Loana
LondresHace más de tres semanas que llegué a mi nueva vida, pero nada está siendo como lo imaginé. Perdí mis cosas, mi antiguo empleo y aún no sé si me darán el trabajo, pero por un momento decidí no pensar en eso.
La zona donde está mi hogar temporal es demasiado hermosa. Además de ser muy barata, tiene una vista al parque muy bonito, estilo vintage, que da la sensación de estar en una serie de Netflix; quizás podría ser algún set de las películas que graban aquí. Mientras acomodaba mi taza de café cerca del sillón que está en el ático, busqué un libro en la pequeña estantería improvisada que había hecho. Me dejé caer en el sillón, permitiendo que el aroma del café y la tranquilidad que se sentía en este momento llenaran mis sentidos.
**Miau**
Escuché un ruido en la ventana y una pequeña cabecita llena de pelo negro se asomaba como si esperara que la abriera. Me acerqué evitando hacer ruido para no espantarlo y que saliera corriendo. En cuanto le abrí, parecía estar muy familiarizado con el lugar; de un salto estaba en el sillón oliendo las galletas que estaban junto al café.
—Hola, amiguito —me miró con desconfianza cuando me acercaba para poder darle una de las galletas.
—No te haré daño.Sin pensarlo, comencé a acariciarle la cabecita, pensando que no me lo permitiría, pero fue todo lo contrario.
Una hora después, se encontraba dormido profundamente en mis piernas mientras yo devoraba el libro. Tenía bastante tiempo sin engancharme con un libro de esta manera, pero este estaba interesante, además de que el protagonista era guapísimo. Sí, sí, tenía la extraña manía de buscar fanarts en Pinterest como toda lectora. Trataba de una chica que engañaba a su novio con su mejor amigo, el coronel. Tenía demasiada trama y lo amé desde la primera página, pero entre tanta lectura no podía sacarme de la mente esos ojos verdes que vi en el aeropuerto. No podía creer que los actores fueran más guapos en persona que en las películas.
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Lancelot
MilánNo podía creer que me prestara para esto. Odiaba los eventos con tanta gente y, más aún, los desfiles de moda. Era mejor estar haciendo otras cosas con una de las modelos que solo verlas con esos trajes tan horrorosos en una tarima.
—Gracias por acompañarme —mi hermana me sacó de mis fantasías con la modelo que estaba enfrente de mí y que llevaba tiempo mirándome. Sabía que nada ni nadie podía resistirse a mí, y quizás con ella esta noche pase un buen rato.
—Me obligaste a venir, que es diferente —respondí después de unos minutos.
—Pues te ves muy forzado —ironizó mientras las modelos pasaban y nos miraban, o mejor dicho, me veían a mí. —Mira, todas te comen con los ojos.
—No exageres, hermanita.Después de casi dos horas y un sinfín de entrevistas, pudimos salir de ese lugar con muchas compras hechas por mi hermana y por mí, claro, aparte de las cosas que me regalaron por el patrocinio. Sí, era lo único bueno de estos eventos y el sexo después del after, claro que.
Nos dirigimos a la camioneta que ya nos esperaba para llevarnos al hotel donde se llevaría a cabo la fiesta que cerraría el desfile. Como siempre, supuse que sería uno de esos hoteles que destilan lujo hasta en las luces, pero no fue así. Mientras nos acercábamos, vi un hotel de estilo moderno, con luces de colores neón y muy tropical.
En cuanto entramos al salón, lo primero que vi fue la enorme piscina que estaba en el centro, con todas las modelos aglomeradas festejando su gran triunfo. Me acerqué a la barra para pedir nuestras bebidas.
—Para mi hermana, un martini seco, y para mí, un whiskey.
—Iré a ver a unas amigas que están aquí, me mandas un mensaje cuando tengamos que irnos —me avisó Amanda.
En cuanto nos entregaron los tragos, vi cómo desaparecía entre la gente para encontrar a sus amigas. Parecerá raro, pero por ser mi hermana pequeña, la cuido demasiado y jamás dejaría que algún idiota le ponga una mano encima. Por eso siempre va uno de mis guardaespaldas detrás de ella, para que yo pueda divertirme un rato.
—¿Qué tomas, guapo? —me dice una voz suave cerca del oído. En cuanto volteo, me encuentro con la modelo que todo el desfile se la pasó viéndome.
—Agua —contesto secamente para que entienda la indirecta y se alargue por donde vino.
—¿De malas? —vuelve a preguntar.No sé qué le dan a esta gente que no entiende indirectas y no sabe diferenciar cuando no son requeridas.
—¿No tienes mejores cosas que hacer?
—No, te vi en el desfile y no dejabas de mirarme —casi hace que me muera de la risa en ese momento.
—Tienes el ego muy alto, ¿no crees? —me miró como si fuera el peor insulto del mundo. —Tú eras la que no dejaba de mirarme.
—Mira que sí estás guapo, pero tampoco para tanto, idiota —y sin más, se alejó ofendida, dando codazos y empujones a la gente.Pronto se me esfumó el enojo que me había hecho pasar la modelito. Ubique un objetivo más a mi gusto: grandes curvas, labios de infarto, cabello negro, largo y unos ojos cafés hipnotizantes. Parecía ser más de mi estilo de chica, de esas que no les preocupa lo que comen ni el escote que traen, sino que se muestran con seguridad y su carácter es como de fiera, o al menos eso gritaba su boca con ese labial rojo medio corrido por el líquido que bebía.
Me acerqué lentamente hasta que estuve demasiado cerca para chocar su codo con el mío y ocasionar que se derramara un poco de licor por sus pechos. Vi y disfruté ver bajar cada gota, haciendo que su piel brillara y se viera exquisita con la luz neón.
—Disculpa, no me hacían caso para pedir mi bebida —su boca se veía aún más provocadora estando tan cerca.
—No te preocupes, solo me deberás una bebida —sonrió.
—Lo que quieras.Pedimos ambos whiskey. Después del noveno vaso, ya estaba aún más contento, pero también tenía aún más ganas de llevarme a esta chica a mi habitación. No recordaba ni la mitad de las cosas que me había contado mientras bailábamos, pero lo único que se repetía en mi cabeza es que quería tirármela.
La tomé del brazo, atrayéndola hacia mí y, por fin, dar el paso de besarla. Su boca fue uno de los mejores manjares que había probado en mucho tiempo. Sabía justo a lo que me había imaginado: a pecado, fuego y una mezcla dulce.
No podía esperar más, así que la arrastre a uno de los baños más cercanos. Me aseguré de que estuviera totalmente desocupado y cerré con el seguro. Sentí que había pasado demasiado tiempo lejos de su boca cuando la atraje a mí otra vez. Me recibió con más ganas, haciendo el beso más salvaje. La subí al lavamanos para que quedara a mi altura y poder tener mejor acceso a su boca. Sus piernas rodearon parte de mi cintura, podía sentir lo caliente que estaba. Podía decir que tenía las mismas ganas, o incluso más que yo, de que llegara este momento.
Bajé hacia su cuello, dejando un camino de besos húmedos hasta llegar a sus pechos.
Decendiendo en encontré un lunar justo en donde terminaba el escote qué hizo que me prendiera aun más, baje un tirante de su vestido para tener un mejor acceso a esa zona y terminar mi recorrido por esa parte de su cuerpo.
No soy de juegos previos y esto ya me estaba desesperando pero quería disfrutar a esta mujer lo más que pudiera. Sus gemidos rezonaban con el eco del lugar me gustaba que se estremeciera entre mis brazos mientras una de mis manos bajaba hacia sus muslos para encontrar el lugar que necesitaba probar.
Quería dejar marca por todo lugar y que supiera al día siguiente que nadie después de mi cumpliría sus expectativas, una de mis manos sujetaba con fuerza las suyas en el espejo formando una escena totalmente ardiente, mientras mi otra mano buscaba el cierre del vestido con desesperación uno de sus tacones se clavo en mi cintura pero el dolor que me provocaba solo me exitaba más.
El sudor que corría por su frente y el cabello alborotado me dieron la imagen perfecta para poder terminar esto.
Con desesperación arranque el vestido el la parte del sostén que aún tenía puesta verla así comencé a revender hasta quedar a la altura de su zona, olía tan delicioso que me hacia queré probarla ya.
Bese el interior de sus muslos y dejando algunas marcas rojas en cuanto mi lengua probó el manjar supe que jamás quería salir de ahí, sus gemidos se hicieron aún más fuertes dudando que quien se acercara no los escuchara aun con el ruido de la música.
Me jalo el cabello en señal de querer más, se estremecia con cada roce de mi boca hasta llegar al punto máximo, al probarla me dieron ganas de seguir y seguir, regrese a su boca, comenzó a tocarme por encima del pantalón en busca de mi cinturón pero sentí como la magia se desvaneció en ese momento, busque la puerta y salí casi corriendo, podía pasármelo bien pero tocarme era otra cosa.