Ensalada de pollo, katsudon, sándwich de pavo, espaguetis con salsa de tomate, onigiris rellenos de salmón, ramen, curry con arroz...
Katsuki frunció el ceño mientras leía la lista de opciones en el menú de la cafetería. Había mucha variedad, pero nada que realmente le apeteciera en ese momento. Su estómago no rugía de hambre, y la mayoría de los platillos le parecían poco atractivos. El ramen y el curry se veían decentes, pero la idea de esperar a que prepararan algo caliente lo irritaba aún más.
Suspiró profundamente y decidió no complicarse la vida. En lugar de pedir comida, se dirigió directamente hacia la máquina de café en la esquina del comedor. Tenía mucho sueño, y en su mente, el café era la única solución que necesitaba para seguir adelante con el día de mierda que llevaba. Por alguna razón, hoy se sentía aún más molesto que de costumbre.
Sacó unas monedas del bolsillo y las introdujo en la máquina, seleccionando el café más cargado que pudiera encontrar en el menú. Mientras esperaba que la bebida se sirviera, cruzó los brazos y miró a su alrededor. Algunos estudiantes estaban sentados en las mesas, riendo y compartiendo sus almuerzos, otros se apresuraban por el pasillo con bandejas llenas, intentando encontrar un lugar donde sentarse.
Su malhumor aumentó al recordar cómo su madre lo había obligado a trabajar en ese lugar lleno de personas insoportables. Si no fuera por ella, ahora mismo estaría en una lujosa oficina, haciendo lo que se le antojara. Pero no, ahora tenía que soportar a un grupo de estudiantes ruidosos y contenerse para no soltarles todo lo que pensaba en la maldita cara.
Cuando la máquina emitió un pitido y el café estuvo listo, Bakugo tomó el vaso desechable y lo sostuvo entre sus manos. Dio un sorbo y chasqueó la lengua al sentir el sabor amargo, pero no se quejó.
—¿No vas a comer nada?
Katsuki levantó la vista al escuchar una voz femenina a su lado. Al girar su rostro, se encontró con Camie Utsushimi, la profesora de artes, que estaba de pie junto a él con un onigiri en la mano. Lo miraba con curiosidad y diversión.
—No tengo hambre —contestó, un poco brusco, tomando un sorbo de su café.
Camie arqueó una ceja y dio un pequeño mordisco a su onigiri antes de responder.
—Yo de ti comería algo, te quedan todavía tres horas de clases, ¿no? No vas a aguantar solo con eso —dijo, señalando el vaso de café en sus manos.
Katsuki frunció el ceño.
—¿Y qué? No voy a comer ninguna basura si no tengo hambre.
Camie sonrió, divertida.
—Eres terco, pero luego no digas que no te lo advertí.
—Preocúpate por ti misma, que también te quedan muchas horas por delante —atacó.
—Nop —replicó ella con una sonrisa más amplia—. Me falta dar una sola clase y me voy a casa. Por la noche tengo una cita con mi novio.
Katsuki resopló, rodando los ojos.
—No me interesa tu vida —gruñó, dando otro sorbo a su café mientras desviaba la mirada.
—¡Qué amargado! —exclamó Camie, dándole un pequeño toque en el hombro—. Tal vez si te buscaras una pareja no estarías siempre tan gruñón, Bakugo.
Katsuki apretó la mandíbula, sintiendo que sus nervios se tensaban.
—¿Y quién mierda te ha dicho que necesito una pareja? Estoy bien así.
—¿Sí? Pues no lo parece, siempre andas por ahí como si el mundo te debiera algo —contestó, dándole otro mordisco a su onigiri.
Bakugo chasqueó molesto. Camie había sido la primera en acercarse a él cuando empezó a trabajar en la maldita escuela, y desde entonces no parecía tener intención de dejarlo en paz. Siempre le hacía perder la poca paciencia que tenía.

ESTÁS LEYENDO
Teacher [BakuTodo]
عاطفيةShoto regresó a Japón después de pasar dos años en Estados Unidos. Estaba emocionado por volver a ver a sus amigos y regresar a su antigua escuela. Pero durante su ausencia, muchas cosas habían cambiado. Por ejemplo, su antiguo profesor de matemáti...