CAP 28

14 2 0
                                    

Hasta aquí llegué

NADIA

La noche en Londres era fría, pero no tanto como el vacío que sentía dentro de mí. Alejandro dormía profundamente en la cama del hotel, su respiración tranquila y pausada me irritaba. Yo no podía cerrar los ojos sin sentir que el mundo me aplastaba. Mi mente estaba saturada, y mi corazón latía desbocado como si quisiera salir de mi pecho.

Sin pensarlo dos veces, me puse un abrigo y salí del cuarto. La noche tenía algo que ofrecerme, aunque no supiera qué. Caminé sin rumbo fijo, con los tacones resonando en las calles empedradas. La humedad del aire helado se mezclaba con el sonido de mi respiración agitada.

En algún momento, me detuve frente a una pequeña tienda que aún estaba abierta. El letrero luminoso anunciaba licor y cigarrillos. Entré sin pensarlo, compré una botella de whisky y salí. Caminando por las calles vacías de Londres, abrí la botella y di un largo trago que quemó mi garganta y me llenó el cuerpo de una sensación de calor momentáneo.

—Maldita sea... —murmuré para mí misma mientras seguía bebiendo. Cada trago era como un paso más lejos de todo lo que me ataba, como si pudiera borrar las cadenas invisibles que me apretaban.

No supe cuánto tiempo pasé caminando y bebiendo, pero cada paso me hacía sentir más liviana y más inestable. Todo a mi alrededor parecía girar. La botella estaba casi vacía cuando crucé una calle sin mirar. No vi las luces del auto que se acercaban a toda velocidad hasta que fue demasiado tarde.

Un fuerte golpe me lanzó al suelo. Todo se volvió un caos. Sentí el frío del pavimento en mis manos y rodillas, mientras un zumbido llenaba mis oídos. La puerta del auto se abrió, y unas pisadas apresuradas se acercaron.

—¡Nadia! —Una voz que conocía demasiado bien rompió el silencio de la noche.

Christopher.

Levanté la mirada y ahí estaba, con una expresión mezcla de furia y preocupación. Su chaqueta impecable y su postura dominante me devolvieron a atrás, cuando él era todo mi mundo.

—¿Qué demonios haces? —me gritó mientras me ayudaba a ponerme de pie.

—¿Qué te importa? —le respondí, tambaleándome mientras intentaba soltarme de su agarre.

—¡Claro que me importa! Estás borracha, sola, en medio de Londres, a punto de matarte. ¿Qué te pasa?

—¡No te metas en mi vida, Christopher! Tú ya me dejaste. ¡Tú me jodiste la vida! —grité, empujándolo con las pocas fuerzas que tenía.

Su mirada cambió, de furia a algo más frío, casi cruel. Me sujetó de los brazos con fuerza y me obligó a mirarlo.

—Yo te dejé porque no me diste otra opción, Nadia. Tú me destrozaste primero. ¿Crees que fue fácil para mí? ¿Que no sufrí? —su voz era grave, como un rugido contenido.

—¡Cobarde! —le grité, empapada en lágrimas y rabia. Me solté de su agarre y lo empujé con más fuerza esta vez.

—¿Cobarde? —dijo, soltando una risa amarga. —¿De verdad vas a llamarme cobarde después de todo lo que hice por ti?

—¡Sí, cobarde! —le respondí, acercándome más a él, con los ojos brillando de furia. —Porque no eres capaz de matarlo. No tienes el valor de sacar a Alejandro de mi vida para quedarte conmigo. Solo eres un idiota que busca consuelo en cualquier modelo que pase por tu cama.

Eso lo descolocó. Lo vi apretar los puños, sus labios se contrajeron, y luego me miró con una intensidad que me dejó sin aliento.

—¿Eso piensas de mí? ¿Que todo esto fue una consolación? —preguntó, su voz temblando de rabia.

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora