CAP 27

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VUELO

NADIA

La mañana del viaje llegó más rápido de lo que esperaba. Había pasado los días previos sumida en un caos de informes y responsabilidades, intentando ignorar la insistencia de Alejandro. Pero él siempre encontraba la manera de salirse con la suya.

—Vamos, Nadia. Necesitas un respiro —dijo cuando llegó por mí al amanecer, llevando una maleta de mano en una mano y un café en la otra.

—No sé si esto es una buena idea… —murmuré mientras terminaba de cerrar mi equipaje.

—Claro que lo es. Además, ya compré los boletos, así que no hay vuelta atrás.

Salimos hacia el aeropuerto en su auto, en silencio al principio, pero esa tranquilidad estaba lejos de ser incómoda. El ruido del tráfico era casi relajante, y por un momento me permití disfrutar la idea de alejarme de todo.

Cuando llegamos al aeropuerto, Alejandro se encargó de todo: los boletos, el equipaje, incluso asegurarse de que yo tuviera mi café favorito antes de abordar. Estaba acostumbrada a resolver las cosas sola, pero con él, era diferente. Me sentía… cuidada, aunque me costara admitirlo.

Nuestro asiento estaba en primera clase. Me acomodé junto a la ventana mientras él guardaba nuestras cosas en el compartimento superior. Cuando se sentó a mi lado, me miró con una sonrisa despreocupada.

—Relájate, Nadia. No estás yendo a una misión.

—A veces parece que lo estoy —respondí, suspirando mientras observaba a través de la ventana cómo el personal preparaba el avión para despegar.

El despegue fue tranquilo, aunque sentí la presión en el pecho cuando el avión comenzó a elevarse. Cerré los ojos por un momento, intentando calmar los pensamientos que me seguían como sombras. Pero Alejandro, como si pudiera leerme, colocó una mano sobre la mía.

—¿Quieres hablar de lo que te preocupa?

Lo miré, dudando. ¿De verdad quería cargarlo con mis inseguridades? Pero su expresión era tan sincera que no pude evitar relajarme un poco.

—Solo estoy acostumbrada a estar en control de todo. Esto… esto es diferente.

—Diferente no siempre es malo. A veces, necesitas soltar las riendas y confiar en que alguien más te cuide.

Quise discutir, pero me rendí. Había algo en su tono que hacía que mis defensas se desmoronaran.

Durante el vuelo, Alejandro sacó una tablet y comenzó a mostrarme fotos de Londres. Los lugares que quería visitar conmigo, los restaurantes que había reservado, incluso pequeños detalles como un café al que solía ir cuando era más joven.

—Parece que lo tienes todo planeado —dije, tratando de no sonreír demasiado.

—Por supuesto. No podía dejar nada al azar contigo.

Conversamos durante horas. Me sorprendió lo fácil que era hablar con él. Sus historias eran fascinantes, llenas de humor y anécdotas que me hicieron olvidar, al menos por un rato, las cargas que había dejado atrás.

En un momento, me di cuenta de que había dejado de estar alerta. Mi cuerpo se relajó contra el asiento, y las líneas de preocupación que normalmente llevaban mi rostro comenzaron a desvanecerse.

—Así te ves mucho mejor —comentó Alejandro, sonriendo de lado.

—¿Qué cosa?

—Tranquila. Como si el mundo no estuviera siempre sobre tus hombros.

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora