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El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Jimin intentaba procesar las palabras de su padre.

-Mira, Jimin, será solo un mes... o quizá algo más. No puedo dejarte solo todo este tiempo.

-Tengo 18 años. No necesito que me cuiden como a un niño -replicó Jimin, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

-Min Yoongi se quedará contigo. Jugaba contigo algunas veces cuando eras pequeño.

El nombre resonó en la mente de Jimin, pero ningún recuerdo claro apareció. Solo una vaga imagen de un chico mayor y distante. -¿Por qué él? Apenas lo recuerdo.

-Tiene 23 ahora. Es confiable, y quiero asegurarme de que alguien esté aquí. Además, no quiero que Liam esté entrando y saliendo de esta casa mientras yo no estoy.

La mención de su novio hizo que Jimin apretara los labios. Sabía que a su padre no le agradaba Liam, y aunque él solía defenderlo, no podía negar que había algo en su relación que no terminaba de encajar.

La campana de la puerta sonó, interrumpiendo la conversación.

Con un suspiro, Jimin fue a abrir. Al otro lado, Min Yoongi lo esperaba. Era mucho más alto que él, con una piel pálida que parecía translúcida, ojos oscuros rasgados y felinos que tenían una intensidad desconcertante, cabello azabache que caía en mechones desordenados y labios pequeños con una forma sutilmente felina que acentuaban su expresión severa. Sus manos grandes, marcadas por venas, sostenían una mochila al hombro.

-¿Jimin? -preguntó Yoongi, su voz grave y fría.

Jimin parpadeó, sorprendido por la presencia abrumadora del chico frente a él. -Sí... tú debes ser Yoongi.

-Espero que no seas un problema. -Sin esperar invitación, Yoongi cruzó el umbral, dejando un rastro de perfume caro que hizo que Jimin frunciera aún más el ceño.

El padre de Jimin, al escuchar la voz, salió al salón con una sonrisa. -¡Yoongi! Gracias por venir.

-No es nada. Además, es encantador ver a Jimin de nuevo -comentó Yoongi, lanzando una mirada breve al rubio, quien inmediatamente frunció el ceño, incómodo por el comentario.

Tras un intercambio breve, el padre de Jimin se despidió y salió apresurado.

El silencio que quedó entre ellos era incómodo, aunque Yoongi no parecía notarlo. Se dejó caer en el sofá, sacando su teléfono con desinterés.

-No tienes que estar aquí. Puedo cuidar de mí mismo -dijo Jimin, cruzando los brazos.

Yoongi ni siquiera levantó la mirada. -Tu papá no opina lo mismo.

-¿Siempre eres tan arrogante? -Jimin sintió cómo la rabia crecía dentro de él.

-Solo cuando tengo razón. -Yoongi alzó la vista por un momento, con una ceja arqueada, como si lo desafiara a decir algo más.

Sin molestarse en responder, Jimin subió a su habitación para cambiarse. Cuando bajó, vestido para el instituto, Yoongi estaba esperándolo con las llaves de su auto en la mano.

-Te llevo.

-No es necesario.

-No es una sugerencia. -Yoongi salió por la puerta, y Jimin, murmurando entre dientes, lo siguió.

El auto que los esperaba era un lujoso sedán negro que parecía sacado de una película. Jimin rodó los ojos al ver el vehículo y al notar que Yoongi, vestido completamente de negro, parecía encajar perfectamente en el papel de un chico rico y distante.

El trayecto fue incómodo. Jimin intentaba mirar por la ventana, pero el silencio entre ellos era insoportable. Finalmente, no pudo contenerse.

-¿Siempre eres tan insoportable?

Yoongi apenas esbozó una sonrisa. -Solo cuando es necesario.

-Eres un idiota.

-Y tú, un niño mimado -respondió Yoongi sin titubear, manteniendo la mirada en la carretera.

Cuando llegaron al instituto, Jimin salió del auto y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria. Desde el asiento del conductor, Yoongi lo observó con expresión neutral antes de arrancar y alejarse.

"Es sexy y guapo, pero también el mayor idiota que he conocido," pensó Jimin mientras caminaba hacia la entrada. Aunque lo último que quería era pensar en él, la presencia de Yoongi ya estaba haciendo más ruido del que hubiera querido.

𝐍𝐢𝐧̃𝐞𝐫𝐨 𝐍𝐨 𝐃𝐞𝐜𝐞𝐚𝐝𝐨. ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora