28 | . Partido

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29/04/2030


Julieta🦋

No les voy a mentir, estos últimos días desde que salí de ese feísimo hospital han sido un cambio total para mejor. Notaba a los niños mucho más felices, como solían ser antes, llenos de esa chispa que tanto me encanta. Joao estaba mucho más cercano a mí, algo que, honestamente, no me molestaba en lo absoluto. Es más, lo disfrutaba. Las redes sociales ya se enteraron de que volví, y, como era de esperarse, un montón de empresas de modelaje han estado tocando mi puerta. Lo mejor de todo es que Joao me obligó -sí, literalmente me obligó- a quedarme en su casa con los niños. Así que, aquí estoy: viviendo con él, con ellos.

Los niños felices, él feliz, yo feliz... ¿Qué más puedo pedir?

Ahora mismo me encontraba en la cocina, en bata, preparando el desayuno. El aroma del café recién hecho llenaba el espacio, mezclándose con el suave murmullo de las conversaciones. Isa estaba sentada en la barra, frente a mí, mientras Sebas rondaba por ahí, buscando algo que hacer. Mateo, como siempre, estaba tranquilito jugando en el suelo con un coche de carreras.

-Mamá, ¿qué dices de una cartera Gucci? -preguntó Isa de repente, interrumpiendo mis pensamientos.

Hace como media hora que me estaba hablando de ropa, modelos y toda esa onda fashionista. Su entusiasmo era contagioso, aunque me costaba seguirle el ritmo.

-Me parece bien, cariño -le respondí mientras me servía una taza de café y tomaba un sorbo.

-Mamá, puedes decirle a Isa que se calle. No deja de hablar de carteras, ropa, moda, bla, bla, bla... -dijo Sebas, girando los ojos exageradamente, como si su hermana estuviera destruyendo su paciencia.

-Eres un envidioso, Sebas -replicó Isa, cruzando los brazos y arqueando una ceja de forma desafiante-. Te enfada que a mamá le guste hablar más conmigo que contigo.

Sebas soltó una carcajada irónica antes de mirar hacia mí en busca de respaldo.

-Eso no es cierto. A mamá le encanta hablar conmigo. ¿Verdad, ma? -dijo, mirándome con esa mezcla de insistencia y picardía que solo él podía manejar.

Solté un suspiro y negué con la cabeza.

-Basta los dos. ¿Por qué no pueden ser como Mateo? Tranquilito y calmado -dije mientras señalaba al pequeño, que seguía jugando en el suelo como si el caos de sus hermanos mayores no existiera.

Isa soltó una risita burlona y me miró con complicidad.

-Tú piensas que es así, pero cuando te vas a tus sesiones de fotos y se lo dejas a papá, es todo lo contrario.

Antes de que pudiera responder, notamos la presencia de Joao entrando a la cocina. Su cabello estaba despeinado, sus ojos aún algo adormilados, pero con esa chispa que siempre tenía al mirarme. La camiseta blanca que llevaba se ajustaba a la perfección a su figura, y no pude evitar sonreír al verlo.

-¿Que yo qué? -preguntó, alzando una ceja mientras se acercaba a la cafetera.

Mis ojos se encontraron con los suyos por un segundo, y joder, ¿cómo podía alguien verse tan jodidamente bien recién levantado?

Isa, sin perder el ritmo, se giró hacia él y sonrió como si no acabara de dejarme a mí en medio de la conversación.

-Nada, papá. Solo le decía a mamá que Mateo es un angelito cuando ella está, pero contigo es otra historia.

Joao soltó una pequeña risa y negó con la cabeza mientras se servía una taza de café.

-Ah, claro, porque tu y Sebas son unos santos, ¿verdad? -dijo con sarcasmo, mirando a Isa y Sebas, quienes pusieron sus mejores caras de inocencia.

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Yo x Ti . Tu x Mi 2 - Joāo FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora