**Capítulo 7: Reflexiones y Nuevas Realidades**

Era diciembre, y el ambiente en Hogwarts se había tornado aún más gélido. Las nevadas caían silenciosas sobre los terrenos del castillo, cubriendo todo de blanco, mientras el viento helado hacía crujir las viejas paredes de piedra. La Navidad se acercaba rápidamente, y con ella, las festividades que tanto alegraban a los estudiantes. Sin embargo, para Sirius y Severus, el paso del tiempo había traído consigo algo más profundo que las celebraciones invernales: un nuevo entendimiento entre ellos que, aunque sutil, era imposible de ignorar.

Habían pasado casi dos meses desde su última conversación profunda en la biblioteca, y durante ese tiempo, su colaboración en el proyecto de Historia Social se había intensificado. A medida que se acercaba la fecha de entrega, ambos sabían que necesitaban poner sus pensamientos por escrito. El trabajo debía abordar sus experiencias en Hogwarts, sus interacciones, y las lecciones que habían aprendido hasta ese momento. Había algo irónico en eso: mientras profundizaban en sus propios mundos internos, comenzaban a reconocer las transformaciones que ocurrían entre ellos.

Sirius había comenzado a entender a Severus de una manera que nunca había creído posible. Su fachada fría y distante comenzaba a desmoronarse, no solo porque él lo dejaba entrar, sino porque Severus también había empezado a aceptar su cercanía. A veces, cuando los dos se quedaban tarde en la biblioteca, se permitían una conversación más relajada, sin la presión de los libros o los informes. Aunque sus interacciones seguían siendo en su mayoría formales, había una sensación de respeto mutuo que, poco a poco, se estaba convirtiendo en algo más.

El trabajo que debían entregar no solo se trataba de experiencias académicas; se centraba en su vida personal dentro de Hogwarts y cómo habían influido esas vivencias en su perspectiva sobre el mundo. La consigna era clara: escribir sobre lo que los había marcado durante su tiempo en la escuela, los desafíos que habían enfrentado y, lo más importante, lo que habían aprendido.

Sirius estaba sentado en su escritorio, su pluma moviéndose rápidamente sobre el pergamino. Su rostro reflejaba concentración, pero en el fondo, su mente estaba llena de pensamientos sobre Severus. Aunque su compañero parecía distante como siempre, algo había cambiado. Las pequeñas interacciones cotidianas, las miradas que compartían en la biblioteca, los momentos de silencio en los que ambos pensaban en voz alta sobre sus proyectos, todo eso había formado una conexión invisible pero palpable.

La puerta de la sala común de Gryffindor se abrió, interrumpiendo sus pensamientos. Sirius levantó la vista y vio a Severus entrar, su expresión habitual de seriedad en su rostro. El aire se sentía diferente entre ellos, como si el tiempo que había pasado ya no fuera suficiente para ocultar lo que estaba surgiendo. Severus se acercó a su mesa, sin palabras al principio, y dejó un par de libros sobre el escritorio.

“¿Ya casi terminaste tu parte?”, preguntó Severus en un tono más relajado de lo habitual, aunque su voz seguía siendo grave y profunda.

Sirius sonrió, con una ligera chispa de diversión en sus ojos. “Creo que sí, casi. Estoy revisando mis pensamientos. ¿Y tú?”

“Más o menos lo mismo”, respondió Severus, retirándose un poco para acomodarse en una silla cercana. “He estado pensando en cómo enfocar la parte sobre… las relaciones personales en Hogwarts.”

Sirius levantó una ceja, intrigado. “¿Las relaciones personales? ¿Y cómo planeas abordarlo?”

Severus miró al frente, como si estuviera buscando las palabras correctas. “Es complicado. Hogwarts es un lugar lleno de tensiones. Muchos de los estudiantes solo se relacionan entre sí por costumbre o por las expectativas sociales. Es una escuela llena de máscaras. Yo diría que casi nadie es quien parece ser.”

Sirius asintió, comprendiendo la profundidad de lo que Severus estaba diciendo. “Es cierto. Todos parecen jugar un papel. Los Gryffindor, por ejemplo, siempre tan seguros de sí mismos, mientras que los Slytherin… bueno, los Slytherin tienen sus propios códigos. Pero, ¿y nosotros? ¿Cómo encajamos en todo esto?”

Severus lo miró con una expresión que solo él podía interpretar. “Nosotros, los que nunca nos ajustamos a las expectativas, tenemos que aprender a manejar las máscaras de manera diferente. Es una lucha constante entre lo que queremos ser y lo que nos exigen ser.”

Sirius se quedó en silencio, reflexionando sobre esas palabras. La manera en que Severus hablaba de las máscaras le hizo pensar en sí mismo, en las muchas veces que había tenido que esconderse detrás de una fachada para encajar en el molde de lo que los demás esperaban de él. ¿Había cambiado eso ahora que estaba más cerca de Severus? Tal vez, en algún nivel, ambos compartían esa lucha.

“No creo que nunca vayamos a encajar completamente en un molde”, murmuró Sirius, finalmente rompiendo el silencio. “Pero lo que estoy aprendiendo, Severus, es que tal vez no debamos hacerlo. Tal vez, lo único que necesitamos es ser honestos con nosotros mismos.”

Severus lo observó en silencio durante un largo momento, como si estuviera buscando algo en la mirada de Sirius. Finalmente, habló con una voz suave, casi inaudible: “Tal vez tengas razón.”

El resto de la tarde pasó entre silencios cómodos y breves conversaciones. Ambos siguieron escribiendo sus trabajos, pero había algo diferente en el aire. Había un reconocimiento tácito de que estaban cambiando, que ya no eran solo compañeros de trabajo o estudiantes rivales, sino algo más. Algo que ninguno de los dos se atrevió a definir con palabras, pero que sentían intensamente en su interior.

Cuando llegó la noche, y la sala común de Gryffindor estaba tranquila, con los estudiantes ya retirándose a sus dormitorios, Sirius no pudo evitar reflexionar sobre todo lo que había sucedido en los últimos meses. Severus había cambiado, y aunque no podía señalar el momento exacto en que esto ocurrió, sabía que ahora había una conexión más profunda entre ellos. Algo que había comenzado como una tarea escolar se estaba transformando en algo más complejo. ¿Era amistad? ¿Respeto mutuo? ¿Algo más?

Sirius se levantó de su escritorio y caminó hacia la ventana. La nieve caía suavemente, cubriendo el paisaje exterior con un manto blanco y puro. Miró hacia el horizonte, donde las luces de la Torre de Astronomía brillaban débilmente a la distancia. Algo dentro de él se sintió reconfortado al pensar en la posibilidad de que, aunque el camino hacia el futuro era incierto, ya no lo caminaba solo.

Esa noche, mientras las estrellas brillaban sobre él, Sirius se preguntó si Severus, en algún momento, compartiría esa misma visión del futuro. Sin palabras, pero con un entendimiento profundo, ambos habían llegado al punto en que ya no había vuelta atrás. Lo que había comenzado como una simple asignación escolar, ahora era algo mucho más significativo.

El tiempo diría si sus destinos seguirían cruzándose, pero en ese preciso momento, mientras la nieve cubría Hogwarts, la relación entre Sirius y Severus se sentía como el primer destello de algo nuevo. Algo que, sin que ellos lo supieran, estaba a punto de cambiar todo.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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