mismísimo Volker, pero esta vez no tenía una fachada de abuelito amigable.

Su expresión reflejaba sadismo y perversión.

—No puedo creerlo, tengo a mi merced al famoso Diablo, Leonardo Vindobi. —Rió Volker con altanería, saboreaba el nombre de Leo con sus dientes amarillos en cada carcajada. Quizá un rasgo de familia de estos alemanes era la dentadura descuidada. —¡Ja! ¡Tú mismo lo dijiste muchacho, las leyendas nunca mueren! ¡Y atraparte será la hazaña que me otorgará el título aún después de viejo! ¡Jaja!

Leo ni se inmutaba a responderle, solo lo veía fulminantemente.

—¿Qué pasa, Diablillo? ¿Un mousi te cortó la lengua? —Se burló Volker, mientras reía satisfecho. —No estes triste... He logrado lo que muchos no han podido.

En ese momento, el viejo alemán desenvainó un arma a la cual empezó maniobrar como un juguete delante de Leo. En cualquier momento se le podía caer y una bala podía lastimarlo.

—¿Sabes? Me pregunto si tendrás buen sabor. —Insinuó Roth Volker, acercándose a su prisionero. —Pero lamentablemente debo aguantarme, me pagarán bien por tu cabeza y acabaré con el calvario de mi socio para otorgártelo a ti, ¡Que bien te lo mereces, sucio mocoso!

Leo recibió un golpe en el estómago por parte del alemán, y a pesar de que el golpe fue bastante brusco y su nariz terminó sangrando, Leo mantuvo la expresión rígida de su rostro y tampoco emitió algún quejido.

—No seas aguafiestas, Diablo. —Demandó Volker, para apuntarle a Leo en la cabeza. —Grita, grita con ganas antes de que te vayas al infierno por todos tus actos.

—Aprendiste que los actos dicen más que las palabras, bruder...

Volker quedó petrificado en su lugar al escuchar esas palabras provenir detrás de él. Leo se deleitó con la cara del alemán al encontrarse siendo amenazado por una persona especial.

—¿He-Hermano? —Balbuceó el viejo alemán.

Toreno soltó una risa ácida, pues la reacción de Roth Volker era como si él estuviera viendo un espectro.

—Hola, Roth. —Dijo Toreno, con desdén. —Cuanto tiempo sin verte.

—¡I-Imposible, t-tú estabas en la cárcel!

—Estaba, pero hice un pacto con el Diablo. —Añadió Toreno, quitándole el seguro a un arma en sus manos. —Vine para ajustar cuentas.

—¡Gu-Guardias, guardias! —Gritó Volker desesperado. —¡Inútiles! ¡¿Dónde están?!

—Tus guardias no servirán de nada, mucho menos ahora que están muertos. —Pronunció Toreno en un tono cínico que despertó el pánico del alemán mayor.

—O-Oye... e-eres mi hermano, pasamos por mucho.  —Volker daba pasos hacia atrás, pues su hermano se le acercaba de manera amenazante con el arma en la mano. —¿No vas a matarme, cierto?

—Oh no, no, no... para nada.

Sin oportunidad de defenderse, Toreno lo golpeó en la cabeza y dejó a Volker inconsciente. Luego se acercó hasta Leo, quien lo había presenciado todo, para desatarlo.

—¿Sabes, Vindobi? Sé que hiciste esto por un bien personal, pero igual te agradezco. —Se sinceró Toreno. — Quedo en deuda contigo.

Toreno se quedó con su hermano en aquella mansión para seguir con su linda reunión familiar. Al menos Volker ya no estaría tan solo.

Leo no se fue con las manos vacías, después de agradecerle Toreno le obsequió un reloj antiguo muy valioso. Aunque las palabras y el agradecimiento de Toreno, fueron los más significativos para Leo.

Después de todo, había hecho un acto de justicia.

Y eso le resultaba extraño, pues esa noche planeaba ser una noche de trabajo cualquiera, pero presentía que nunca la iba a olvidar por ese detalle.

Por suerte, al salir de la mansión encontró su moto favorita, agradecía que Volker la hubiese traído. Cuando buscó en su bolsillo las llaves para encenderla, encontró la servilleta donde estaba el número que le dejó aquella muchacha de nombre Alessia.

Leo, por alguna razón, al recordarla aumentó un sentimiento raro en su interior, como una mezcla de nerviosismo, pero más agradable. El no sabía mucho de los sentimientos, mucho menos de los afectivos.

Los cuales jamás recibió.

Vió el papel unos segundos y decidió llamarla, pero nunca contestó y esto lo terminó frustrando un poco.

Aunque después vió su celular y se fijó que era demasiado tarde, las 4 de las mañana para ser precisos, y por tanto ella debía estar dormida. Era obvio que no podía contestarle, que tonto.

Sin más guardó el papel y se fue en su motocicleta. Después de varias horas llegó a su casa junto al amanecer. Al entrar decidió tomarse un baño y dormir unas horas hasta que recibió un mensaje.

Pensó que era un cliente nuevamente, pero al verlo notó que era el número de Alessia.

Hola Leo :)
perdón por no contestar
pero estaba durmiendo
se supone que tu también
deberías, pero bueno,
como sea

Oye, si quieres estaré mañana
en el café donde nos conocimos
Ven si quieres, ya sabes
Para que hablemos un rato
Ciao!

Leo no respondió el mensaje, en cambio solo apagó el celular y se fue a dormir. Estaba agradecido de estar cansado, pues seguía sintiéndose extraño... pero bien.

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Hasta El Diablo Puede Amar [MAFIA ITALIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora