12- Consejos.

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El sol comenzaba a descender, bañando el jardín trasero de la mansión Choi con un cálido resplandor dorado. Yeonjun, vestido con una camiseta gris y jeans oscuros, llevaba un par de luces enredadas en las manos mientras intentaba colgarlas entre dos árboles. Una brisa ligera agitaba su cabello negro, ahora algo despeinado tras el esfuerzo.

—Si sigues tensando eso, vas a tirar todo el árbol, Yeonjun —comentó su madrastra, con una risa suave mientras arreglaba las flores en la mesa principal del jardín.

Yeonjun soltó un bufido, tratando de mantener el equilibrio sobre el banco donde estaba subido. Aunque había accedido a ayudar con la decoración, todos sabían que la verdadera razón era su padre. "Si no haces nada productivo mientras estás aquí, no tendrás derecho a quejarte de la organización," había dicho esa tarde al ver a su hijo regresando de la universidad.

Finalmente, después de un par de ajustes torpes, las luces quedaron en su lugar, encendiéndose con un brillo tenue que prometía crear un ambiente encantador para la noche. Yeonjun bajó del banco, limpiándose las manos en los jeans y acercándose a Eunseo, quien lo esperaba con una bandeja de cintas de colores.

—Estás sorprendentemente cooperativo hoy —dijo Eunseo, sin apartar la vista de su trabajo.

—No me hagas parecer un santo. Papá me obligó —contestó Yeonjun, aunque había un matiz de diversión en su tono.

Eunseo lo miró de reojo, con una sonrisa que parecía esconder algo más.

—¿Y qué hay de la chica? —preguntó de repente, como quien lanza una piedra al agua para ver las ondas que crea.

Yeonjun levantó una ceja, aunque sabía exactamente a quién se refería.

—¿Haein? —murmuró, como si fuera un secreto que nadie más debía escuchar.

Eunseo asintió lentamente, dejando las cintas en su lugar y girándose hacia él con los brazos cruzados. Su barriga de embarazada era evidente bajo el vestido beige que llevaba.

—Me alegra que la hayas invitado. Por lo que dijiste, parece una chica especial. ¿Lo es? —preguntó, inclinando ligeramente la cabeza con curiosidad.

Yeonjun suspiró, pero no con molestia. Había algo en la forma en que Eunseo hablaba, tan diferente de su padre, que lo hacía bajar la guardia.

—Es... complicada —admitió, sentándose en una de las sillas del jardín, dejando caer los brazos a los costados—. Es divertida, pero también un poco difícil de leer. No sé, a veces siento que le gusto, pero luego actúa como si quisiera desaparecer cada vez que me acerco.

Eunseo se sentó a su lado, apoyando una mano en su vientre mientras lo miraba con una mezcla de ternura y paciencia.

—¿Y eso te molesta?

Yeonjun negó con la cabeza, riendo suavemente.

—No, en realidad no. Es frustrante, pero en el buen sentido. Me gusta que sea así, diferente. Ella no es como las demás chicas que conozco. Con Haein, todo parece más... real.

Eunseo sonrió, asintiendo mientras observaba cómo él jugueteaba con un pedazo de cinta que había quedado sobre la mesa.

—Entonces creo que tienes que ser paciente con ella. Si realmente te importa, encontrarán un punto medio.

Yeonjun asintió, dejando que sus palabras calaran profundamente. Miró el jardín, ahora decorado con luces, cintas y flores, y por un instante, imaginó cómo se vería esa noche, con Haein allí, tal vez riendo o mirando curiosa cada detalle.

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⏰ Última actualización: 19 hours ago ⏰

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